Ricardo Olmos Guevara
Economista
La medición de la desigualdad del ingreso es un tema de interés en materia de política económica, pues según las recientes investigaciones, en la medida que se presentan mayores desigualdades de las rentas en las sociedades, este fenómeno provoca menores oportunidades para el crecimiento económico y por consiguiente, menores oportunidades para el desarrollo humano.
Los primeros descubrimientos en esta materia se deben a la hipótesis desarrollada por Simon Kuznets, que observó cómo el crecimiento económico se ve favorecido cuando los salarios y las rentas se incrementan a partir de mejores oportunidad de empleo, productividad y salarios de la población.
Hay que decir que este tema ha guardado mucho escozor en las universidades, fundaciones y partidos políticos, particularmente confundiendo en muchas oportunidades, la importancia e incidencia de este tema en variadas áreas de las ciencias económicas, sociales y políticas. Lo sorprendente es que este tema es retomado en su total plenitud, hasta que fue presentado en instancias como el Banco Mundial y el mismo Fondo Monetario Internacional, FMI cuando hicieron públicas sus investigaciones aunque con menor énfasis como en otros temas, dado que otras áreas de interés investigativo poseen un mayor énfasis e interés. Por el contrario, la investigación en materia de desigualdad ha gozado a lo largo del tiempo de menos financiamiento en determinados centros de pensamiento internacional, y en sociedades como la nuestra, en donde el debate sobre el particular es aún poco promovido en los programas de estudios en las diferentes universidades del país.
Sin embargo, en otras latitudes y por cierto, en los últimos años los análisis de la desigualdad entre los seres humanos ha sido el foco de interés de organismos internacionales. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) define la desigualdad como “…la diferencia en cómo se distribuyen los activos, el bienestar o los ingresos entre la población (OECD, 2015b)”.
Por su parte la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, viene de editar este año el informe denominado “Panorama social de América Latina, 2018”, en donde realiza una extensa revisión de los principales temas sociales de interés ciudadano, de los gobiernos y de la empresa privada. Es un análisis de revisión de las disparidades en materia de ingreso y cómo desde 2002 las economías han venido evolucionando a la fecha. Para tal efecto la CEPAL utiliza las encuestas de hogares y no los resultados de las cuentas nacionales de los países con el propósito de considerar los ingresos totales de los hogares, incluyendo todos los ingresos como son las remesas y los ingresos de los cuentapropistas, que inciden fuertemente en el ingreso total de los hogares y no solamente aquellos procedentes de las remuneraciones a los asalariados.
Las comparaciones internacionales utilizan el GINI para medir las desigualdades en los ingresos reportados por los hogares, indicador que ha sido largamente utilizado en la literatura económica por los organismos internacionales. El índice de GINI describe la igualdad o desigualdad en materia de distribución de ingresos en cada uno de los países. Cuando este índice se acerca a cero nos dice que ese país está distribuyendo mejor sus ingresos, mientras que un indicador cercano a 1 indica que esa sociedad es más desigual.
Los resultados que nos presenta la CEPAL son alentadores pues en lo que respecta a El Salvador ese índice fue de 0.51 en el año 2002 y pasó a 0.40 en el año 2017. Mientras tanto América Latina en promedio pasó para el mismo período de 0.53 a 0.47. Esto significa que existe para El Salvador, una tendencia favorable de una distribución de los ingresos propiciado por ingresos de las remesas y de los cuentapropistas en los ingresos totales de los hogares y es probablemente mayor el impacto que para el resto de América Latina. Con estos resultados la desigualdad en el caso de nuestro país se redujo en 27.5 % y en el caso del promedio de países de América Latina la reducción fue de solamente 12.7 %.
Estos resultados se destacan, pues en los últimos años este tema guarda un interés e importancia dado que “la desigualdad puede reprimir el crecimiento económico” (Finanzas y Desarrollo, FMI, 2017) y por consiguiente, las oportunidades de progreso de todos los que participan en el proceso productivo. Existe un consenso que en la medida que se trabaje, para que las desigualdades en materia de distribución del ingreso sean mejores, tendremos nuevas oportunidades de crecimiento económico en los países.
El informe de la CEPAL indica que la desigualdad puede reducir el crecimiento económico, incidiendo en menor cohesión social, estabilidad social y generar conflictividad social en el corto y mediano plazo. En síntesis, a menores niveles de desigualdad hay confianza para que en términos generales no se socave ni mucho menos frene, los esfuerzos por mejores oportunidades para el crecimiento económico (Redistribution, Inequality and Growth, Jonathan D. Ostry, et al, IMF, 2014). Sus resultados respaldan los esfuerzos que en materia de política social y económica, vienen realizando la mayoría de los países en la región.
¿Es posible transitar hacia sociedades menos desiguales en el actual contexto nacional e internacional?, ¿es aconsejable tener los programas de actuación política este tema y vincularlo con otros temas de interés, como es el caso de las pensiones, pago de las tarifas de los servicios públicos así como las menores transferencias desde el Estado a los sectores pobres de los países?
Estos temas serán sin duda elementos de la coyuntura por venir y que por cierto, se convertirán en temas no solamente de la coyuntura económica y política en donde las fuerzas sociales pueden ser las únicas que en efecto puedan presionar por menos desigualdades a las élites políticas y económicas en provecho de más justicia social.
Medir la desigualdad desde los ingresos es un buen indicador para conocer de cuánto se ha avanzado como sociedad, para reducir las inequidades, sin embargo, los estudios en esta área no son suficientes. Hace falta de estudios de la desigualdad desde la contabilidad nacional y de seguro que ello arrojaría resultados menos optimistas, que cuando se utilizan los resultados de encuestas de hogares. Los primeros resultados de la contabilidad nacional permite asegurar que la participación del excedente (ganancias de los capitalistas) respecto al ingreso nacional creció de 36.5 % al 39.0 % mientras que los salarios disminuyeron de 38.9 % al 37.7 % entre 2005 al 2017 (BCR y STP, 2018). Al mismo tiempo hacen falta de estudios sobre la desigualdad en materia de propiedad, que es otro de los aspectos sobre el cual en las universidades salvadoreñas no se ventilan; temas que podrían revelar cómo en los últimos años las brechas aún se mantienen o se expanden, realidad de los hogares más dura y asfixiante que hace falta conocer para que las generaciones actuales y futuras puedan apropiarse de esta problemática y convertirla en nuevas banderas de lucha, sobre los reales problemas de las sociedades subdesarrolladas como las nuestras.