Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
La avalancha de testimonios bajo el hashtag #ProhibidoOlvidarSV, irrumpieron en la red social del “pájaro azul”, en los últimos días, en un espacio de 280 caracteres, miles de personas describieron y recordaron sus experiencias del conflicto armado de los años ochenta.
Fotografías, portadas de periódicos o carteles de los años ochenta lograron lo que pocos pueden “revitalizar la historia salvadoreña”. Este alud de “microblogs” se desencadenó, luego de las declaraciones del presidente Nayib Bukele, sobre la firma de los Acuerdos de Paz, que puso fin al conflicto de doce años en el país.
“La guerra fue una farsa, mataron a más de 75,000 personas entre los dos bandos. Sí, mancillo los Acuerdos de Paz porque fueron una farsa, la guerra fue una farsa”, declaró el presidente Bukele en diciembre 2020.
La población acostumbrada a las declaraciones incitadoras del mandatario, no pueden obviar la circunstancia y el escenario, que escogió para referirse al conflicto armado. El caserío El Mozote, lugar simbólico por el grupo de masacres ejecutadas por la Fuerza Armada en diciembre de 1981, que lleva un proceso penal contra militares del alto rango en calidad de retiro.
Ha sido reconocido judicialmente como un “Crimen de Lesa Humanidad”, que dejó a más de mil víctimas entre niños, niñas, mujeres y adultos mayores que pertenecían a la población civil.
“Nací en pleno conflicto armado, en una noche de febrero de 1982, en los campamentos de refugiados en Honduras. Mi familia, como muchos pobladores tuvieron que huir. Era toda la comunidad Santa Marta, de Cabañas. Y de mi infancia recuerdo todos los episodios fuertes como las desapariciones y muertes, pero también la otra cara de vivir en comunidad, la vida solidaria con las personas. Viví allí, hasta mis 7 años de edad”, recordó Vilma L, actual periodista de un medio de comunicación digital.
Al hurgar algunos recuerdos, Vilma señaló las “cicatrices emocionales” que aún permanecen en su interior, “Para una niña que los únicos recuerdos de infancia que guarda sean esos episodios de angustia, de llanto, de salir corriendo de tu escuela, cuando se enfrentaban militares y la guerrilla, de tener que esconderte a veces, en los tatus que tus padres construyeron para protegerte de las balas, esto me tocó vivir en carne propia”.
En su testimonio, reprocha las declaraciones del presidente Bukele, que en su opinión, lindan en la “ignorancia” o una estrategia para dividir más a un pueblo, que ha caminado en la dinámica de la polarización social, económica, cultural y política.
“Es un capítulo muy fuerte y me duele, – no se- si el presidente Bukele lo hace por ignorancia o es parte de su campaña para olvidar la Memoria Histórica, creyendo, que todo lo que está construyendo a partir de su gobierno será lo que valdrá solamente. Y ese poder que le está dando a los militares, es muy peligroso. Él de verdad asusta, porque siendo un presidente joven, -que dice que no vivió la guerra- aunque ya había nacido, y pese a que es mayor a mí, me cuesta creer que desconozca. Creo, que es parte de su campaña de Borrón y Cuenta Nueva, en donde solo importa lo que ocurra a partir de su gobierno”, opinó.
Vilma considera que haber vivido en “carne propia la guerra”, le da una aproximación, para hablar de los horrores que genera la confrontación y mucho más, de un mismo pueblo que la mayoría aún vive en pobreza.
“El negar que la guerra nunca existió, que los Acuerdos de Paz son una farsa, lo que está provocando el presidente Bukele es devolvernos a ese escenario y es obvio su predilección por los militares. A veces, ni quiero leer las redes sociales porque expulsan demasiado odio, debemos recordar como inicio la guerra, su contexto que era la confrontación. Recuerdo, que a cualquier hora del día teníamos que escondernos en los tatus y no importaba si estaba lloviendo, allí aprendí a tener miedo de los insectos y sapos, porque a veces, estaban llenos con esos animales y ese pánico que se subieran en tu cuerpo y sin poder hacer nada, es un trauma, que hasta estas alturas de mi vida cargo”, reseñó.
Acuerdos de Paz la gran apuesta a la democratización: Eduardo García, Probúsqueda.
