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La izquierda puede ganar la alcaldía de Lima

Isaac Bigio
Politólogo economista e historiador
Para lograr ello debe postular unida con sus propios candidatos (como Indira Huilca) y no marchar tras derechistas divisionistas (como Ricardo Belmont).
Al Gobierno peruano le urge ganar la capital
Indira Huilca tiene razón: Lima no puede ser el premio consuelo de los derrotados en las presidenciales del 6 de junio. Por eso mismo, deben postular ella u otra representante de los jóvenes que han participado en las movilizaciones contra Keiko Fujimori o contra el golpe de noviembre 2020.
Acabamos de ver como en Chile Gabriel Boric, un líder de las protestas estudiantiles ha ganado las presidenciales por casi 12 puntos de ventaja, pese a tener solo 35 años de edad. Su fuerza ha sido la juventud, la misma que debe irrumpir en la capital peruana y colocar en su municipio a alguien que les pueda movilizar y expresar.
Todos los Presidentes requieren no solamente mantenerse en el Palacio de Gobierno, sino lograr que en el adyacente Palacio municipal haya alguien con el cual puedan trabajar en dupleta. Si Pedro Castillo quiere evitar la vacancia presidencial y avanzar en un programa de cambio social, a él le es imprescindible que en los comicios del 2 de octubre pueda haber una candidatura que gane la comuna capitalina.
Si en las municipales pasadas (2018), la izquierda fue atomizada en 5 listas, ninguna de las cuales llegó al 3.5% de los votos emitidos, esta vez esta está obligada a ganarlas, para la cual debe dejar sus rencillas y unirse en torno a una fórmula vencedora.
Esta vez la derecha es quien está dividida entre múltiples aspirantes, todos los cuales tienen en común ser varones recorridos, «pitucos» y residentes en los barrios acomodados a quienes buscan representar. A varios de ellos la juventud les ha bautizado como «viejos lesbianos».
Lo ideal fuese que dicha candidatura emergiera de un congreso de bases de las organizaciones laborales, vecinales, estudiantiles, magisteriales, juveniles y feministas, así como de los colectivos antifujimoristas, las ollas comunes, los ronderos, los pueblos jóvenes, los barrios populares y los asentamientos humanos.
Indira
Mientras tanto, hay dos nombres que se barajan en las redes sociales y los sondeos. Por un lado, está el de Indira Huillca, la cual es la única personalidad socialista que figura en las encuestas por Lima. Por otra parte, otro de los voceados aspirantes izquierdistas. Michel Azueta (exalcalde de Villa El Salvador), sugiere que el oficialismo deba unirse en torno a su coetáneo Ricardo Belmont.
Indira se distingue de todos los candidatos de la derecha (incluyendo Belmont) en que es la única mujer, la única persona que proviene de un hogar proletario y la única que tiene apellido y fisonomía quechuas. Es la aspirante más joven, pues tiene 33 años (2 menos que Gabriel Boric). Los dos principales contendores conservadores (López Aliaga y Daniel Urresti) casi le duplican su edad, mientras que Belmont le lleva casi 44 años de ventaja. Todas estas características pueden generar elementos de identificación hacia ella por parte de la mayoría de los limeños quienes son jóvenes, mujeres, de barrios populares y de origen provinciano.
Ella combina dos elementos característicos de los vencedores rojos de las últimas elecciones latinoamericanas. Es mujer como Xiomara Castro de Zelaya, quien fue electa en Honduras con el 53% de los votos (el más alto porcentaje que haya sacado una dama en una sola ronda presidencial en las Américas). Es joven como Gabriel Boric, quien aún no ha jurado como Presidente de Chille.
Personalmente, no la conozco ni pongo mis manos en el fuego por ella. A quién sí tuve la oportunidad de conocer fue a su padre Pedro Huilca cuando él dirigía la CGTP. Por los no muchos videos que he visto de su hija, ella le ha heredado muchas de sus convicciones y capacidad de entrega.
Sus críticos pueden cuestionarla por haber sido concejala durante la gestión municipal de Susana Villarán, la cenroizquierdista que ha sido implicada en casos de corrupción, aunque ella no ha quedado manchada por ello. Hay quienes le podrán acusar de no ser revolucionaria, pero la izquierda peruana en su casi totalidad se ha alejado de ese camino pues busca reformar al Estado y al sistema.
