Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
La detención de varios reconocidos defensores de DDHH, la institucionalidad, el trabajo y el medio ambiente, son expresiones de lo mismo: intolerancia y menosprecio por la legalidad.
Todos ellos son asociados por la doctrina neoliberal libertaria que anima al régimen, como obstáculos a sus intereses.
Porque hay que entender, el régimen se sustenta no solo en las armas del ejército, sobre todo en la doctrina de la tecnocracia feudal, por lo que tanto la institucionalidad como la democracia misma son vistas como obstáculos, impedimentos a su fin último que es el de acumular riquezas.
Sí, acumular riquezas no gobernar, sino gestionar la transición del estado nación a uno neo feudal, administrado, gestionado por los ultra ricos que así se lo apropian, instrumentalizándolo para incrementar sus haberes.
Los ideólogos tras esto son personajes oscuros como Curtis Yarvin y J.D.Vance, vicepresidente estadounidense, quienes junto a los CEO ‘s de las grandes multinacionales coadministran junto a Trump su país.
Es decir, bajo la visión del darwinismo social que sustenta al neoliberalismo, el nivel último del modelo capitalista lo supone el techno feudalismo, donde las instituciones democráticas que instrumentalizaron para acceder al poder han sido suprimidas, como ha sucedido en nuestro país, y sus defensores vistos como escollos, y como tales perseguidos y procurados suprimir.
No responde esto solo a personalismos baratos de parte de los seudo funcionarios del régimen, quienes arbitrariamente acusan ilegítimamente a este o a aquel, para superar sus complejos e inseguridades; lo hacen porque además ellos conforman un ejemplo para el resto de la ciudadanía, porque tienen el valor de levantarse, a la legalidad que supone la institucionalidad.
Abundan los ejemplos, desde los que la arbitrariedad implicada en las masivas detenciones cometidas por la soldadesca y algunos policías sin compromiso, hasta la persecución de personas como Fidel Zavala, Félix López, Eugenio Chicas, la directiva de Santa Marta, la de la línea del Tren, y los miles de más detenidos en iguales circunstancias, que demandan el elemental respeto al derecho que la institucionalidad implica para cada uno de nosotros, y que el régimen desconoce porque solo admite sus derechos, no los de los de los que no son admitidos en su círculo privilegiado.
Porque asistimos a otro de esos raros momentos de la historia en los que, sobre los decadentes despojos del modelo vigente, el capitalista, emerge un proyecto que promete superarlo, el ultra neoliberal, que reconocemos simplemente como libertario, y que no es más que el modo más primitivo de expolio elevado a rango de poder político, el feudal – tecno feudalismo para la cherada – procurando así sobrevivir al mundo multipolar que se abre paso desde los despojos de Ucrania.
Porque la multipolaridad promete un espacio a todos.
Y eso, eso amenaza los privilegios de estos que ven en los derechos de los demás, en la institucionalidad, el trabajo y la legalidad, una limitación a esos privilegios.
Y no lo aceptan.