Washington/AFP
Douglas Gillison
El presidente Donald Trump inicia 2018 con su agresiva agenda comercial «Estados Unidos primero» y China es el primer objetivo de su ofensiva.
Mientras se encamina a codearse desde el jueves con líderes mundiales en el Foro Económico Mundial de Davos, un ámbito que rinde culto al libre comercio, Trump ha causado enfado desde Berlín a Pekin al imponer tarifas a las importaciones de lavarropas y paneles solares chinos y surcoreanos.
Además ya se vislumbran decisiones sobre el aluminio chino, el acero y la propiedad intelectual.
«Estamos en un momento particularmente peligroso», dijo a la AFP, Edward Alden analista del Council on Foreign Relations. «Esta es una continua escalada de la administración de Trump», añadió.
Trump llegó a la Casa Blanca el año pasado con una agenda económica nacionalista. Se propone revivir las fábricas en Estados Unidos castigando lo que considera prácticas comerciales ilegales de otros países y reducir los déficits comerciales. Su dedo proteccionista apunta directamente a China y México a los que acusa de robar empleos a los estadounidenses con sus acciones comerciales o por su mano de obra más barata.
Al firmar el martes nuevas tarifas contra productos chinos y surcoreanos subsidiados, Trump dijo que quiere «demostrar al mundo que Estados Unidos ya no permitirá que le saquen ventaja».
Tras esos comentarios, el ministro interino de Comercio de Alemania Peter Altmaier dijo que buscará dialogar con Estados Unidos para defender el libre comercio. Y la propia canciller germana Angela Merkel rechazó este miércoles en Davos las acciones unilaterales.
«Si pensamos que las cosas no son justas, que los mecanismos no son recíprocos, entonces tenemos que encontrar soluciones multilaterales y no unilaterales», dijo Merkel.
Corea del Sur a su vez ya anunció que llevará a la Organización Mundial de Comercio sus quejas sobre las acciones de Washington.
«Proteccionismo puro»
Las medidas de Trump son «proteccionismo puro», dijo Scott Miller del Center for Strategic and International Studies. Washington «decidió proteger a esas empresas (nacionales) a expensas de la competencia limpia», afirmó.
Los socios comerciales de Estados Unidos que ansían saber cuán lejos llegará Trump poniendo barreras al comercio, tendrán la respuesta en las próximas semanas, dijeron analistas.
«El primer año de gobierno, al menos en materia comercial, fue más de ladridos que de mordidas», dijo Miller a la AFP. Las decisiones de Trump de esta semana «fueron las primeras acciones presidenciales concretas».
Analistas dijeron que las consecuencias pueden ser pocas para las lavarropas y los paneles solares pero las medidas son simbólicas. Y Trump es ahora proclive a dar nuevos pasos, lo cual abre la perspectiva de que China tome medidas de represalia.
El departamento de Comercio puso este mes en el escritorio de Trump informes sobre el acero y el aluminio de China y análisis sobre como esos productos pueden poner en riesgo a la industria estadounidense de defensa y, de ese modo, la seguridad nacional.
Trump también está en posición de decidir si aplica represalias sobre el trato de China a los derechos de propiedad intelectual.
Firmas estadounidenses denuncian desde hace tiempo exigencias de China a las inversiones extranjeras que incluyen la obligación de compartir información y tecnología.
«China puede hacer lo que quiera»
Trump amenaza con retirar a Estados Unidos de tratados comerciales que considera perjudiciales para su país. Actualmente negocia con Canadá y México la actualización del TLCAN y exige cambios resistidos por sus socios.
Sin embargo Miller dice que a pesar de su retórica agresiva, la Casa Blanca será presionada para no exponer a Estados Unidos a acciones de represalia.
«Si hacemos eso con el aluminio y el acero ¿qué diremos cuando China haga lo mismo con los semiconductores?», dijo. «No podremos decir nada», añadió.
Sería muy fácil para Pekín tomar represalias que perjudiquen a zonas y sectores estadounidenses que respaldan a Trump, dijo. Podría por ejemplo bloquear sus importaciones de granos estadounidenses, dijo Miller. «China puede hacer lo que quiera» remarcó.
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