“Me llama la atención que cuando quiere deslegitimar la guerra (presidente Nayib Bukele), dijo la frase y precisamente en El Mozote, “era un niño, no conocí la guerra”, entonces, como que no tenía ningún interés (…) y me digo, si muchos no habíamos existíamos cuando nació Jesucristo y, sin embargo, procesamos religión o muchos no habíamos nacido cuando se firmó la independencia y sin embargo, la estudiamos”, argumenta de lleno, Eduardo García, presidente de la Asociación Pro Búsqueda de Niños y Niñas Desaparecidos durante en el Conflicto Armado.
García trae a la memoria el 4 de abril de 1990, cuando el secretario de la ONU, Javier Pérez Cuéllar, junto a las comisiones de gobierno de ese entonces y del FMLN se reunieron en Ginebra, Suiza, para establecer los “primeros grandes objetivos”, en una mesa de negociación para firmar los Acuerdos de Paz.
“Si los Acuerdos de Paz fueron una farsa, la independencia de este país, que todavía seguimos dependiendo de economías internacionales, pues también, podría ser una farsa -a lo mejor- cuando internamente no tenemos independencia de poderes de Estado. ¿Dónde está el problema de esto? Es que nos quedamos en la conmemoración, en el callar de las armas y hablamos de los Acuerdos de Paz, como si hubiera finalizado la guerra pero no, era el inicio de la construcción de un Estado de Derecho”, explicó.
Sobre el primer objetivo, García señaló que si bien fue terminar con el conflicto armado por la vía política en el menor tiempo posible, los presidentes y las élites económicas y políticas, obviaron las tres restantes muy importantes para construir una democracia, un aspecto del que había carecido el país.
“El segundo gran objetivo era impulsar la democratización del país y ahí vinieron las grandes reformas constitucionales para darle vida a un Tribunal Supremo Electoral, porque lo que se tenía era capaz de sancionar el fraude electoral y ejercer vigilancia. Y como no había independencia de poderes, la Fuerza Armada tenía un grado beligerante decisivo, porque debía estar supeditada al poder civil. Se hicieron reformas constitucionales para que la policía no pudiera detener en la noche y desaparecer a la gente. Se hizo efectivo el Habeas Corpus, y se promovió la sanción para erradicar toda posibilidad de desaparecer gente de manera forzada o torturarla”, indicó.
Otro de los grandes objetivos de los Acuerdos de Paz fue la de garantizar el irrestricto respeto a los derechos humanos, creando la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), que aclaró, debe actuar cuando violación a los derechos humanos los perpetran los funcionarios públicos contra la ciudadanía, y si un funcionario abusa de su poder, existen sanciones ejemplarizantes.
“El último gran objetivo es la reunificación de la sociedad salvadoreña, y es porque los Acuerdos de Paz también abrieron la posibilidad de crear la Comisión de la Verdad, que ambos bandos beligerantes reconocieron y fue para investigar esos graves abusos a las violaciones de los derechos humanos, independientemente, el bando que lo cometió. Y vino la Ley de Amnistía (1993), que dejó todo esto atrás. Hasta cuatro años atrás (2016) que declaran inconstitucional la Ley de Amnistía, que se comienza a moverse la judicialización de los graves casos de violación de los derechos humano, y no es porque el presidente llegó hace un año al poder”, expresó.
Sobre el enfoque de los Acuerdos de Paz, García señaló que el aspecto político fue el mayormente potenciado en detrimento del socio-económico, pese que se contó con un instrumento que fue el “Foro de Concertación Económica Social”, que la integraban en su mayoría empresarios y autoridades gubernamentales y poca participación de la sociedad civil, entonces, que terminó enfocándose en la Reforma Agraria, tenencia de tierra, la transferencia de la tierra, y al final la instancia mixta hizo poco.
“Se entendería que de lo grave del conflicto armado, va al inicio del Estado de Derecho, que traería también planes de desarrollo y programas para el país y mejorarlo. Esa es la tarea que les quedó pendiente a los presidentes, algunos hicieron más, otros menos. Lo que no se vale es que ahora el presidente Bukele no quiera profundizar en ese Estado de Derecho de los Acuerdos de Paz, quizás, porque su dinámica es contraria, y si los Acuerdos de Paz, traen la independencia de poderes, él está buscando que el mismo partido gobierne el país en su totalidad, es un abuso de poder”, sentenció.
