La llaga desnuda

Erick Tomasino

Sombra de la sombra

Pasaron los días e intenté comunicarme de nuevo con Carol. Por fin me respondió, stuff pharm me confesó que estaba enfadada conmigo. Que no quería recibirme de nuevo en su casa, viagra seek que ni intentara verla de nuevo. Todo solo porque esa vez, physician por única vez, luego del desayuno olvidé lavar los platos; me pareció una excusa poco válida así que creo que de fondo había otras cosas, intenté indagar pero no me las quería decir. No sabía qué pensar, debía haber sido algo que había dicho o hecho. De nuevo era por no haber hecho bien las cosas.

Al final se sinceró y me dijo que se sintió mal la noche me quedé en su casa. Que cómo había sido posible que yo no tomara antes la iniciativa luego de tantas noches que habíamos coincidido en el bar. Que a lo mejor ella no me resultaba atractiva y que sólo había sido producto de una noche de borrachera. Se sintió tan mal que ahora le avergonzaba verme de nuevo. Que todo había sido un error.

Pero luego siguió contándome que ella se enfermó y yo ni me di cuenta. Que yo ni por casualidad le llamé ni le acompañé, que eso era muestra de que no me importaba en lo más mínimo. Esa confesión me puso como a un cretino así que en lugar de entenderla hacía cualquier tipo de comentario que podría sacarle de onda. “Parece que no sabés decir nada bueno. Lo tuyo es hablar mierdas. Yo quiero estar con alguien que diga cosas interesantes”. Como si en verdad me conociera.

Como no me gusta conversar por teléfono, le pedí que nos viéramos en algún sitio, me dijo que sólo iba a una reunión en la mañana pero que en la tarde salíamos a pasear. Yo le he esperado hasta las cuatro de la tarde hasta que me llamó, que si quería que llegara a la universidad que estaba ahí, me fui y cuando llegué estaba con un amigo con quien había pasado toda la tarde, toda la maldita tarde, entonces me puse como celoso. Luego nos fuimos a casa de una  amiga suya para tomar algo de vino y ya ahí me puse bien, porque la amiga estaba bien. Porque estaba rodeado de mujeres. Y había vino. Pero no, ya cuando estaba entrando en calor nos vamos, que para conversar solos y yo, está bien, y cuando pasamos por un bar que se topa con unos amigos y decide quedarse un rato.

Tan molesto me puse que le pedí nos fuéramos a la casa. Nos ponemos a ver un vídeo, lo terminamos de ver, nos dan ganas de ducharnos porque el calor está insoportable, le indico donde queda el baño, le acompaño muy caballeroso, pero ella me invita a entrar, le digo que no se moleste, que le puedo quitar la ropa y mientras le voy quitando cada una de sus prendas, le doy pequeños besos por la piel. Ella los recibe aumentando su interés, el agua está muy fresca y ya estamos debajo de la ducha, sintiendo como el agua recorre los cuerpos desnudos. Ella está nerviosa pero dispuesta a hacerlo; le tomo de un abrazo, abarco su cintura y la estrecho contra la pared… su deseo es incontrolable. Siente como mi erección poco a poco va penetrándole, está muy consciente de lo que hace y se deja llevar, el agua sigue cayendo. Nos  trasladamos a la sala, a todos los rincones posibles, llegamos al dormitorio, somos un alboroto. La casa es invadida por el ruido que la excitación produce, no nos importa. Estoy tan excitado, que siento la necesidad de apretarla con más fuerza, como quien no quiere dejarla ir.

Carol estaba más tranquila ahora, se sentía deseada y como repitiendo un manual para mí aborrecedor, decidió que mientras retozábamos sería bueno charlar un poco.

“Un día de estos te vi en el centro, ibas caminando muy rápido por eso no te hablé, había mucha gente y te veías realmente muy apresurado”. Yo siempre me veo así. Tengo averiada la noción del tiempo y siempre creo que es demasiado tarde para todo. Camino como si estuviera escapando de algo o de alguien.

Carol sabía que de nuevo me venía la nostalgia. Solía pasarme después de un rato de lujuria. La nostalgia es indicador de que algo o alguien nos hace falta. Su nombre deambula por estas calles que aun no me reconocen, que me patean en cada paso, en cada cruce de esquina, en cada bocacalle. Ella se ha ido y todavía no me entero. Mi corazón se estruja por las noches cuando me invade el sueño, mujer de la luna, noctámbula, mujer fantasma, crisma en la garganta. He ahí que prefiero la soledad de los mismos bares, para ahuyentarme de ella que me persigue a todas partes, Ella sabe que ahí estoy más protegido que no puede entrar aunque nadie se lo impida. Es nuestro santuario para guardar las distancias. Ella es la sombra de esta ciudad que vomita cadáveres frecuentes. Yo no soy más que nada. Soy la nada. Sombra de la sombra.

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Carol se fue del país y manteníamos comunicación por internet. Así que a veces le sugería tener sexo virtual, uno de esos días se puso un poco complaciente y casi que acepta jugar el juego.

Mi amor, estoy impaciente. Ya voy corazón. Se acaba de ir la luz, ah no, se me quemó el foco, si se fue la luz, ya vino mi amor, ¿te fuiste? ¿Te molesta si te voy escribiendo? no puedo evitar que cuando te veo me excito. Así estoy ahora. Ya cerré bien mi puerta. Fantaseamos.

Dime algo. Yo llegaría con unos versos que acabara de escribir: tu piel en los suburbios de mi locura me llevan a convocar tu risa, me acuerpo a tu existencia y me desatas como un aullido. Cosas así. Entonces como no me ponés atención tiro los papeles y llego hacia vos, te abrazo por la espalda, cerrás los ojos cálidamente y me dan ganas de besar tu pelo mientras te abrazo por la cintura, voy besando el contorno de tu pelo y muerdo una de tus orejas.

