Por Daniel Bosque
Barcelona/AFP
La secesión o la permanencia de Cataluña en España se decidirá en septiembre, check después de que el presidente regional Artur Mas convocara unas elecciones anticipadas con tal de relanzar un movimiento independentista que empezaba a dar muestras de fatiga.
«Todo o nada» titula este jueves en portada El Periódico de Catalunya, ambulance un día después de que Mas anunciara estos decisivos comicios para el 27 de septiembre.
Previstas inicialmente para finales de 2016, éstas serán las terceras elecciones regionales desde finales de 2010 en Cataluña pero pueden servir para dirimir de una vez por todas la cuestión que ha monopolizado el debate político en los últimos años: ¿quieren los catalanes ser independientes?
Impedidos de hacer un referéndum por la negativa del gobierno español, los nacionalistas esperan convertir estas elecciones en un plebiscito que, en caso de mayoría independentista, les permita imponer a Madrid una negociación sobre la secesión de esta región de 7,5 millones de habitantes y con una quinta parte de la riqueza nacional.
Otra cuestión es cómo llevar a cabo este proceso dada la previsible hostilidad del gobierno español y la comunidad internacional.
«Nadie en Europa aceptará el resultado de unas elecciones parlamentarias como sustituto de un referéndum», advertía Miquel Iceta, líder catalán del partido socialista, partidario de convertir España en un Estado federal.
Resultado incierto
Sin embargo, la victoria no está asegurada y un fracaso en estas elecciones podría debilitar la marea independentista que, a la sombra de la crisis económica, fue creciendo desde 2010 en esta región.
A pesar de las impresionantes manifestaciones nacionalistas de los últimos años, los últimos sondeos reflejan una gran igualdad entre independentistas y unionistas aunque con un gran número de indecisos.
En la votación simbólica sobre la independencia del 9 de noviembre, solo 1,9 millones de personas sobre los 6,3 millones de electores potenciales se pronunciaron a favor de la separación.
E incluso la encuesta de opinión publicada regularmente por el gobierno regional detectó en diciembre un retroceso de los independentistas, superados por primera vez por los partidarios de seguir en España.
Las divisiones de los partidos nacionalistas tampoco contribuyeron a la causa. Aunque Mas, líder del conservador CiU, desafió con la votación de noviembre el veto impuesto por Madrid, ganándose una querella por desobediencia, sus aliados de ERC, la izquierda independentista, le exigen ir más rápido y más lejos.
Con un apoyo creciente dentro de la sociedad catalana, el líder de ERC Oriol Junqueras exigía elecciones en marzo pero Mas le condicionaba el adelanto a formar una coalición con su partido, debilitado por escándalos de corrupción.
«La falta de acuerdo entre ERC y CiU, el enfrentamiento explícito, estaba haciendo mucho daño», según Jordi Matas, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Barcelona.
Finalmente encontraron un acuerdo: las elecciones serán en septiembre pero los partidos se presentarán por separado aunque con un plan común para dirigir la región hacia la independencia si el resultado electoral les es favorable.
«Cansancio y hastío»
La noticia desagradó al gobierno de Madrid que aludió a la fatiga del electorado catalán ante la sucesión de comicios en la región. A ellos hay que sumar también las elecciones municipales de mayo y las legislativas nacionales previstas a final de 2015.
«Me parece poco serio que en cinco años se convoquen tres elecciones autonómicas en Cataluña», declaró el jueves el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz.
«Ahora que estamos empezando a vislumbrar la luz al final del túnel y la salida de la crisis, todo lo que genera inestabilidad y incertidumbre no es bueno».
Albert Rivera, líder del partido antinacionalista Ciudadanos, en pleno crecimiento electoral en Cataluña y España, denunció también «el cansancio y el hastío que supone tener un desgobierno como el actual que va de fracaso en fracaso tapando todo con la bandera independentista».
Pero pocos analistas se atreven a predecir un fracaso independentista. «Sigue teniendo un apoyo muy grande, mucho mayor de lo que eran los niveles hace dos años. Y podría subir dentro de unos meses» con la campaña electoral, opina Lluís Orriols, profesor de ciencias políticas en la Universidad Carlos III de Madrid