Dr. Christian Bernard, F.R.C.(No. 1)
Actual Imperator de la AMORC
¿Viene de dentro o de fuera?
¡La Felicidad! ¿Qué es la felicidad? Una profunda reflexión que vive en nosotros desde nuestra mas tierna edad y hasta nuestro último aliento. Todo el mundo la llama con sus deseos. Se piensa en la falta de ella, se lamenta de su ausencia y se envidia la de los demás. Se cree con frecuencia que la felicidad es para mañana. Luego, un instante se cree que nos toco su gracia, reposamos en dulzura, la reflejamos, la expresamos.
¿Es pasajera o puede ser duradera la felicidad?, ¿viene del interior o del exterior?, ¿es posible en la Tierra? Estas preguntas, como miles de seres humanos que nos han precedido y como hoy los que habitan nuestra Tierra, se las han planteado. Esta noción de felicidad, que se puede definir como una felicidad del alma, de la mente y del corazón, también interesó al mundo científico. Recientemente se han llevado a cabo estudios en varias universidades, para tratar de comprender y elucidar este gran misterio.
Científicos, profesores, doctores y especialistas del cerebro de diversos países, llegaron a resultados comunes que reúnen en muchos aspectos la concepción Rosacruz y por lo tanto, mística o filosófica, de la felicidad.
Antes de hacer una síntesis de sus investigaciones que encontré interesantes, quisiera someter a su meditación el adagio siguiente: “Se reconoce la felicidad por el ruido que hace cuando se va”. Entonces, el consejo que les doy es comprender, ver y vivir la felicidad cuando está aquí. Viva y saboree el instante presente. La felicidad puede ser ahora y no solamente para mañana.
La felicidad es un estado de ánimo, hay que tener ganas de la felicidad y no sentirse inepto para ella. Demasiadas personas rechazan la felicidad pequeña o grande, por miedo a que sea pasajera, que no dure, que sea fatalmente seguida de una desgracia, etc. Entonces, antes de tomar el riesgo de estar tristes y decepcionados mas adelante, por miedo a sufrir, cierran su corazón y su mente a la felicidad que se presenta.
Es un estado de ánimo
Esta manera de pensar y actuar es negativa, cierra efectivamente la puerta a toda alegría y felicidad. Ya que la felicidad es antes que nada un estado de ánimo, puede ser relativamente frecuente, incluso durable, a pesar de las vicisitudes propias de la condición humana, las experiencias y las pruebas dolorosas, las desilusiones y las traiciones. La plenitud o bienestar, esto es, la felicidad, puede habitarnos, como lo dije precedentemente, con mucha frecuencia. Los temperamentos positivos u optimistas no están, sin embargo, no están protegidos de las penas o problemas de cualquier naturaleza que sean, pero saben mejor que los demás “reanimarse”, adaptarse y transmutar una situación negativa en positiva. Personalmente, no siempre tengo esta capacidad, ¡pero tengo la fortuna y la felicidad de compartir mi vida con una persona que la tiene por los dos y mucho mas!
Por supuesto, no hay que confundir felicidad y placer, incluso si este último puede ser parte de la primera. Múltiples son los deseos de los hombres, de suerte que no se puede interrogar sobre la naturaleza de la felicidad, sin reflexionar antes en la naturaleza del deseo. Todos sabemos que la felicidad no depende únicamente de la satisfacción de nuestros deseos. Ya sea que tengan consciencia o no de ello, todos los humanos buscan la felicidad, no como un objetivo accesorio, sino como un fin último, con respecto al cual toda otra aspiración parece secundaria. Algunas personas afirman que no buscan la felicidad, sino más bien la gloria, el poder y la riqueza. En realidad, es la búsqueda de la felicidad lo que les motiva porque aunque no tengan consciencia, es ésta la que buscan a través de la gloria, el poder y la riqueza. Entonces, ahí donde hay que estar atentos y no confundir la felicidad con la necesidad, el deseo o la aspiración que pueden hacernos felices.
Asemejemos más bien la felicidad a la tranquilidad del alma, consideremos que una vida feliz reposa en la serenidad interna. Nuestra alma aspira a la paz; de ahí la necesidad de buscar en nosotros mismos el bienestar. Visto desde este ángulo, la felicidad es efectivamente la tranquilidad del alma, ese sentimiento de felicidad que se asemeja de hecho al Arte de Vivir. No se trata de una armonización ocasional, con la parte divina de nuestro ser, sino una comunión constante, inscrita en nuestro programa diario. Se puede, entonces, afirmar que la felicidad debe buscarse en las actividades de la vida común y no fuera de la sociedad.
Como lo decía Sócrates: “La semejanza del placer a la felicidad conduce a una vida superficial”. El hombre puede volverse esclavo del placer si busca la felicidad a través de él. Pero, ¿no está ahí exactamente lo opuesto de la felicidad? Desconfíe de la búsqueda del placer como tal, porque puede llevarlo en el torbellino permanente de la insatisfacción, de la realidad; ese placer no es la felicidad sino la ilusión de la felicidad.