Alberto Romero de Urbiztondo
Twitter: @aromero0568
Los abusos sexuales de menores que en los últimos años han sido denunciados como una práctica que ocurría y se ocultaba en la Iglesia Católica, ahora se han hecho públicos en la iglesia La Luz del Mundo. Su líder Naasón Joaquín García a quienes sus seguidores denominan el “Apostos de Cristo”, está siendo procesado en la Corte Superior de Los Angeles, USA por veintiséis cargos de violación infantil, violación de asalto sexual agravado, abuso sexual, trata de personas, pornografía sexual y extorsión. La Corte considera tan firmes las pruebas presentadas, que ha decretado prisión sin derecho a fianza mientras se desarrolla el proceso judicial.
Debe de ser el sistema judicial quien determine la culpabilidad o inocencia de este líder religioso, pero a la sociedad nos muestra la importancia de que exista autonomía entre iglesias y Estado. Si bien se debe de garantizar la libertad de pensamiento, creencias y prácticas religiosas de todas las personas, el Estado tiene que mantener independencia respecto a las instituciones religiosas, sin privilegios para sus miembros ni para sacerdotes, religiosos y pastores que deben de someterse a la justicia civil al igual que toda la ciudadanía.
Además, nos muestra como en muchas ocasiones las jerarquías religiosas que pretenden imponer leyes y políticas públicas basadas en sus creencias y códigos morales particulares, para que sean de obligado cumplimiento de la ciudadanía, los mismos que se oponen a la educación integral en sexualidad, el acceso y uso de anticonceptivos a la juventud, la diversidad sexual o la interrupción del embarazo en determinadas situaciones, son quienes en sus vidas privadas desarrollan prácticas no solo contrarias a sus predicas, sino violadoras de los derechos de niñas, jóvenes y mujeres y constitutivas de delitos.
Obviamente la mayoría de personas seguidoras de estas iglesias no desarrollan estas prácticas, pero deben de tener un comportamiento ético y no dar respaldo a pastores o sacerdotes que sean abusadores sexuales, sino más bien denunciarlos y analizar las causas que han permitido el desarrollo y encubrimiento de estas prácticas delictivas de abuso sexual en su interior.