Salvador Ventura
El comunismo (doctrina económica, salve política y social que defiende una organización social en la que no existe la propiedad privada de los medios de producción ni diferencia de clases) es el “responsable de ensuciar las ciudades deteniéndolas en su desarrollo y congelándolas en el tiempo y termina aniquilándolas”, según el extraño modo de pensar de El Diario de Hoy.
Es decir de su director o el encargado de escribir los editoriales. El caballero pone de ejemplo la ciudad de San Salvador “primero bajo los duartistas y ahora, con los comunistas, que simplemente se cargaron el centro histórico, faena en la que los acompañan las pandillas”. Y para mostrar sus conocimientos agrega otros ejemplos de “ciudades destruidas”.
Chile, país, también “quedó destruido después de Allende”, y “Buenos Aires al término del peronismo”, el “estado ruinoso de La Habana castrista y el derrumbe que ya se hace patente en Caracas y no escapa a esta dinámica nuestro San Salvador”. La cuestión es odio ideológico, no superar la era del feudalismo y el esclavismo y continuar prisionero en las cavernas.
Una ciudad es el reflejo de la vida de sus propios habitantes, una colonia o una residencial puede ser más fresca, limpia y agradable si sus residentes cumplen con las ordenanzas municipales y si tienen la iniciativa de sembrar árboles, cuidar los jardines y los parques, además si la alcaldía municipal recoge diariamente los desechos sólidos.
Por largos años la ciudad de San Salvador fue dividida en dos o tres partes, la del occidente y el oriente, calles y avenidas amplias con muchos negocios, restaurantes, cafetines, oficinas y residencias de lujo; la “de abajo” con otro tipo de centros comerciales, pero conservando los “viejos” edificios y el bullicio de los vendedores formales e informales. El Buenos Aires que conocimos no hace muchos años mantiene la Avenida 9 de Julio como una de las más anchas e importantes del mundo; también está la Avenida Corrientes donde se ubica la Plaza República con el famoso obelisco, donde en 1812 por primera vez fue izada la bandera nacional.
Buenos Aires se ha edificado y ha crecido con su belleza característica por una colaboración nunca escrita entre sus habitantes y el gobierno provincial, los porteños disfrutan del buen teatro, de los conciertos, del famoso mate y también de otro tipo de bebidas, lo hacen en un ambiente sano y cordial. Perón nada más es ahora un símbolo de un gobierno pasado.
La Habana, señor director, tiene sus especiales encantos y conserva la arquitectura de sus antiguos edificios gracias a la ayuda de la UNESCO y gobiernos europeos. Su centro histórico ha sido declarado patrimonio de la humanidad. La bahía es sede del puerto de la ciudad, calificado como uno de los más abrigados y seguros de América.
Desde hace unos años se realizan proyectos de recuperación ambiental para la bahía que incluyen recogida de desechos sólidos, dragado, la construcción de una planta de tratamiento de residuales en el río Luyanó y el uso de bacterias especializadas en la descomposición del petróleo, uno de los más importantes contaminantes.
Los habaneros son felices en su ciudad, la revolución de Castro no la destruyó ni la emprendió contra las antiguas edificaciones como sí hicieron los gobiernos de la dictadura militar y los alcaldes de San Salvador, derrumbando el antiguo Correos Nacionales, la Casa Ambrogi, la Cafetalera o descuidando los portales del centro histórico. Checoslovaquia, fue gobernada por socialistas y Praga, su capital, es monumento de la UNESCO, ciudad de las cien torres y una de las ciudades más hermosas del mundo, jamás fue cambiada en su identidad y, por el contrario, se abrieron más espacios para la diversión del grupo familiar.
Se conservaron el ayuntamiento de la Ciudad Vieja con el famoso reloj astronómico, las callejuelas del Barrio Judío, los cafés llamando a sentarse un rato, tiendas de moda y cruceros por el río Moldava. El puente de Carlos, la iglesia barroca San Nicolás, la más hermosa de Praga. ¿Por qué señor director no habla de esta joya de ciudad tan cuidada por el comunismo?
Y qué decir de Moscú con toda su belleza arquitectónica, sus amplias avenidas, su gigantesco centro comercial, sus teatros y museos, tan celosamente cuidados por los sucesivos gobiernos socialistas. Y así podríamos seguir por viajes imaginario por muchos países y ciudades del mundo administrados por los comunistas. La ruindad de las ciudades es producto de la insensibilidad de las personas, La Habana, Buenos Aires, Caracas, San Salvador, se mantendrán con su antigua arquitectura y también con las modernas edificaciones, jamás el odio ideológico y visceral de seres conservados en la prehistoria destruirá la identidad de los pueblos.