Hugo Martínez*
Los resultados electorales del pasado 4 de marzo, en definitiva, nos enviaron un claro mensaje a los políticos de El Salvador, independientemente de dónde estemos ubicados en el espectro ideológico y del partido político al que pertenezcamos. Hoy, más que nunca, debemos aceptar nuestros errores, aprender de ellos y al actuar reconocer la importancia de escuchar y estar siempre cerca de nuestra gente, atendiendo sus necesidades más apremiantes y esforzándonos por resolver sus problemas más urgentes.
Ese reconocimiento, junto a una profunda convicción democrática y con fiel apego a los principios revolucionarios que dieron origen al FMLN, es precisamente lo que me llevó, hace unas semanas, a dar el paso para competir por la candidatura presidencial de este histórico partido, al que con orgullo le he dedicado muchos años de mi vida. No se trata de una apuesta personal, sino de una decisión con la que pretendo aportar a la consolidación del Frente, seguro que el proceso interno en el que nos encontramos ahora nos hará recuperar nuestra fuerza y la perspectiva de victoria frente a los comicios de 2019.
No dudo que esta ruta será un interesante desafío, pero sé que el talante de nuestro pueblo y, especialmente, de nuestra militancia será, como lo ha sido siempre, determinante para garantizar ese triunfo. Por eso en esta campaña interna estoy dedicando mi tiempo y energía para que, desde adentro, empecemos a enmendar los errores y a abrir todos los espacios posibles para el diálogo, para escuchar e intercambiar de primera mano con todos los sectores que han sido parte vital en las décadas de lucha de nuestro partido –campesinos, obreros, veteranos, lisiados, mujeres, jovenes, maestros, sindicalistas–, en fin, para darle voz a esa fuerza social sin la que el FMLN no sería el mayor instituto político de la izquierda salvadoreña.
Como he venido diciendo en las reuniones departamentales de esta campaña, es fundamental que revivamos esa esencia histórica de nuestro partido, que nació justamente teniendo amplias alianzas sectoriales como una de sus grandes fortalezas.
De igual forma, es imprescindible escuchar a nuestras bases partidarias, las cuales tienen el verdadero poder de decisión en este proceso y deben, sin presiones de ninguna naturaleza, elegir este 27 de mayo a la carta ganadora para el próximo año. El poder originado en nuestras bases y la unidad de las mismas son, indiscutiblemente, dos de las claves para triunfar en la contienda presidencial.
Y dentro de esa militancia, además, hay dos poblaciones muy relevantes. Me refiero, por un lado, a las y los jóvenes, un grupo con el que me identifico de forma especial por haber sido dirigente estudiantil y el primer coordinador de la Juventud del FMLN, responsabilidad con la que inició mi trayectoria de compromiso social con nuestro país. Estoy convencido que las y los jóvenes son el corazón de los cambios en una sociedad y que junto a ellos y ellas, al darles espacios y oportunidades, con su empuje y creatividad, lograremos grandes transformaciones no solo para sacar adelante a nuestro partido, sino a El Salvador.
Otra población clave son las mujeres, quienes desde nuestros comienzos como movimiento revolucionario han luchado a sangre y fuego por conquistar un país con justicia y equidad. A ellas, a las históricas, pero también a las nuevas generaciones de mujeres del Frente, les debemos nuestro mayor respeto y la posibilidad de ser cada vez más protagonistas de nuestro fortalecimiento como institución, así como de la consolidación de los cambios en El Salvador. Por eso he propuesto que el próximo gabinete esté conformado la mitad por mujeres y el otro cincuenta por ciento por hombres.
La ruta está entonces iniciada y mi compromiso es firme para continuar trabajando sin descanso hacia la victoria en 2019. Estoy claro que solo así, aprendiendo de las experiencias, impulsando el debate abierto y nuestra democracia interna, sin dejar de estar cerca de la gente y darles el lugar que se merecen a todos los sectores, podremos caminar con optimismo hacia el año venidero.
No es, pues, tiempo de bajar los brazos. Es momento de demostrar nuestra fuerza, unirnos, honrar a nuestros mártires y recuperar la esperanza para seguir construyendo en unidad un El Salvador donde cada vez haya menos exclusión y más oportunidades para que todos y todas podamos vivir plenamente. Como bien nos diría nuestro recordado Schafik Hándal: ¡La lucha continúa!
*Precandidato presidencial del FMLN