Dr. George F. Buletza, F.R.C.(No. 1)
(Director de los Laboratorios de Investigación de AMORC)
La mortalidad, una gran preocupación de la humanidad
La mortalidad del ser humano ha sido una de las cosas que más ha preocupado a la humanidad durante milenios, perturbando su felicidad. En décadas recientes, las teorías sobre la inmortalidad se han visto apoyadas por los relatos de ciertas experiencias que han tenido algunas personas que han sido declaradas muertas clínicamente, por regresiones hipnóticas, por recuerdos espontáneos de vidas pasadas y por experiencias espiritistas. Estos relatos han sido vistos por algunas personas como algo que confirma su creencia en la inmortalidad, pero otros las desestiman. El concepto de la inmortalidad puede ser muy atractivo, pero mientras vivamos en un plano mundano, las evidencias exotéricas no serán concluyentes. Puesto que no sabemos cuál será la verdadera respuesta, enfocaremos este asunto en forma parcial.
Las investigaciones realizadas en los laboratorios de AMORC no confirman ni niegan la idea de la inmortalidad. Por otra parte, estos estudios nos revelan mucho de a cerca de nosotros mismos, de nuestros deseos y de “la necesidad” que sentimos de ser inmortales. Por ejemplo, muchos de los que han participado en estas investigaciones descubren que, oculto en el temor al repudio, a la soledad y a la separación, está el miedo a la muerte, un temor a perder su identidad, de perder las cualidades que creemos nos hacen ser únicos. Tememos que sin contar con esas cualidades especiales, no seríamos nada en lo absoluto.
Cuando creemos que lo único que poseemos es nuestra singularidad, nuestra propia personalidad y nuestras ansiedades, sentimos el temor de que cuando nos liberemos de todo ello, solo existirá un vacío, la nada. Entonces no llenamos de terror y tratamos de evitar a toda costa llegar a ese abismo. Si tuviéramos suficiente valor y procuráramos enfrentar a ese terror para cruzar el abismo, descubriríamos entonces las recompensas místicas que buscamos. Adquirir suficiente valor y buena intención requiere una preparación que solo puede obtenerse con las enseñanzas Rosacruces.
Cuando en los laboratorios Rosacruces las personas se enfrentan al Terror de encontrarse al filo del abismo de la nada, su preparación anterior les permite descubrir la paz, una nueva vida y un amor que las une con todo lo que perciben. Hemos descubierto aquí que la experiencia de la unión es espacial y temporal. En otras palabras, los participantes experimentan en forma subjetiva la inmortalidad.
Dos Realidades Diferentes
La naturaleza subjetiva de esta experiencia no satisface el criterio objetivo como una prueba. Los participantes pueden quedar satisfechos con sus experiencias, pero lo que a ellos les sucede no será una prueba satisfactoria para otros que no han tenido la misma experiencia, ni podrán tenerla. Sin embargo, lo que sí pueden demostrar estos estudios es la existencia de dos realidades diferentes –una de relación y otra de separación. Esta última realidad está acompañada de temor, ansiedad, soledad y limitación, mientras que la primera está acompañada de unión, amor, de paz y alegría. No es posible percibir ambas realidades al mismo tiempo, y por ello elegimos la realidad en la cual vivimos. Cualquier realidad que escojamos es precisamente eso: una realidad y una elección, no una prueba.
Sea que la muerte o la inmortalidad entren alguna vez en el reino de la ciencia mundana, las opiniones y realidades a cerca de ambas parecen compatibles en los resultados que han obtenido los individuos en los laboratorios de AMORC. Los puntos de vista a cerca de la muerte y la inmortalidad son también extraordinariamente estables con el tiempo. Por ejemplo, Cicerón escribió hace dos milenios: “No sé como, pero en la mente del hombre hay un presagio de una existencia futura; y esto echa raíces más profundas en los grandes genios y en las almas más elevadas”.