Álvaro Darío Lara
Escritor y docente
Así tituló mi buen amigo, José Roberto Osorio, este agradable y revelador escrito que hace ya algún tiempo vio la luz pública.
En esta ocasión, lo reproduzco parcialmente, sin su permiso, pero con el mejor deseo de celebrar su palabra, tan moralizadora, y tan justa para todos nosotros: “ Recuerdo mis años de niñez y posteriormente los de mi loca y apasionada juventud y no veo que en esas lejanas épocas las personas llevásemos cargando bultos, tanates, fardos, mochilas y otros implementos similares –hoy universalizados- con los cuales parecería que algunos llevan la casa a sus espaldas.
Estudiantes, llevábamos los ´útiles´, en pequeños bolsones, algunos de tela. Y los útiles se reducían por lo general a un cuaderno, simple, sencillo, que no tenía fotografías ni imágenes de personajes de moda, o motivos de esa naturaleza. Utilizábamos un lápiz negro y quizá por la pobreza, lo usábamos hasta que ya no podíamos sostenerlo con los dedos. Si el borrador aún daba señales de vida, lo guardábamos. Ahora observamos niños que se dirigen a los centros de estudio, que van prácticamente aplastados por unos mochilones sobrecargados.
Hombres usaban en la mano, talvez un paraguas según la época del año y las mujeres, sombrillas. Los bártulos de las mujeres, carteras, bolsos, eran pequeños, discretos y sencillos, cómodos de transportar, nada tan enorme como los que hoy se estilan.
Denomino tanates a todas las bolsas, carteras, bultos, fardos, mochilas, etc., etc., que en la época moderna las personas llevan todos los días y a todos lados. La mochila es la prenda más común, en ambos sexos.
Hoy día es posible ver, muy seguido a personas que llevan, no uno, sino varios tanates. Dos o tres. Se conoce que este ejercicio cotidiano produce incluso ciertos problemas de salud.
La portación de tanates puede representar un peligro. Como se sabe el transporte público es muy cómodo y el que lleva una ´mochilona´ castiga al resto de pasajeros ya que los cuidados no abundan en ese ambiente. Representa también un peligro ya que por cuidar sus bultos, no puede sostenerse bien y se ve expuesto a distinto tipo de accidentes.
Yo, anclado en el pasado, prefiero no llevar nada en las manos. Ya he botado o perdido algunas pequeñas cosas. Creo que hay opciones e instrumentos para ya no andar cargando, por ejemplo, documentos, papeles, etc. Prefiero poder usar las manos, para saludar y utilizar algunos apoyos que se ofrecen para la seguridad de las personas, como pasamanos o aferrarme a los tubos horizontales que colocan en los buses. No me gustan las mochilas. Prefiero viajar ´manos libres´.
Esto, de ninguna manera es una crítica o un juzgamiento para nadie. Cada quien es libre de llevar el mundo a cuestas si así lo desea. Como todo cambia, debo indicar que por el momento, me seguiré absteniendo de llevar de paseo, tanates, chunches, bultos, fardos, mochilas y otros enseres parecidos.