Por: Rolando Alvarenga
Una de las principales claves del éxito del deporte olímpico cubano se debe a que le sacan el máximo provecho a los recursos económicos estatales. El deporte cubano justifica cada peso invertido y está
amarrado a un exigente trabajo, una exigente evaluación y, sobre todo, a buenos resultados en la alta competencia internacional.
En El Salvador, no obstante, la historia es todo lo contrario, ya que el INDES -a través de los años y salvo alguna excepción a la regla- ha desperdiciado millones de dólares en concepto de presupuesto para las federaciones.
Y es que, para lo que somos hoy en día, la erogación de fondos ha resultado ser “pólvora en zopilotes”. Para muestra un botón: entre los años 2009 y 2014, el fútbol recibió 15 millones de dólares y mire usted la chulada de fútbol que tenemos: ¡no asustamos a nadie!
Además, es inconcebible que, a pesar de estarse dando todos los años con la misma piedra, el INDES no haya tenido el talento, ni los pantalones para ordenar financieramente la casa y condicionar la entrega de fondos a la producción de atletas para la alta competencia.
Por ello, las federaciones se han vuelto estériles, ya que saben que nadie les exigirá que produzcan atletas y siempre “papá gobierno” les soltará dinero, sea poco o mucho.
Bajo el pretexto de que “el dinero no alcanza para un fructífero trabajo” casi todas las federaciones no han “fabricado” atletas de alto nivel.
Y a raíz de ello, en el inicio del nuevo Ciclo Olímpico volvemos a vivir la triste y amarga realidad de que no hay relevo generacional.
En buen castellano: la mayoría de federaciones se han vuelto federaciones de deporte infanto-juvenil y recreativo, pero muy poco trascendente.
Por tanto, el INDES debería contratar profesionales cubanos para que asesoren en la formación de talentos y proyectarse así en una siembra efectiva.
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.