“No puede haber un Ejecutivo que controle toda la democracia del país”, reafirmó García, sugiriendo volver a esos grandes objetivos sociales y económicos, a fin de pagar la deuda pendiente con las mayorías que viven en el umbral de la pobreza y las víctimas del conflicto, que fueron quienes no estuvieron en los bandos enfrentados.
“Quiero centrarme como organización de derechos humanos, en el hecho que no se haya puesto a los pobres, a los sufrientes a las víctimas al centro de los Acuerdos de Paz. Que después del Informe de la Comisión de la Verdad, hubiera una ley de Amnistía, que les daba perdón y olvido. Esto provocó que no se profundizara en superar la exclusión, la falta de educación, la falta de acceso a la salud y sus servicios, eso es lo que venimos arrastrando, así que, para mejorar y establecer una verdadera democracia, debemos volver a los objetivos de los Acuerdos de Paz”, añadió.
El camino tortuoso de la Justicia en el país
Ovidio Mauricio González -coordinador de la Asociación Tutela Legal “Dra. María Julia Hernández”- señaló que falta mucho camino para llegar a un Estado de Derechos y que el Acuerdo de Paz fue un primer intento que buscó un cambio de reglas, pero que aún estamos en una “democracia incipiente”.
“La justicia en nuestro país siempre ha sido pésima, que ayuda a los poderosos y por el contrario a los pobres o campesinos los ha atacado y condenado. Eso sigue, en la actualidad. Nosotros iniciamos, atendimos las primeras denuncias de abusos a los derechos humanos, cuando estábamos en Tutela Legal del Arzobispado, bajo la dirección de María Julia Hernández, como la Masacre de El Mozote, comenzamos a investigar ese caso, antes que fuera repoblada la Comunidad Segundo Montes. En ese lugar, encontramos algunos testigos, algunas personas que nos ayudaban a encontrar algunos testigos para obtener datos de la masacre, que después de ampliarla. No es mentira, ni farsa y está comprobado con la primera exhumación llamada El Convento, en donde se pudo encontrar esqueletos de niños, niñas, bebés de mujeres embarazadas que científicamente se comprobó y no pueden mancillar a las víctimas”, sostuvo.
Sobre deslegitimar la firma de los Acuerdos de Paz, González consideró que las declaraciones presidenciales son “con el ánimo de mantenerse en el poder”, al considerar que está convirtiendo a este acuerdo histórico, en un asunto de “política partidista”, para dar relieve al partido político (NI), que es de su propiedad.
“No hay justificación alguna para deslegitimar el conflicto y la firma, allí están las víctimas contados y científicamente identificados, de los Acuerdos de Paz falló en no avanzar en la justicia, en la situación socio económica, porque muchas élites, incluyendo la élite Bukele, que es gente que estaba agazapada y marginada, ocurre que están surgiendo como otra cúpula con dinero, influencias políticas y están gobernando sin dejar que grupos vulnerables, las víctimas, sigan sin acceso a la justicia, como en el pasado”, manifestó.
San Romero de los pobres que siempre buscó la justicia
El sacerdote Fredy Sandoval, de Generación Romero, enunció que la construcción de la paz con justicia social fue el fruto de la organización y participación activa del pueblo salvadoreño. A la que san Oscar Romero acompañó desde su trabajo pastoral.
“Para monseñor Romero, el diálogo no solo significaba escuchar, sino también entender la propuesta, las necesidades, las aspiraciones, el proyecto, el proceso y ver como se aportaba para su consecución, entonces, trataba de encontrar consensos e iluminar ese camino, haciendo propuestas, y críticas, incluso, o denuncias para que se mejorare la compresión de la realidad y dar una transformación más objetiva, consistente de la realidad. Por eso la oligarquía salvadoreña utilizando el aparato de Estado, por medio de los Escuadrones de la Muerte, lo asesina el 24 de marzo de 1980, y sobrevino luego, el conflicto armado, los doce años de guerra civil, sin embargo, la palabra de monseñor Romero, prevaleció”, observó el padre Sandoval.
Asimismo, consideró que “monseñor Romero, iluminó y acompañó el proceso transformador del pueblo salvadoreño y la más alta aspiración para generar un Estado de Derecho, donde sea, no oligarquía, ni los militares u otros intereses, los que decidan, sino el derecho, la razón y la racionalidad. Y en donde la vigencia de la persona, sus derechos humanos y justicia social, den la prioridad a las víctimas y el pueblo salvadoreño”, puntualizó.