Cuando se dio el único debate de equipos técnicos durante el balotaje peruano, Indira fue la que mejor quedó parada, pese a que no fue ninguna de las 12 expertas que representaron a Castillo o a Fujimori, sino que fue una de las 4 panelistas que comentaban las incidencias en el más visto canal de TV.
Huilca ya no milita en ningún partido de izquierda y puede ser la activista que estuviese en mejores condiciones para unir a todos los partidos inscritos (como Perú Libre, Juntos Por el Perú, y los de los maestros), así como con los sindicatos (cuyo progenitor lideró hasta cuando fue asesinado en 1992). Mientras los Cerrón acusan a Azcueta de ser un «caviar» (por lo que PL puede desconfiar de su planteo de impulsar a Belmont), ellos tienen un fuerte elemento en común con Indira, pues todos ellos siendo menores de edad vieron que escuadrones de la muerte aniquilaron a sus respectivos padres, quienes murieron reclamándose como «marxistas-leninistas» y admiradores de Fidel Castro.
El único otro precandidato que es ligeramente mayor que ella es el fujimorista César Combina, quien, a diferencia de Indira, ha pasado por tantos partidos (varios partidos regionales, FP, PPC, APP y nuevamente FP) que su figura está muy desgastada. Combina, a su vez, puede que ni siquiera termine en la contienda pues él ya alerta de que si los conservadores no se unen pueden acabar dejando que Lima tenga un municipio rojo.
Perú Libre tiene 3 posibilidades: 1) ir con su propia candidatura a Lima (pero no tiene a ningún militante suyo que tenga posibilidades electorales); 2) unirse al resto de la izquierda en una fórmula unitaria donde, por el momento, la mejor ficha que hay es la de Indira; 3) volver a postular a Belmont.
PL nunca ha sido fuerte en Lima. En las municipalles del 2018 llevó al derechista Belmont como su cabndidato y el único concejal que eligieron es otro conservador ligado a Belmont. En las legislativas del 2020 llevaron como cabezas en Lima a don Isaac Humala y a Benza Pfiucker, ninguno de los dos militantes suyos, y en el 2021 los 2 congresistas que PL hizo elegir por Lima (Guillermop Bermejo y Edgard Tello) son miembros de otros partidos. Ninguno de los posibles aspirantes de PLL a Lima tiene arraigo o potencialidades y PL no puede darse el lujo de apuntar solo a ganar un mínimo porcentaje dejando que la capital caiga en manos de la derecha.
Belmont siempre fue un capitalista de derecha
En el 2018 PL apoyó al «hermanón» Belmont para buscar entrar en Lima, donde este partido estaba ausente. Empero, él no llegó ni al 4% de los votos y el único concejal que logró PL es un derechista allegado a Belmont que ha tenido problemas con la justicia por adjudicaciones de propiedades en Ancón. Hoy Belmont no está de acuerdo con la principal demanda de PL (asamblea constituyente plurinacional) y sus llamados combatir a la «dictadura sanitaria» chocan frontalmente con el modelo que tiene el Dr. Cerrón que es el de Cuba, isla que ha desarrollado 5 vacunas propias, las cuales ha proporcionado a casi toda su población.
De otro lado, Belmont lleva a cabo un proceso de inscripción de su propio partido «Obras» con el cual no sabemos si él va a poder lograr registrarse como candidato para estas municipales o para la del 2025 o incluso para la Presidencia o el Congreso por el quinquenio 2026-31, periodo en el cual él tendría entre 82 y 87 años de edad.
Belmont nunca participó en los movimientos sociales por mejoras laborales y los derechos humanos o contra la dictadura militar. En los ochentas se hizo famoso representando a la Teletón de Don Francisco, el presentador chileno estrella de Pinochet. Cuando en 1985 cumple sus primeras 4 décadas de vida, Alan García estaba de presidente y Alfonso Barrantes de alcalde. El «hermanón» se opuso a ambos desde la derecha neoliberal rechazando sus medidas sociales o la política de control de precios, pago limitado de la deuda externa y estatización de los bancos del joven Alan.
