Paris / AFP
La gente no migra porque «quiere», afirma la directora general de Unicef, Henrietta Fore, para quien la mayoría de las personas que abandonan sus países huyen de «la violencia, los conflictos y el crimen».
«Los migrantes no se van porque quieren sino porque están obligados a hacerlo debido a la situación económica o a la violencia que reina en sus países», estimó Fore en una entrevista con la AFP en París, coincidiendo con una reunión de ministros de Educación de los países del G7.
Siria, Libia, Centroamérica: la situación de los migrantes es globalmente «catastrófica», apuntó esta estadounidense.
«Las fronteras del norte y del sur de México están sumergidas porque no se corrigen las causas principales» que obligan a los migrantes a abandonar sus países, insistió.
«En Tijuana, una joven madre, que iba con su hijo, me dijo: ‘Yo no quiero irme, pero si me quedo en Guerrero me van a matar'», cuenta la funcionaria del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Situado en la costa mexicana del Pacífico, el Estado de Guerrero se ha convertido en uno de los más violentos de México y en la presa de los narcotraficantes y ajustes de cuentas mortales.
Según el último informe de la ACNUR, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, 70,8 millones de personas en el mundo están desarraigadas, el doble que hace 20 años, debido a guerras, conflictos y persecuciones.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estima por su parte que el número de migrantes internacionales asciende a 200 millones, y el de desplazados internos a 740 millones.
«La humanidad se encuentra en un momento muy particular de su historia moderna con tantos conflictos», afirmó Henrietta Fore. «Nosotros no podemos hacer nada en esta área, pero necesitamos recursos para establecer programas especiales», urgió.
Sin embargo, un llamado de Unicef para recaudar 4.000 millones de dólares para responder a situaciones de emergencia, como la relacionada con los ciclones que devastaron Mozambique, sólo recibió la mitad de los fondos requeridos.
La organización intenta estar presente en las rutas de los migrantes. «Intentamos proporcionarles alimentos, productos de higiene, protección y ayudarles a encontrar a sus familias y pueblos. Las jóvenes, cuando están solas, se vuelven particularmente vulnerables a la trata, al trabajo forzoso y su viaje se vuelve muy peligroso», señaló.
Unicef cuenta con un presupuesto anual de 7.000 millones de dólares, complementado por ayudad de gobiernos y donaciones privadas.