Isaac Bigio
Politólogo, economista e historiador
Durante los más de 16 meses que Pedro Castillo estuvo en Palacio, en el Congreso había una «muralla roja» conformada por más de 40 legisladores que bloqueaban cualquier intento de echarlo. Esta, sin embargo, se desmoronó el 7 de diciembre.
Ese día miércoles, la oposición de derecha solo logró 84 votos para vacar a Castillo (3 menos del mínimo necesario). Lograron esto con el apoyo de todos los congresistas de Acción Popular (AP), Alianza Para el Progreso (APP), Somos Perú (SP), Renovación Popular (RP), Avanza País (AvP), Integridad y Desarrollo, los no agrupados (salvo Guido Bellido) y el Presidente del Congreso, José Williams, quien, excepcionalmente, sufragó.
Lo que inclinó la balanza en su favor fueron los 18 oficialistas que desertaron. Gracias a ello, 102 de los 130 congresistas destituyeron al jefe de Estado. La mayoría de todas las 5 bancadas de izquierda votaron con y tras la derecha para lograr desplazar al Presidente.
El argumento utilizado para justificar ello es que Castillo rompió el orden constitucional al ordenar cerrar el Congreso. Muchos de ellos se habían rebelado antes contra el Presidente y votaron a favor de que se interponga una acción de amparo y una denuncia constitucional contra Castillo por haber advertido que la negación de la confianza al gabinete de Aníbal Torres era la luz amarilla al Congreso, pues una siguiente negativa podría conllevar a su Una cosa era cuestionar (y duramente) la aventura putschista de Castillo, quien se lanzó a cerrar el Congreso sin movilizar a las masas, haber coordinado esa acción con su gabinete o con los altos mandos o sin haber agotado los recursos legales. Algo muy diferente era juntarse a todos los antidemócratas que apoyaron a la primera dama de la fuji-dictadura en las presidenciales o que estuvieron metidos con la autocracia brutal de los noventas.
Se supone que la inmensa mayoría de ellos habían sido electos con un manifiesto que abiertamente reivindicaba al marxismo, leninismo y mariateguismo, una ideología que plantea derrumbar al «Estado burgués» con su parlamento descrito como «cueva de bandidos» a través de una «revolución socialista»
Aun si ya no aceptasen esos principios, todos ellos habían dicho que iban a defender a lo que consideraron el primer gobierno «del pueblo» o de «la izquierda» contra el golpismo de la ultraderecha. Ahora, sin embargo, se sumaron al carro de todas las distintas alas de la derecha.
Con esta última acción le dieron un aval a todos los golpistas que reivindicaban como sacrosanta la carta magna de la fuji-dictadura, que no quisieron reconocer su derrota electoral y que constantemente pedían mociones de censura, vacancias e impedimento de salida al exterior al mandatario.
Voto a voto
El partido en el cual militó oficialmente Castillo fue a Perú Libre (PL). Este y las otras 3 fracciones en las que este se dividió (Perú Democrático, Perú Bicentenario y Bloque Magisterial), y Cambio Democrático de Roberto Sánchez (el único ministro que siempre estuvo en todos los gabinetes), decidieron aliarse a la derecha para expulsar a Castillo de palacio.
Solo 6 congresistas votaron contra la vacancia: 3 de ellos son de PL (Jaime Quito, Margot Palacios y Janet Rivas), 1 de PD (Hamlet Echevarría), 1 del BM (Paúl Gutiérrez) y 1 de PB (Elías Vara).
De los 15 de PL, hubo seis votos pro-vacancia: Alex Flores, María Agüero, Américo Gonza, Abel Reyes, Waldemar Cerrón y Flavio Cruz. Estos 2 últimos habían sido tanto el primero como el actual jefe de la bancada. Cruz, que es el portavoz del grupo parlamentario de PL, tuvo todas clase de posiciones en pocos días. Primero admitió que el pleno discuta la moción vacadora el 1 de diciembre, para a los pocos minutos prometer que iba a votar en contra. Luego, en este debate, según La República, primero anunció que iba a votar en contra, pero al final votó a favor.
De los disidentes de PL, votaron por expulsar a Castillo, Jorge Marticorena y Víctor Cutipa, de PB, y Luis Kamiche, de PD. Nadie de CD apoyó a Castillo y 3 de sus congresistas respaldaron removerlo: Ruth Luque, Sigrid Bazán y Edgard Reymundo.
Heidy Juárez, quien estaba hace día como ministra de la mujer, votó a favor de expulsar al propio Presidente en cuyo gabinete estaba. Esto demostraba que el consejo de ministros no discutió ni aprobó el cierre del Congreso que Castillo improvisó. Tanto ella como el exministro de agricultura y experulibrista Óscar Zea y el exPremier Héctor Valer votaron para echar a Castillo, a quien habían servido, para congraciarse con sus anteriores o actuales bancadas de derecha, lo cual muestra lo poco confiable que han sido.
De los otros 20 congresistas de izquierda, 10 se abstuvieron (incluyendo el exPremier Guido Bellido) y 10 no votaron o no respondieron (incluyendo Guillermo Bermejo, uno de los principales escuderos de Castillo).
La mayoría de estos «izquierdistas» han demostrado que su principal preocupación es defender sus altos ingresos congresistas y su disposición a hacer muchos pactos bajo la mesa. Es raro ver a cualquiera de ellos en las calles. Hoy ninguno de ellos descarta el poder apoyar o integrar un «Gobierno de Unidad» como el que proponen Dina y Keiko.