Por: Rolando Alvarenga
Hace diez meses, a raíz de las seis derrotas que sufrió la selección salvadoreña de baloncesto en el Premundial Femenino U-18 de México, publiqué en esta columna una serie de consideraciones que deberían ponerse en práctica para mejorar el nivel de nuestras jugadoras y ser más competitivas.
Sin embargo, dado el reciente resultado de la selección salvadoreña en el Premundial U-16 de Chile, todo hace indicar que las sugerencias cayeron en saco roto.
Para refrescar, en aquella ocasión escribí: “Sostengo, y podemos debatirlo con quien quiera, que para ir a un torneo de esta magnitud hay que presentar una selección promedio de entre 1.85 y 1.90 de estatura, trabajada a tiempo completo, constante rodaje internacional fuera del área; estímulos al día, chequeos médicos; alimentación de atletas de élite y, sobre todo, un entrenador que demuestre su peso con resultados. De lo contrario, por mucho corazón, difícilmente podrán dar el salto al nivel premundial”.
Que lo anterior, empezando por la estatura, no es posible y que lo además resulta muy caro, entonces ubíquense en que su nivel no da para más allá del área centroamericana.
Obviamente, estos jugadores tienen cierto potencial y futuro, pero no lo suficiente para aspirar a una versión moderna de David y Goliat. Es que, por sí no lo sabían, la esencia tanto del Baloncesto como del Voleibol es justamente la estatura, acompañada de una excelente preparación física y sólida fundamentación técnica.
De tal forma, podemos decir que lo de Chile fue un reprisse de México. Incluso, los tenis coloricos de nuestras seleccionadas desentonaron a la par del calzado parejo de las gringuitas.
Moraleja: no por clasificar ya se tiene nivel premundialista. ¡Para nada, hay que trabajar y muy duro!