Él se ufana que en 1989 presidió la Conferencia Anual De Ejecutivos (CADE) y de que llegó a la alcaldía de Lima para promover la libre empresa privada. Hace un tercio de siglo, cuando Indira gateaba, él creó OBRAS, un movimiento totalmente pragmático y desideologizado en torno a su figura para convertirse en el primer «outsider» que ganase una elección clave en Lima. De hecho él fue el que inauguró la ola de los caudillos que promovían deshacerse de todos los bienes públicos y de los derechos laborales para captar inversiones privadas y hacer obras.
A pesar de que en las presidenciales de 1990 él apoyó al FREDEMO de Vargas Llosa, Belaúnde y Bedoya y a su programa de shock neoliberal y militarización; Belmont, en verdad, fue el inspirador del fenómeno Fujimori. Esto es, el de un personalismo pragmático y carismático que rechaza basarse un partido y un programa, que se basa en el culto a la personalidad, y que impulsa el neoliberalismo. Fue el primer burgomaestre en privatizar servicios (como los de limpieza) y maltrató y terciarizó a los trabajadores municipales. Reivindica haber hecho varias pistas, pero descuidó por completo el vaso de leche, las ollas comunes, la vivienda para los más pobres, y obras para alimentar o cuidar la salud de los más pobres.
En 1990-95 Belmont tuvo 2 periodos en los cuales obtuvo alrededor del 45% de los votos, pero su globo inflado se pinchó rápidamente. Otras personas, como los futuros alcaldes Alberto Andrade o Luis Castañeda Lossio le continuaron con más éxito en su modelo de caudillismo neoliberal con obras, haciendo cada uno dos gestiones consecutivas. En 1995 Belmont postuló a la Presidencia llevando como su segundo a Máximo San Román, quien había sido el primer vicepresidente de Fujimori, cuando su plancha obtuvo más del 62% de los votos. Empero, el dúo Belmont-San Román apenas sacó el 2%, lo que para San Román implicaba 31 veces menos que en 1990. En Lima Belmont obtuvo menos de 70 mil votos, lo que evidenciaba que había perdido el apoyo de más del 90% del alrededor de un millón de quienes antes votaron por él.
Como analista internacional no conozco el caso de otro alcalde capitalino en el mundo que estando en ese cargo haya sido tan castigado cuando quiso llegar a la Presidencia de su república. Parte de su descrédito está en que la gente ya no aceptaba su demagogia y en las denuncias de más de 100,000 personas que invirtieron en aciones para su canal (RBC), los mismos que al final perdieron su dinero.
El político de Lima que por más partidos ha pasado
Desde entonces nunca más quiso candidatear a nombre de su hoy difunto Movimiento Obras, ni volvió a competir por la Presidencia. Tanto él como su coetáneo San Román compitieron entre sí por ver quién era el político peruano tránsfuga que candidatease por más partidos diferentes (ya sea para la plancha presidencial, el Congreso o su autoridad local). Mientras San Román fue electo senador y llegó al segundo puesto en Cuzco, Belmont nunca fue elegido directamente a nada y sus votaciones fueron bajando cada vez más y más.
En 2001 el «hermanón» fue el candidato a vicepresidente del derechista Poppy Olivera, quien quedó cuarto y con menos del 10% de los votos. En 2006 estuvo en el derechista Frente de Acción Popular y Somos Perú, en el cual no fue electo (aunque terminó en el Congreso reemplazando a Alberto Andrade cuando él falleció).
Para los comicios del 2016 Belmont anunció ir con dos partidos fujimoristas diferentes que venían de Cambio 90. Uno fue el de Siempre Unidos que antes quiso llevar al condeado por corrupto Alex Kouri a la alcaldía capitalina. Otro fue Patria Segura del ultraderechista Renzo Reggiardo, quien hoy postula como candidato a teniente alcalde junto a Rafael López Aliaga.
Esas alianzas con la extrema derecha no prosperaron, en parte porque Belmont no quiso llevar como candidato al radical Isaac Humala. No obstante, un bienio después postula por primera voz con una sigla de izquierda (PL) a la alcaldía de Lima. Belmont saca menos del 4% y de la onceava parte del porcentaje con el que anteriormente había sido 2 veces electo en ese mismo puesto.
