Tania Primavera,
Escritora
Olvidó sus anteojos en la mesita de noche. Había estado leyendo el libro sobre Marianela García Villas que Karina le entregó en las afueras de la U, aquella noche del último día de enero, al salir de la conferencia que realizó sobre Prudencia Ayala, ante una importante audiencia. Hay una historia para cada momento. La historia del presente. Recordó a Nivin Indra, la historiadora de suiza joven y sonriente. Arden los ojos, tantos años trabajando con ellos leyendo tantos libros de otros que fueron publicados ya. Salió corriendo por las calles de San Salvador hacia el trabajo. La noche anterior, apagó luces temprano, solo logró leer algunas páginas. Anselmo Palini en ese libro describe los rasgos y virtudes de Marianela, nacida el 7 de agosto de 1948, y asesinada en 1983, una muchacha alegre, filósofa, abogada, amiga de la paz y el amor, y su osadía en ese terrible tiempo, por ir a defender a los más pobres, a los llamados revoltosos, a quienes no tenían voz, a fotografiar las muertes violentas, a viajar a congresos de derechos humanos y dar testimonio de algo que muchos no creían. Ella si fue una verdadera “defensora de derechos humanos”. Uf…Pausa la lectura, es realmente impactante. La historia del presente. Hay libros en cola para leer. Aquella escritora invisible. Comienza a caminar entre las letras de los libros, todos sobre El Salvador. Aun no hay tiempo para otros. A veces baja a los abismos de la oscuridad, la tristeza y desolación. Pocas veces algo ha sido fácil. Falta el libro que le dio Lucha, el que le donó Leire, este, otro, arden los ojos cansados. En desencanto ve pasar el momento con palabras sin sentido, en zen-ti-do. La historia del presente ve el panorama donde no esta rico, su dios, su ángel. Donde un chat se convierte en historia y humo. Nadie le escribe. Nadie le llama. Nadie se acerca. Ha quedado vacía la vida social. Un día, en el estudio de un pianista, Fabio tenía un libro del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, era “Hombres de maíz” publicado en 1949, y él dijo: dame un número y busco la página. Dijo: 15. Y de repente, comienza a leer algo que la dejó sin palabras, extasiada de tanta belleza y perfección, y recordó que aun no ha leído de él, y que faltan muchos libros, luego la conversación honesta donde no pudo responder tanto, no se puede porque para qué divulgar tesoros dolientes escondidos en su corazón. Mejor hojeo la novela sin publicar que le mostró. El único que sabe un poco, es solo un espectro de un pasado que no quiere dejar atrás. Ahora solo un clic a un botón y borras todo. Pero no se puede borrar la historia del presente. Sigue pasando. Sigue pensando donde estará. La radio holandesa tiene un programa interesante de música barroca. Gracias R, gracias R, por creer. El temblor de media noche la desveló un poco. Las fotos de las personas torturadas en 1981 que vio ayer, siguen en su cabeza. ¿Lista para la muerte? Falta borrar archivos, fotos, cartas viejas. ¿Lista para la muerte si llega como llega la vida sin darse cuenta? No sabe. Mañana, quiere tomar un bus cualquiera, tal vez comprar bálsamo para el incienso en ese pueblo donde habitan esos árboles. Ver gentes nuevas en parques y conversar. Quiere abrazar el árbol cercano al lago de Coatepeque. La bromelia dio su flor. Las botas ya se abrieron las suelas de tanto usarlas y caminar. La idea es hacer un laberinto, donde el presente sea historia. Y vos, con tus mas de 100 quimios. O vos con la sonrisa iluminando un recuerdo viendo el libro de Monseñor con sus fotos, y un mensaje que no llegó. La casa de los Salarrué se quedará esperando su visita. Quiere tomar un bus y buscar algún pueblo que no conoce. Sin saberlo ha ido dejando la humanidad y entrando en las páginas. Las perras aguacateras le acompañan: Lira, Diama, Noche Gauguin. La literatura salva. La pintura salva. Desde varias perspectivas igual, la historia del presente sigue escribiéndose. Ella y sus dramas existencialistas, esquiva todo viendo en su celular documentales de personajes en la historia universal, y duerme.