Moscú/Rusia/AFP
Si hubiera escuchado a sus compañeros de equipo, Toni Kroos no habría marcado nunca el antológico gol en el último suspiro para la victoria 2-1 de Alemania ante Suecia, el sábado en Sochi, y los campeones del mundo estarían con pie y medio fuera del Mundial.
Ese gol histórico tiene a su vez una leyenda propia: cuando Timo Werner consiguió la falta en el lado izquierdo del área quedaban treinta segundos del tiempo añadido. Kroos y Marco Reus se dirigieron directos hacia el balón.
Desde el banquillo, el defensa Mats Hummels, que no jugó el partido por un dolor cervical, intentaba comunicarse con Kroos: «Le grité muy fuerte que debía centrar» para buscar el remate de cabeza de un compañero de equipo, relata Hummels. «Después me lo reprocharon en el vestuario», reconoció con una sonrisa.
En el campo, Reus, con la confianza por las nubes desde que había empatado el partido en el minuto 48, se dirigió a Kroos y le pidió tirar él mismo esa falta, considerando que era capaz de marcar directo pese al poco ángulo y la barrera de dos jugadores.
Kroos contó su respuesta: «Le dije que no estaba convencido». La autoridad del jugador del Real Madrid hizo el resto: «Luego nos decidimos por una combinación que permitiera abrir el ángulo de tiro».
El resto es lo que todo el mundo pudo ver en el estadio y en las pantallas de todo el mundo. Kroos dio un pequeño pase en corto a Reus, situado a su derecha y que se la acomodó a su compañero, para que Kroos enviara un misil a la escuadra contraria.
Alemania ganó 2-1 a Suecia y salió de una situación crítica, ya que un empate le hubiera dejado con la clasificación a octavos muy difícil.
La victoria frente a los suecos, después de la caída ante México en el debut, revitaliza a Alemania, que se jugará la clasificación el miércoles en su partido de la tercera jornada contra Corea del Sur.