Por Martin Parry
Sídney/AFP
La Gran Barrera de Coral australiana sufrió este año la mayor muerte de corales jamás observada, despertando temores sobre el futuro de esta joya natural inscrita en el Patrimonio de la Humanidad, anunciaron científicos este martes.
El delicado ecosistema, que se extiende sobre una superficie de 2.300 kilómetros de largo –el mayor del mundo–, vivió su peor episodio de blanqueo a causa del calentamiento de la temperatura del agua entre marzo y abril.
La zona norte de la Gran Barrera, la más inaccesible, fue la más afectada.
El Centro de Excelencia para los Estudios de Arrecifes Coralinos de la universidad James Cook realizó este año reconocimientos aéreos de este emblema de Australia, así como estudios submarinos.
Los análisis revelaron que, en un área de 700 kilómetros en el norte de la Gran Barrera, dos tercios de los corales murieron en los últimos ocho o nueve meses.
«La mayoría de las pérdidas de 2016 ocurrieron en la parte más septentrional, la más intacta, de la Gran Barrera», dijo Terry Hugues, director del Centro.
«Esta región sólo había sufrido daños menores en los dos anteriores episodios de blanqueo en 1998 y en el año 2000, pero esta vez resultó gravemente afectada».
Más al sur, en las zonas central y meridional, incluida las áreas turísticas de Cairns y las islas Whitsunday, los daños fueron muy inferiores, ya que no estuvieron tan expuestas al calor.
El blanqueo es un fenómeno de debilitamiento provocado por condicionales anormales como el incremento de la temperatura del agua. En situaciones de estrés, los corales expulsan las algas simbióticas que les dan su color y sus nutrientes.
Los arrecifes pueden recuperarse si se enfría el agua, pero acaban muriendo si el fenómeno persiste.
Los defensores del medioambiente, que culpan los gases de efecto invernadero del calentamiento global, volvieron a exigir este martes el fin de la explotación de las minas de carbón.
Los esfuerzos australianos
«Éste es el precio devastador que pagamos cuando el Gobierno australiano sostiene a duras penas la industria del carbón», lamentó Shani Tager, de la ONG Greenpeace Australia. «Un plan creíble para proteger el arrecife debe empezar por el calentamiento global y la prohibición de nuevas minas».
Canberra asegura que jamás hizo tantos esfuerzos para proteger la Gran Barrera, que también sufre las consecuencias de los vertidos agrícolas y la proliferación de estrellas de mar que destruyen los corales.
Australia se comprometió a gastar más de 2.000 millones de dólares australianos (unos 1.490 millones de dólares estadounidenses) en un plazo de 10 años.
En 2015, la Unesco estuvo a punto de incluir la Gran Barrera en su lista de patrimonios en peligro y, antes del 1 de diciembre, Canberra deberá entregarle un informe que explique sus esfuerzos por proteger los corales.
Los investigadores consideran que serán necesarios entre 10 y 15 años para que la parte norte recupere sus corales, pero temen que entretanto se produzca un cuarto episodio de blanqueo masivo.
Si los niveles de gases de efecto invernadero siguen creciendo, avisó el Centro este año, estos episodios ocurrirán cada dos años de aquí a mediados de los años 1930.
Dado el tiempo que necesitan los corales para recuperarse, «es posible que perdamos extensas zonas de la Gran Barrera en apenas 20 años».
Por ahora los turistas no deberían comprobar el blanqueo ya que las zonas más accesibles son las que menos sufrieron.
«La buena noticia es que los dos tercios meridionales del arrecife sólo tuvieron daños menores», dijo Andrew Baird, que realizó las investigaciones submarinas de octubre y noviembre. «Una media del 6% de los corales blanqueados de la región central murieron en 2016, y sólo el 1% en el sur. Los corales recobraron sus colores vivos y esos arrecifes están en buen estado».