Rafael Lara-Martínez
Professor Emeritus, New Mexico Tech
Desde Comala siempre…
Sólo el musgo le otorga fidelidad perenne a la piedra. Guarda una lealtad suprema a su arraigo en el suelo. A su vocación de asentar el paso en la solidez de la tierra. Descubro que su propio idioma lo llama «el florecer de la roca». «La esperanza ósea». La piedra florea bajo la humedad de la sombra. Retirada de todo resplandor le entrega su verde despertar al ojo que desciende la vista y registra su paso en ese brote del invierno. Frío pero constante, excava las veredas del fruto por venir. La escarcha recia ni la blanca nieve opacan su verdor. Las vuelve transparentes al teñirlas de esmeralda. Si se levanta, es porque prosigue el camino del muro, la vía de la pared en piedra encementada al borde por amor a su compañera. Ahí resguarda el jardín. Invade el muro viscoso entre el amarillo de la flor mimosa, el gris del charco, el verde de la hoja en retoño y el café oscuro del otoño. Vestida y sin pudor, la piedra celebra su gala de musgo. https://www.youtube.com/watch?v=T5gu_FCEpdA.