Para las elecciones del 2021 se niega a seguir trabajando con PL y se pasa a la UPP, a pesar de que esta estaba muy ligada a Isaac y Antauro Humala. Belmont no calculó el descrédito de UPP por haber votado por la vacancia de Vizcarra. Pese a ser su principal candidato, la UPP apenas sobrepasó el 1% de los votos emitidos en Lima (de los cuales poco menos de la mitad fueron para él) y Belmont se quedó sin ser uno de los 35 congresistas de la capital.
Para la segunda vuelta del 2021 Belmont, al igual que otros que no votaron por Castillo en el primer turno, decidieron apoyarle para evitar que Keiko Fujimori llegue a Palacio. No obstante, el «hermanón» nunca ha estado de acuerdo con una asamblea constituyente plurinacional, con nacionalizar recursos estratégicos o con aumentar los salarios.
Si bien él está de acuerdo con una mejor educación y salud públicas y con renegociar contratos, por lo que se ha acercado al popular Presidente mexicano López Obrador, en otros rubros se define como pro familia, antiaborto, reacio a los gays, las vacunas y los inmigrantes, algo que le acerca a populistas conservadores tipo Donald Trump o Jair Bolsonaro.
Belmont no representa a ningún sector social
Hoy Belmont no encaja con el electorado izquierdista, el cual se asienta en los pueblos jóvenes, asentamientos humanos y barrios populares (en los cuales él nunca ha vivido) o que tiene orígenes pobres, andinos, quechuaymaras, afrodescendientes o provincianos (Belmont es un rico empresario y descendiente de europeos).
Sus actuales posiciones políticas le llevan a un choque frontal con el Gobierno. Mientras Castillo promueve las vacunaciones (el Presidente ya se ha puesto la tercera dosis y se vanagloria que en el 2021 logró vacunar al 80% de los peruanos), Belmont acaba de declarar que los intentos de Castillo de hacer que solo los vacunados entren a una serie de establecimientos cerrados (algo que pasa en otras naciones) va a conducirlo directamente a la cárcel.
Cuando se dio la primera cuarentena, Belmont se opuso a ella y pedía que la gente vaya a las playas, rechazase las mascarillas y las vacunas afirmando que estas conducían a la infertilidad, a la homosexualidad, a la transmutación del ADN o a la muerte. Un alcalde con esos postulados sería el hazmerreír de la ciencia y del mundo y tanto por eso, como por sus constantes zigzags, se convertiría en un fuerte opositor al primer gobierno de izquierda.
Cuando Belaúnde llegó a la Presidencia en 1963 y 1980 él en ambas oportunidades escogió un candidato leal suyo para ganar la alcaldía capitalina y ponerla a su servicio. Lo mismo hizo Alan García en 1985-90 al lograr que su incondicional Jorge Del Castillo llegue a la alcaldía. Para Castillo sería un error garrafal confiar en alguien tan personalista, impredecible, que le ha advertido abiertamente varias veces que él puede terminar bajo rejas, y que, encima, no es muy popular y está tan desgastado.
Ningún otro político en Lima ha promovido tanto odio contra las minorías sexuales y los inmigrantes como él. A los expresidentes Vizcarra y Sagasti les ha insinuado que tuviesen amores masculinos o que promoviesen vacunas para que la gente vaya en esa dirección. A los gays les ha discriminado abiertamente como «jaula de las locales», «invertidos» o «cabros». Ha mencionado que el «lobby gay» domina la prensa peruana y que sería una suerte de poder tras la sobra que gobierna al Perú, una especia de teoría de la conspiración como la de los antisemitas que le echan la culpa a los judíos de todos los males del mundo, o de los anti-iluminatis o Q’Anon que hacen lo mismo en relación con los liberales y anti-trumpistas.
En el hipotético caso de que Bemont ganase se convertiría en el primer alcalde electo de Lima que cumpliese sus 80 años en dicho cargo. Ciertamente que hay otros mandatarios octogenarios en el mundo (como Joe Biden en EEUU), pero todos ellos cuentan con equipos y partidos, mientras que Belmont es un completo solitario.
Él denomina a sus incondicionales como «espartanos», sin percatarse de que en Perú casi no hay nadie que haya nacido en esa región del Peloponeso griego y sin querer reconocer que sus famosos guerreros se caracterizaban porque todos ellos tenían relaciones sexuales con otros combatientes de su mismo sexo (algo que para Belmont es una aberración contra natura).
