Por: Oscar Martínez
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Hace unos meses en una actividad del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) me encontré cara a cara con un joven que me habló con mucha confianza y yo sin poder reparar quien era, me dijo, soy Rolando: “nosotros veníamos a las marchas de San Salvador con el Movimiento Salvadoreño de Cipotes, y ahí lo conocí a usted, a Alma, a Héctor y a Chacón, ya hace tiempo cuando estaba cipote, ustedes eran de CODYDES.
Comencé a recordar y efectivamente eran los cipotes del PRTC que en 1988 se activaron, cuando en El Salvador estaba ausente la democracia política y económica; y si la inseguridad, la represión institucional contra el pueblo y el desarrollo de un proceso electoral para diputados y alcaldes en donde participan solo partidos de derecha, una guerra de contrainsurgencia operada por cerca de 56,000 efectivos de la Fuerza Armada de El Salvador, más las patrullas cantonales, los miembros de ORDEN, la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda, Escuadrones de la Muerte, entre otros ejecutan la guerra de contrainsurgencia diseñada y apoyada por la administración norteamericana, que veían en el pueblo a su enemigo y a sus organizaciones, son los elementos que dinamizan el año de 1988.
Entonces la situación de guerra, la violación de los derechos humanos por parte de las instituciones del Estado, una economía de guerra y los esfuerzos que realizaba el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN para buscar una solución política al conflicto y la resistencia de la oligarquía y el imperio de buscar una solución militar al conflicto caracteriza el año de 1988.
En ese contexto, un vigoroso movimiento popular se levanta para exigir cese la represión, el respeto a los derechos humanos, solución pacífica al conflicto, cese del reclutamiento forzoso y otros derechos fundamentos de carácter económico-social.
El Movimiento Salvadoreño de Mujeres (MSM) es una expresión de esa ola organizativa, que acompaña y apoya en 1988 el surgimiento del Movimiento Salvadoreño de Cipotes (MSC) integrado por cipotas y cipotes, con edades entre ocho a doce años, provenientes de la zona rural de los departamentos de Usulután norte y sur, La Libertad, San Vicente y de la zona urbana de San Salvador, específicamente de la zona de influencia político-militar del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC).
Un triángulo de poder popular se estaba configurando, con la participación de familias enteras: las madres participaban en el MSM, sus padres eran guerrilleros o políticos que operaban en los frentes de guerra y los cipotes veían una oportunidad de aportar con su esfuerzo participativo a la liberación de un pueblo, así lo testifica el que fuera secretario general del Movimiento, Rolando Ayala, originario de Cerros de San Pedro, San Vicente.
“Era un compromiso que sentíamos como hijos e hijas de combatientes del FMLN de aportar a la lucha, de trabajar desde la comunidad en enseñarles a leer y escribir a otros cipotes y cipotas que no habían ido a la escuela, de tratar de hacer algo para que se reunificara nuestra familia”, dice Rolando.
Muchos integrantes del Movimiento Salvadoreño de Cipotes provenían de los “Pioneritos”, o sea, los Pioneros de Liberación Popular (PLP) que operaba en la zona rural, un esfuerzo apuntalado por la comandante del PRTC, Arlen Siu Guazapa, que el 26 de junio de 1985, cae en combate en San Gerardo, departamento de San Miguel.
Rolando cuenta que trabajaban en colectivo, participaban en reuniones para hacer el análisis de coyuntura y su rol a jugar como jóvenes para salir de las condiciones de injusticia social en que vivían, tenían sueños de estudiar, de vivir en familia y en paz social, entre sus compañeros que recuerda está Alfredo Rodas “el colocho”, Catalino Vargas “El Peludo”, hijo de la Toña Flores, el hijo de Tony Chacón, la hija de la Alma, “el verde” que ya pateaba los frentes guerrilleros, participó en la Ofensiva Hasta el Tope y Punto… ¡Febe Elizabeth…Vive!
La represión, la dimensión de la guerra y la radicalización de las masas llevó a otros niveles la lucha, pues 1988 era un año de tensionamiento de fuerza en los preparativos de la ofensiva del 89 y eso hacía más difícil el trabajo; pero se continuó porque teníamos la esperanza que el FMLN tomara el poder político por medio de las armadas.
El 16 de enero de 1992 se firman los Acuerdos de Paz y con ello la esperanza de que nuestros sueños de lucha se conviertan en proyectos sociales y económicos en beneficio de nuestras familias, entonces algunos se metieron a la Academia de Seguridad Publica a estudiar para luego ingresar a la Policía Nacional Civil PNC, otros fueron beneficiados con créditos y tierras, otros compas con becas de estudio y otros simplemente nos reinsertamos a la sociedad civil, dice Rolando.
Rolando asegura que con los gobiernos del FMLN fueron beneficiados con programas sociales, “mire usted, donde no voy a estar contento si nosotros luchábamos por educación y con el gobierno del FMLN lo logramos, es gratuita y nos dan zapatos, uniformes y útiles, cosas que no teníamos antes”.
Desde 2015, Rolando asumió responsabilidades como secretario municipal del FMLN en el municipio de San Esteban Catarina, San Vicente, y actualmente es síndico municipal de ese municipio, se organizó a los 11 años de edad y hoy tiene 42, Rolando dice que está convencido que el instrumento político para continuar los cambios sociales en El Salvador es el FMLN, y unidos saldrán adelante para impulsar el proyecto del pueblo.
En el acto conmemorativo del comandante Venancio Salvatierra, Mario López, asesinado en diciembre de 1993 por Escuadrones de la Muerte, se le hizo un reconocimiento al compañero Rolando Ayala por su trayectoria de lucha y compromiso con los intereses del pueblo.
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