Bajo un poco sobre tu cuello. Doy pequeños besos en tus mejillas queriendo buscar tus labios los cuales encuentro semiabiertos viniendo hacia mí, te das la vuelta y llevás una de mis manos hacia tus pechos, voy tirando de tu camiseta aun besándonos buscando la manera de desnudarte, mis manos y mis labios arden de deseos; voy recorriendo poco a poco tu cuello sintiendo pequeños espasmos de excitación, mi cabello húmedo recorrería tu cuerpo; gotas desde mi cuerpo caerían sobre vos; la respiración agitada se mezclaría con el ruido de la lluvia como en demencial combate de sonidos te diría: te amo.

El agua bajaría por tu espalda y mis manos sobre vos quitaría tu camiseta y bañados tus pechos me darían la bienvenida, ahí me detengo. Acaricio con mis labios tus pezones que me han extrañado y los muerdo atrayéndolos hacia mi ¿están así ahora para mí?

“Pero yo quiero verte, sabés que me encanta”. Sería bueno, yo te quiero aquí con esta lluvia, quiero sentirte toda cerca de mí, sentir cada parte de tu cuerpo; tocarte con cada parte de mi cuerpo mezclándonos en uno solo y escucharte cuando respirás, como cuando querés pedirme más y que me escuchés cuando ya no soy yo, sino somos ambos; rozar tus poros y rayarte suavemente la espalda de mi incontrolable deseo.

Nos la pasaríamos bien sin duda, quiero mezclar mis dedos en tu cabello ¿me dejas ver tus pechos? es mucha imaginación para mí hoy. Qué vergüenza. También me encantan tus ojos, bueno, me encanta todo de vos, por eso me gustaste desde que te vi la primera vez, sabía que debía ganar tu corazón.

Yo estoy que me quemo y si no me dejas ver creo que diré adiós. Estoy que me quemo pero me quemo rico. Me voy, perdí las esperanzas, solo quiero quedarme con tu imagen. Igual te quiero. Déjame verte por favor. Estás bien linda.

Voy a fotografiarte cuando vengas estoy poniendo un estudio para usar mi cámara nueva entonces venís vos y te propongo que hacemos una sesión de fotos eróticas y te desnudás no sin antes tomar algo y escuchar algo de música y tomando hablamos de cómo podría ser la sesión y me mostrás uno de tus pechos y me preguntás si es fotografiable yo te digo que sí pero hace falta algo y yo te digo como que necesita más pasión el momento que tenemos que desinhibirnos para las fotos necesitamos compenetrarnos más así que digo que estás hermosa pero necesito sentir la pasión de tu parte y empiezo a besarte y vos a besarme y nuestras manos se pierden entre nosotros y beso tus pies y los masajeo y voy subiendo besando tus piernas y quiero abarcarte toda y tomás mi pene entre tus manos y lo apretás y se escuchan mis jadeos y quiero penetrarte y  llevás mi pene hasta vos y me apretás con tus piernas y te abrazo fuertemente y mi pene se introduce y a la vez nos besamos y a veces te apartás de mí y de mi pene y yo te atraigo hacia mí y hacia mi pene nos da calor y queremos hacerlo ya quiero sentirte oler tu olor cuando estás excitada y me urge tu presencia y ya me dieron ganas de hacer cositas con mi pene y hago algo mientras te veo.

Pero no podemos continuar. Se trabó tu cámara. Ya. No puedo verte. Ya. Se cayó la señal. Ya volvió. Se corta la señal. No. Ay.

Carta a un amor en red

Amor: (entro)

De nuevo estoy en esta cueva que llora por las grietas y ventanas cánticos de anhelos desterrados, viendo por un agujero ultravioleta tu sonrisa que ríe al ojo del huracán y no a mis labios que son de sangre y elixir. (Entro)

Oigo la música de este catre sin recordar la letra de tus gemidos (borrar). El ritmo permanece pero la esencia de tus caprichos de sonata se ha desvanecido sin posibilidad de penetrar esta pantalla que se ha vuelto -por azar de la tecnología- lo más parecido a tu presencia. (Entro)

(Copio y entro de nuevo) (Estado sin conexión)

Y pienso en esta estancia, que peor que estar ciego o mudo, es estar ciego y mudo; porque aunque tenga un par de manos deslizándose sobre tu piel como corteza humedecida, no sé si me miras a los ojos, si me gritas desbocada tu gusto por mi árbol sin ramajes, ni se decirte que soy un escarabajo succionando de tu sexo lo que me das para vivir así sin ti. (Borrar)

Y quiero desaparecer bajo el cobertor de tus retoños, mas soy esguince en la tormenta de tu inconsciente que alambra mis implosiones. Te desvaneces en remolinos, antifaz de pétalos y mutismos. Caigo en tu trampa de reflejos y destellos de sonidos auto programados. (Entro)

Veo por fin tus sueños en un estado de somnolencia graficada por las voces de este cuadrante inoperante. Alguien canta tu ventana e imagino tu ropa interior enredada en placeres ingentes y ocultados; y si me asomo de repente, lo que había de erecto en mi se distrae. (Cerrar sesión)

Amada: (dos puntos) Mañana no podrás ignorarme ni encenderás tus velas de aromas anestesiados. Ya el alba vendrá demasiado tarde y quién sabe si por azares del hedonismo, por fin te encuentre desnuda sobre esta cama. Mientras veo en diálogos ajenos tus pasos esquina opuesta a este epitome de cada noche, en tanto tú te distraes leyendo esto que termina siendo una carta.

(Fin de la conversación)

Ver también

Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024