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Amazonia brasileña, pulmún del mundo, sigue disminuyendo.

La incógnita sobre la futura política climática de Brasil pesa en la COP24

Katowice / AFP

Anna Pelegri

En el pabellón de Brasil de la COP24 en Katowice, las conferencias y encuentros entre empresas y representantes políticos no cesan. Pero esta activa promoción de la acción climática nacional está empañada por la incógnita sobre si el futuro presidente Jair Bolsonaro mantendrá al gigante suramericano dentro del Acuerdo de París.

En esta ciudad minera de Polonia, la delegación brasileña negocia desde principios de mes con sus pares de la comunidad internacional la manera de aplicar este compromiso alcanzado en 2015 para contener el cambio climático. Contactados por la AFP, sus representantes se negaron a pronunciarse sobre cómo puede cambiar el papel de Brasil – especialmente relevante por albergar la Amazonia, «el pulmón del planeta» -, cuando el ultraderechista Bolsonaro asuma el poder el 1 de enero.

«El tiempo apremia». «Todos tenemos que aumentar nuestro nivel de ambición» dijo el miércoles el ministro brasileño de Medio Ambiente, Edson Duarte, subrayando que Brasil cumplió en 2017 con sus objetivos de reducción de emisiones.

Pero también la sociedad civil brasileña está tomando la palabra en la COP24 para advertir de las «nefastas» consecuencias de una salida del Acuerdo de París, – una posibilidad barajada durante la campaña por Bolsonaro -, y mostrar que parte de sus empresas, instituciones y comunidades ya emprendieron la transición ecológica y no están dispuestas a dar marcha atrás.

– «Mucho que perder» –

Además del impacto medioambiental que supondría abandonar las políticas climáticas, su mensaje es claro: a diferencia de Estados Unidos, Brasil no puede permitirse económicamente salir del Acuerdo de París. «Tenemos mucho que perder, nuestra economía está mucho menos diversificada, depende en un 20-30% del uso de la tierra», así como de las exportaciones, afirma a la AFP André Guimaraes, cofacilitador de la Coalición Brasileña sobre Clima, Bosques y Agricultura.

Bolsonaro «está jugando con fuego. No hay que olvidar que la industria agrícola lo apoyó para su elección», afirma el portavoz de esta coalición que reúne a casi 200 empresas y asociaciones, entre estas la Abag (Asociación Brasileña del Agronegocio) y la SRB (Sociedad Rural Brasileña), si bien admite que no todo ese sector está comprometido en preservar la Amazonia.

Si la deforestación sigue en aumento en Brasil – + 13,72% entre agosto de 2017 y julio de 2018 -, esto «impactará negativamente en los esfuerzos globales para frenar el calentamiento», afirma Carlos Rittl, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima de Brasil.

Un regreso a los niveles de hace 15 años supondría 3 gigatoneladas adicionales de emisiones de CO2, estimó Rittl. El año pasado, las emisiones de gases de efecto invernadero totalizaron en el mundo 53,5 Gt.

– El papel del ejército –

Por ahora, la política climática de Bolsonaro es incierta. Crítico con la lucha contra el calentamiento, el futuro presidente nombró al frente del ministerio de Medio Ambiente al abogado derechista Ricardo Salles, exresponsable del área de Sao Paulo y criticado por algunas ONG que lo consideran un aliado del sector ruralista.

«Algunas declaraciones son muy preocupantes, pero es posible un diálogo con algunos sectores. Los militares, aunque les preocupa la soberanía nacional, no quieren que se destruya la Amazonia. Y hay un grupo de economistas que entienden perfectamente que a Brasil le irá mal si sale del Acuerdo de París», según Alfredo Sirkis, secretario ejecutivo del Foro Brasileño sobre Cambio Climático.

Esta voluntad de tender puentes con el futuro gobierno es compartida por muchos responsables presentes en Katowice.

– Brasil «no tiene una California» –

Como reconoció Sirkis, Brasil es un país más centralizado que Estados Unidos por lo que difícilmente podría organizarse una oposición climática al gobierno de Bolsonaro como sucede con Donald Trump, después de que este decidiera la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París.

Brasil «no tiene una California», resumió.

El diputado del Partido Verde Evandro Gussi estima por su parte infundada la preocupación: «Lo que me importa es la cuestión práctica y en tanto que parlamentario, Bolsonaro contribuyó a que se aprobara la ley nacional sobre biocombustibles», sostiene a la AFP, si bien estos son criticados por muchos ambientalistas porque fomentan la deforestación.

«Tengo un video con Bolsonaro 15 días antes de la elección en el que me asegura que seguirá apoyándonos en este asunto», imágenes que enseña a todo aquel que pasa por el pabellón de Brasil preguntándose qué pasará después del 1 de enero.

 

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