Blanca Flor Bonilla
Luchadora Social por los Derechos Humanos.
La Constitución de la República en El Salvador regula a la Familia en su Capítulo II, el artículo 32, la define como: “La base fundamental de la sociedad y tendrá la protección del Estado, quien dictará la legislación necesaria y creará los organismos y servicios apropiados para su integración, bienestar y desarrollo social, cultural y económico. El fundamento legal de la familia es el matrimonio y descansa en la igualdad jurídica de los cónyuges. El Estado fomentará el matrimonio; pero la falta de este no afectará el goce de los derechos que se establezcan en favor de la familia”.
En la Constitución de la República también se reconocen los derechos de las niñas y niños: “Art. 34.- Todo menor tiene derecho a vivir en condiciones familiares y ambientales que le permitan su desarrollo integral, para lo cual tendrá la protección del Estado. La ley determinará los deberes del Estado y creará las instituciones para la protección de la maternidad y de la infancia”; y “Art. 35.- El Estado protegerá la salud física, mental y moral de los menores, y garantizará el derecho de estos a la educación y a la asistencia”. Estos derechos están desarrollados en la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia – LEPINA, que incorpora a población de cero a 18 años, define las responsabilidades de sus familias y de la sociedad en general, así como las obligaciones del Estado, que son congruentes con la Constitución de la República y el Código de Familia y Procesal de Familia.
La irresponsabilidad paterna y la migración, ha transformado las estructuras familiares y modificado las relaciones y los roles de género en las familias, ya que, en reiterados casos, las mujeres asumen la responsabilidad de la familia ante la migración de los hombres. En otros casos, a causa de la migración de ambos progenitores, las niñas, niños y adolescentes de ambos sexos quedan bajo la responsabilidad de abuelos, abuelas, tíos, tías, otros familiares, incluso con personas amigas. Sin importar cómo esté constituida, es innegable el importante papel que desempeña la familia en la sociedad, especialmente como transmisora de normas, valores, cultura, entre otros aspectos.
Cada integrante de la familia tiene una función que desempeñar, entre ellas, el rol de persona educadora. Los padres y madres son educadores naturales por excelencia, a través de la instrucción, el modelaje o ejemplo, relaciones sociales en familia, los contactos realizados, los vínculos construidos y los contextos organizados. Estas funciones de papá y mamá son indispensables.
Los roles padre y madre son desiguales dentro de las familias, generalmente cargando con mayores responsabilidades a las madres, cuando ambos deberían compartir ante sus hijas e hijos igualdad de responsabilidades, en proveer a la familia de protección, alimentación, cuidado, seguridad, amor, respeto, lugar donde vivir, sustento, manejo de las emociones ante cualquier situación para poder expresarlas, manejar el respeto debidamente para el comportamiento dentro y fuera de casa. Para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad y sus inteligencias múltiples, deben crecer en un ambiente familiar de respeto y en una atmósfera de felicidad, amor y comprensión. En estos tiempos, en muchas familias papá y mamá contribuyen económicamente en el hogar, pero se destaca de forma crítica que los papás no asumen o participan escasamente en la educación de sus niñas y niños.
El rol fraternal se desarrolla entre las hijas e hijos, es decir, entre hermanos, creando complicidad y brindándose apoyo mutuo. También desempeñan el rol filial en el aprendizaje, en crecer, respetar y desarrollarse como seres humanos1.
Los abuelos y abuelas que ayudan a madres, padres y nietos son referentes, fuente de experiencia y sabiduría. La figura es fundamental para el desarrollo personal de los nietos. Ejercen de guía y ayuda en la paternidad y maternidad. Son modelo de rol para los futuros padres y madres: desde las primeras tareas de cuidado del recién nacido hasta las pautas de crianza o el mantenimiento de límites en la adolescencia. Por otro lado, la abuelidad también es importante para los mismos abuelos, ejercer el rol de abuelo es una forma de sentirse socialmente integrados, incrementando el bienestar el sentimiento de utilidad, disminuyendo el sentimiento de soledad sobre todo en momentos de pérdidas2.
Desde 1980, la comunidad internacional presta mayor importancia y atención de la familia. La Asamblea General de las Naciones Unidas ha adoptado varias resoluciones, entre ellos el 1 de junio como el Día Mundial de las Madres y de los Padres.