En los últimos tiempos Belmont ha mantenido cierta audiencia en sus largos videos (tiene 1,7 millones de seguidores en Facebook) donde habla de todo y se contradice a cada rato, pero donde también despotrica contra todos los medios, la mayor parte de los partidos y hasta contra el propio Presidente, su Vicepresidenta y su Primera Ministra. Una persona así no tiene posibilidades de articular consensos o ceñirse a un determinado programa. Él es capaz de inclinarse en cualquier dirección.
A muchas mujeres ha enajenado con su posición en contra del aborto o con sus frases machistas (como decirle a su esposa en público que a ella le gusta «su cosita», o sea su órgano sexual). También ha enfurecido a ese 10% de la población de Lima que -según él- es LGTB. La juventud no le ha conocido como alcalde y tampoco le ha visto luchar a su lado. Los sindicatos saben que él siempre ha sido su rival. Los sectores más pobres desconfían de cualquier «pituco». Sus constantes oscilaciones despiertan desconfianza en la izquierda, centro y derecha.
En casi de que él candidatize sus rivales le dirán que sus políticas contra las vacunas, mascarillas y cuarentenas hubiesen multiplicado a los más de 200 mil peruanos muertos por COVID, que hacen de nuestro país el que más muertos por habitante ha tenido por la pandemia en el planeta.
A fin de comparar a Lima con la única urbe europea de similar población en Europa, que es Londres, veamos lo que pasó en la capital británica en las municipales de mayo 2021. En estas se presentó Piers Corbyn (el hermano mayor del entonces muy popular líder laborista británico Jeremy Corbyn) quien movilizó multitudes contra las cuarentenas, pero que solo obtuvo el 0.8% de los votos (un porcentaje superior al que Belmont obtuvo en las recientes elecciones congresales que tuvo Lima unos días antes). Si la tercera ola del Covid se potencia y Belmont insiste en sus políticas antivacunas, él corre el riesgo de terminar marginado, seguir perdiendo votos o dedicarse a disputar ese limitado nicho antivacunas con ultraderechistas conspiranoicos.
Belmont o Indira
Si Belmont se lanza, esta sería la octava vez que candidatease. En los últimos 27 años él ha perdido (y por mucho) en todas las 5 elecciones a las que se ha presentado para ser Presidente, Vicepresidente, Congresista o Alcalde. Esta puede ser su sexta derrota consecutiva, con lo cual duplicaría la mala racha de Keiko, quien, a diferencia de Belmont, siempre perdió por poco margen.
Un deportista debe tener espíritu de competencia, pero también debe saber cuando colgar los guantes. Esta última alternativa es la que debiera seguir este antiguo pugilista y dedicarse a promocionar sus programas o aconsejar a nuevas generaciones.
Cuando era joven fui a Guayaquil, la ciudad del Pacífico sudamericano más grande después de Lima. Algo que me llamaba la atención es que en cada parte había pintas todas hechas con la misma letra y color. Si mi memoria no me falla en distintas estas se decía «Eusebio concejal», «Eusebio congresista», «Eusebio alcalde» o «Eusebio Presidente». Me explicaron que era un personaje folklórico que se presentaba en cada elección. Al salir de esta urbe había un muro donde se decía algo así como que los pueblos que no defienden o votan por sus líderes no merecen vivir, y la firma era la de Eusebio. Esperemos que el hermanón tome una decisión sabia y no acabe como Eusebio.
Por su parte, en su corta vida política Indira ha sido electa en los dos comicios a los que se ha presentado: para regidora de Lima en 2013 (a los 25 años de edad) y para congresista en 2016. Ella, a diferencia del «espartano», es una abierta promotora de los derechos de los trabajadores, las nacionalidades andinas, las mujeres, los jóvenes y los LGTB.
Indira promueve las vacunaciones y las medidas de bioseguridad (tema clave en estos comicios municipales), así como en ir hacia una constituyente plurinacional y una agenda más social.
Por último, creo que a 3 décadas de que recordamos cuando Fujimori hizo su golpe y asesinó a Pedro Huilca, una forma de hacer justicia sería que conmemoremos este 30 aniversario trasladando al dictador a una cárcel común y viendo que la joven hija del principal dirigente sindical masacrado por él se convierta en la alcaldesa más joven de la historia capitalina.

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