Álvaro Darío Lara
Escritor y poeta
Cuando de joven cursaba la carrera de Letras, ampoule cialis en una de las muchas asignaturas que comprendían el extenso y cargado pensum, generic cialis estudié la poesía del rey poeta Nezahualcóyotl, en el contexto de los análisis clásicos de don Miguel León Portilla.
Tengo la idea que revisé dentro de su obra, especialmente, tres libros fundamentales: “La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes”, los “Siete ensayos de la cultura náhuatl” y “Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares”. Conocerlo, muchos años después, en el 2007, en Caracas, con motivo de un Encuentro de Historiadores del ADHILAC, donde por cierto, se le tributó un merecido homenaje, fue en verdad, un gran honor.
Recuerdo haber escrito, en aquellos años universitarios, un ensayo titulado más o menos así: “La concepción de lo fugaz en la poética de Netzahualcóyotl”. Y fiel, a la verdad, debo decir, que su poesía me conmovió profundamente. Veamos estos versos: “Yo Nezahualcóyotl lo pregunto: / ¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?/ Nada es para siempre en la tierra: / Sólo un poco aquí. / Aunque sea de jade se quiebra, /Aunque sea de oro se rompe, / Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. / No para siempre en la tierra: / Sólo un poco aquí” (Poema: Yo lo pregunto).
La invitación es al canto, a la danza, al disfrute de la vida, de las flores, de la embriaguez, ya que todo es un espejismo, y al final todo termina rápidamente en esta Casa de las Criaturas. De esta forma nos dice el cantor, una vez más: “¿Con qué he de irme?/ ¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra? / ¿Cómo ha de actuar mi corazón?/ ¿Acaso en vano venimos a vivir, / a brotar sobre la tierra?/ Dejemos al menos flores/ Dejemos al menos cantos” (Poema: Un recuerdo dejo).
Hay una certeza de lo breve que es nuestro tránsito, de la caducidad de nuestros vehículos físicos, destinados a alimentar la tierra, a retornar al polvo original de las estrellas. Por ello, el Sabio de Ojai, Krishnamurti, nos sentencia tan lúcidamente: “Por la esperanza del mañana sacrificamos el hoy, sin embargo la felicidad siempre está en el ahora”.
Los seres humanos, como aves de paso, no disponemos de mucho tiempo. Razón suficiente para que nuestras vidas, deban volverse –imperiosamente- oportunidades de perenne purificación. Trabajo incesante con nuestros defectos de carácter, para ir volviendo suavidad lo que aún son ásperas superficies. Vivir la vida con intensidad, con alegría, a eso nos instan los grandes Maestros que de cuando en cuando, hacen su incursión en la historia.
Un estupendo artista plástico y fino narrador, Carlos Balaguer, nos lo dice también, en su hermosa crónica “Edad de la Efímera y del lirio del mal”: “El ayer es sólo un sueño. El mañana, tan sólo una ilusión. Pero el hoy, bien vivido, hace de cada ayer un sueño de amor y de cada mañana una ilusión de esperanza”.
Un nuevo día comienza, y con él, una ocasión más para atesorar sus maravillas.