Por Aris Messinis
A bordo del Astral/AFP
Más de 10.600 migrantes socorridos en 48 horas en el Mediterráneo y nuevamente decenas de muertos. A pesar de un mayor número de barcos de rescate cerca de las costas libias, el sueño de llegar a Europa sigue siendo muy peligroso.
«Hubo pánico a bordo, gente que saltaba al agua», contó Aris Messinis, fotógrafo de la AFP, testigo directo del drama de los migrantes desde el barco «Astral», la embarcación de la ONG española ProActiva Open Arms.
El martes fue una pesadilla para la tripulación del «Astral», que empezó su labor de rescate de embarcaciones en alta mar a las cinco de la mañana, cuando apenas se lograba divisar el horizonte.
Las imágenes de Messinis resultan un testimonio sobrecogedor, con cientos de personas, entre ellas niños y mujeres, atiborradas y aterrorizadas hasta más no poder en un barco de madera y en lanchas neumáticas, donde contó y fotografió varios de los 22 cadáveres aplastados en el fondo de la embarcación.
El «Astral» es un pequeño velero, su función es identificar a los barcos cargados de migrantes, distribuir chalecos salvavidas, dar ayuda a los más vulnerables y enfermos, y mantener la calma para garantizar que el traslado a los botes de rescate más grandes sea segura.
El martes, además buena parte de los buques que patrullan y rescatan migrantes en el Meditarráneo estaban ocupados con el traslado de los 6.000 migrantes socorridos en una sola jornada la víspera.
Hasta que regrese a la zona el buque «Libra», de la marina italiana, «Astral» es el único que patrulla la zona junto con un avión militar.
Las fotos de Messinis muestran cómo las largas horas de espera a la deriva generaron el pánico: los migrantes agotados, con los ojos enrojecidos, se arrojaban al agua para tratar de aferrarse a los pocos botes de salvataje.
Este miércoles, el fotógrafo de la AFP asistió conmovido al conteo en una lancha de los cadáveres de 19 mujeres y 10 hombres, quienes murieron asfixiados o aplastados dentro de las embarcaciones.
Los cuerpos de dos hombres y una mujer flotaban tras morir ahogados.
Cuatro nacimientos
La guardia costera italiana, que coordina las operaciones de socorro en las aguas internacionales frente a las costas de Libia, informó el martes que murieron en total 28 personas.
El lunes, había informado de nueve muertos, mientras que la guardia costera libia había recuperado en el mar los cuerpos de nueve mujeres y dos niños, sin dar más detalles.
Después de los dramáticos naufragios que conmovieron al mundo en 2013, fueron creados varios dispositivos para rescatar a los migrantes que zarpan de las costas de Libia y en los que participan, entre otros, la marina y la guardia costera italiana.
Sin embargo, los migrantes siguen muriendo, y el Mediterráneo sigue siendo un cementerio.
Además de correr el riesgo de ahogarse, los migrantes, muchos de ellos africanos, inician la travesía debilitados por el largo viaje iniciado meses atrás y por las condiciones deplorables en las que esperan el momento de zarpar desde Libia.
También mueren por asfixia, por los gases del combustible, que suele mezclarse con el agua de mar y quema la piel, por la deshidratación, inclusive después de unas pocas horas de navegación.
La guardia costera coordina más de 30 operaciones de socorro al día, una cifra récord.
Otro fenómeno cada vez más común es el temor de dar a luz en Libia. Por ello, numerosas mujeres embarazadas se embarcan a pesar de los riesgos que corren. Tres bebés nacieron en las últimas horas en el barco «Dattilo» de la guardia costera, otro en el «Argos» de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF).
Con las operaciones de los últimos días, Italia registró la llegada de 142.000 migrantes desde el comienzo de este año, cifras similares a las totales en 2014 y en 2015.
Sin embargo, con el cierre de las fronteras del norte, las autoridades italianas buscan nuevos espacios para alojarlos. En Italia cerca 160.000 personas han solicitado este año asilo, contra 66.000 a finales de 2014 y 103.000 en 2015.