Por Hugues Honore/Trollhättan/AFP
El hombre que mató a dos personas en una escuela en Suecia, país en primera línea en la acogida de migrantes, estaba animado según la policía por su odio a los extranjeros, en un contexto de creciente hostilidad en Europa hacia los refugiados.
Los partidos antiinmigración progresan en varios países europeos, los ataques contra los refugiados que llegan al continente se multiplican y los discursos se radicalizan cada vez más.
La policía alemana ha desbaratado proyectos de ataques contra centros de acogida de solicitantes de asilo, mientras que en Suecia se han registrado en lo que va de año unos 15 incendios en centros de este tipo, la mayoría de origen criminal.
El carácter «racista» del asesinato el jueves, con arma blanca, de dos personas de origen extranjero en la escuela de Trollhättan, ciudad al sudoeste de Suecia, aparece por la selección de las víctimas en función de su origen. Esta escuela acogía mayoritariamente a niños inmigrantes.
Vestido de negro, luciendo una máscara de «La guerra de las galaxias» y un casco parecido a los que llevaba el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, el joven agresor «eligió a sus víctimas en función de su origen étnico», precisó un oficial de la policía, Niklas Hallgren, a la televisión pública SVT.
Identificado por la prensa sueca como Anton Lundin-Pettersson, nativo de Trollhättan, y que expresaba en las redes sociales un gran interés por Hitler, el agresor había publicado recientemente en Facebook un llamamiento de la extrema derecha sueca a organizar un referéndum sobre la inmigración.
Igual que ocurre en Francia, Austria o Suiza, el reino escandinavo -que debería recibir a 190.000 refugiados este año- conoce también un fuerte avance de la popularidad de la extrema derecha.
Así, el partido de los Demócratas de Suecia, tercero por escaños en el parlamento, tiene 15,7% de buenas opiniones según un sondeo del instituto Skop publicado este viernes, y registra su mayor alza desde junio.
Creciente resistencia a Merkel
En Alemania, 13 personas sospechosas de haber planificado ataques contra centros de acogida fueron detenidas el miércoles en Bamberg (sur). Y la policía señala que aumentan los delitos contra estos centros, reflejando la creciente resistencia a la política de acogida del gobierno de la canciller Angela Merkel.
El pasado fin de semana, una responsable para los refugiados de la ciudad de Colonia, y candidata a la alcaldía, fue apuñalada por un hombre cercano a la extrema derecha. La mujer, que sigue hospitalizada, fue elegida alcaldesa el domingo.
También en Suiza se produjo una espectacular progresión en las recientes legislativas de la UDC, la derecha populista antiinmigración y hostil a la Unión Europea. En Austria, el jefe del partido de extrema derecha FPÖ, Heinz-Christian Strache, obtuvo en las municipales el mejor resultado del partido en la capital, Viena.
El presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker advirtió acerca «una Europa que ‘se mira el ombligo’, (…) que se cierra ante las esperanzas y las expectativas de los demás», mientras miles de personas siguen llegando en masa, a través de los Balcanes, al acercarse el invierno boreal.
Este viernes por la mañana, 5.000 refugiados esperaban, en medio del frío, atravesar el puesto fronterizo de Berkasovo entre Serbia y Croacia, según el Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
En la bruma matinal, los migrantes encendían fuegos para calentarse, mientras otros dormían en suelo, cubiertos con mantas.
«Hay muchos niños.¡Es una catástrofe!» exclamó un policía serbio.
Situados en el corazón de una crisis migratoria sin precedentes, los países de los Balcanes esperan mucho de la minicumbre con la UE, prevista este domingo en Bruselas. Eslovenia, Bulgaria, Hungría, Rumania y Croacia piden apoyo financiero.
Totalmente superada por los acontecimientos, Eslovenia, uno de los pequeños Estados de la llamada zona Schengen, amenazó con imitar a Hungría, erigiendo una valla antiinmigrantes.
El comisario europeo de Migraciones, Dimitris Avramopoulos, visitó el jueves Eslovenia y recordó que todos los países tienen el «deber de acoger a quienes necesitan desesperadamente ayuda».