Por Fredis Pereira
Máster en Administración y Gerencia Pública
Las autoridades de la Universidad de El Salvador (UES) han forjado las condiciones para una gestión curricular que se distingue por ser asistemática, irracional, informal, aferrada a la obsolescencia, desintegrada, discontinua, cultivadora del secretismo y la mezquindad. Esta manera preferida de conducir la institución ha socavado su potencial y su rol en la sociedad salvadoreña y la aísla de los avances de la comunidad científica.
La regulación que debe de cumplir la gestión curricular para que sea sistemática es ignorada impunemente. En este proceder ha sido ejemplificante la negativa del Consejo Superior Universitario, que por décadas incumplió la obligación de establecer normas generales para la elaboración de los planes de estudio de las distintas Facultades, en plena desobediencia a la Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador. Esto está en sintonía con el mal endémico de mantener planes de estudio desactualizados en transgresión a la Ley de Educación Superior. Los reglamentos relacionados con la gestión curricular también son incumplidos por el personal académico siguiendo el ejemplo de las máximas autoridades universitarias.
La gestión curricular se marca por la irracionalidad porque las autoridades universitarias destinan escasos recursos para su funcionamiento. Esto se manifiesta en la carencia de un programa continuo de formación de todo el personal docente de la universidad, que asegure la actualización permanentemente, y le habilite para cumplir su función dentro de la gestión curricular. Así, buena parte del personal docente de la universidad, por décadas ha realizado las actividades de gestión curricular sin el adecuado entrenamiento y la asistencia técnica suficiente para un desempeño óptimo.
Los procedimientos de la gestión curricular no están establecidos formalmente. A pesar de que, desde el año 2001 el Reglamento de la Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador establece la obligación de contar con manuales y que en las Normas de Control Interno se ratifica la obligación de aprobar los manuales de procedimientos, todavía sigue pendiente esta tarea. Así, la universidad se encuentra en desventaja para cumplir los parámetros de la Ley de Mejora Regulatoria, con relación a todos los procedimientos institucionales, que debe cumplirse desde abril de 2019.
La gestión curricular se aferra a la obsolescencia como estrategia para mantener feliz a una planta docente estancada. El estancamiento del personal docente es un hecho que hizo notorio el informe final de evaluación de la acreditadora internacional Hcéres; situación que es incompatible con la actualización curricular que ordena la Ley de Educación Superior.
Así, el personal académico que ha aprendido por décadas de experiencia laboral, que puede ascender mediante subterfugios contrarios a la ética pública y mecanismos discriminatorios, tiene más disponibilidad en preferir los currículos obsoletos que en promover la innovación curricular.
Los documentos técnicos que regulan y registran la gestión curricular se mantienen en secreto por la deficiente difusión oportuna. Entre los procesos de selección y contratación de personal docente, no existe un proceso de inducción y entrenamiento del personal docente que difunda, entre otros asuntos, el modelo educativo y política y lineamientos curriculares de la Universidad de El Salvador, la guía técnica y metodológica para la actualización de planes de estudio de pregrado de la Universidad de El Salvador, y la reglamentación universitaria aplicable; propiciando así la desarticulación y la desintegración institucional, que genera condiciones pare el desperdicio de recursos valiosos.
Los vagos esfuerzos en promover la actualización curricular es un fenómeno marcado por la discontinuidad. Estos tienen mayor vigencia en los discursos cargados de promesas en las campañas electorales de los funcionarios universitarios.
En lo rutinario, se mantiene en secreto el quehacer de las comisiones curriculares y de los comités técnicos asesores, no se convoca a la asamblea de personal académico para presentar propuestas de mejora curricular, y se desconocen los resultados del quehacer en función de la innovación curricular que prometen. ¿Quién se atreverá a sacar del estancamiento a la UES?