Iván Escobar
Colaborador
Este 20 marzo de 2023 inició el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, lo cual era un momento de trascendental importancia para nuestros ancestros, quienes entre los días 19 y 21 del tercer mes de cada año, agradecían al creador y formador de vida, el permitirles estar en armonía con la naturaleza, por lo cual pedían fuerzas para preservar y cuidar esa armonía en bien de todos. La tradición hoy en día se mantiene, es así que este martes 21 de marzo se llevó a cabo una ceremonia ancestral maya, en San Andrés.
El centro ceremonial San Andrés se ubica en el valle de Zapotitán, departamento de La Libertad, y es para los líderes espirituales y la comunidad indígena uno de los lugares “muy energético en todo el país”, recalcó el Tata Dagoberto Coto, del Círculo de Estudios Mayas Caji Ajpu, responsables de la jornada ceremonial de esta fecha.
A este lugar llegaron representantes de diferentes comunidades del país, invitados por el Círculo de Estudios Mayas, que es un espacio de enseñanza y conocimiento ancestral, basado en la filosofía Maya, y la herencia cultural de nuestro país. Este colectivo, al igual que otras representaciones indígenas salvadoreñas desarrollan en el año cuatro ceremonias: una por el equinoccio de primavera, otra por el equinoccio de otoño; otra más por el solsticio de invierno, y una por el solsticio de verano, se realizan cada tres meses, tal y como lo indican las enseñanzas ancestrales.
“Estamos experimentando y enfrentando tiempos difíciles, y es necesario el despertar de conciencia”, manifestó Juliana Ama, lideresa indígena de Izalco, Sonsonate, quien participó de la ceremonia ancestral de Equinoccio de Primavera, y aprovechó para hacer un llamado a rescatar la memoria indígena, cuidar esa armonía con la naturaleza y, sobre todo, valorar la vida, así como lo hacían las abuelas y abuelos.
En ese sentido, añadió que es oportuno “abrir nuestro corazón, y creo que pedirle al Creador, al gran espíritu del universo que a través de los abuelos regrese la sabiduría ancestral”, enfatizó, en referencia a que los nuevos tiempos no deben dar paso al olvido y mucho menos lleven a negar la identidad indígena que el pueblo salvadoreño ha sufrido por año.
Juliana Ama, es descendiente del líder indígena Feliciano Ama, quien fuera asesinado junto a miles de indígenas de la zona occidental del país, y otras comunidades originarias en 1932 por el régimen del General Maximiliano Hernández Martínez.
“Para que nosotros, estas generaciones, lo poco que hemos percibido y que lo practicamos cada día (es necesario que) lo vayamos enriqueciendo, principalmente en este día del Equinoccio de primavera…la mayoría que se encuentra dormida no siente ese cambio, hay que pedir de lo alto la sabiduría para que cada día nuestros conocimientos ancestrales afloren, y la humanidad pueda tener un cambio lleno de amor, lleno de esperanza, y lleno de caridad”, preciso Juliana Ama.
Por su parte, el Tata Dagoberto Coto, destacó que hoy “se le da la bienvenida a la energía que va a regir todo este nuevo año de 365, que es el Jum Imox, el abuelito cocodrilo, a él le estamos encomendando el invierno que se aproxima, que nos traiga lluvia suficiente para que no falten los alimentos, y no tener crisis de agua… y más que todo que abra nuestros corazones, que nos dé el entendimiento y nos ayude con las emociones”.
El líder espiritual llamó a ponernos en sintonía “para poder captar los mensajes del universo y poder equilibrar nuestras emociones”.
También explicó que los elementos que en esta oportunidad integraban el altar dedicado a las abuelas y abuelos “está en armonía con la naturaleza, procuramos que haya muchos elementos dulces para que se impregne en el ambiente y podamos irnos cada uno de nosotros con esa sensación de dulzura, poderlo llevar a nuestras comunidades, a nuestro trabajo, a nuestros vecinos, a todo el mundo”.
La Nana Mercedes también miembro del círculo de estudios mayas Caji Ajpu, recordó que “nuestros abuelos Mayas eran muy sabios y desde el principio de los tiempos observaban todo lo que les rodeaba, y estaban en contacto con toda la naturaleza, y por eso todos sus templos, pirámides, y ciudades están orientadas a los cuatro puntos cardinales”.
Asimismo, dijo que esa sabiduría ancestral, permitió que los abuelos y abuelas entendieran el transitar del astro sol, el cambio de las estaciones del año, a pesar de que se dice que en tierras como las nuestras no están marcadas las cuatro estaciones del año, como en otras latitudes. “Pero hoy recibimos la luz de nuevo, aunque aquí en El Salvador las estaciones no son tan marcadas, y algunas personas dicen: que ridículos, cómo es que viene la primavera. Pero hay que observar la naturaleza, en los últimos días, todos los pájaros tienen nidos, los jardines y árboles están floreciendo, se ve la vida que está brotando, se ve alegría, y eso mismo lo tenemos que traer a nuestra vida”, precisó.
“Todas las civilizaciones sabían de estos cambios de estaciones. Y verlo desde la dimensión espiritual es fundamental, comunicarnos para encontrar el objetivo de nuestra vida. Porque para los abuelos la misión del ser humano es: ser agradecido con el creador y formador, y servir”, concluyó.
El encuentro permitió un espacio de armonía, de conocimiento e intercambio entre representantes de distintas comunidades. Se ofrendaron al sagrado fuego productos de la tierra, se danzó, se cantó, se rindió un espacio de agradecimiento a la madre tierra, al astro sol, al viento y al agua, como elementos centrales de la vida, como lo hacían en el pasado los primeros habitantes de este territorio que hoy se llama El Salvador.
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