Elsa Morales
Enero 12 de 1990 nos recuerda que se cumple un aniversario más del asesinato de Héctor Oquelí Colindres en ciudad de Guatemala, donde fue secuestrado y cuyo caso se encuentra, como tantos otros, en la impunidad. Febrero 28 de 1991 se cumple también un aniversario más del fallecimiento de Guillermo Manuel Ungo en ciudad de México, Distrito Federal.
La pregunta que puede surgir es ¿por qué los recordamos y qué vínculo tienen hoy con nuestro país? La respuesta podría parecer simple, los recordamos por lo que hicieron, por lo que dijeron, por lo que escribieron.
Hicieron, dijeron y escribieron en un tiempo particular de nuestra historia, pero con visión de un futuro para nuestro país, para nuestra gente, denunciaron la causa de los males de la sociedad salvadoreña: la concentración del poder y la riqueza, la corrupción, la intromisión de otros intereses foráneos en nuestra patria.
Guillermo Ungo y Héctor Oquelí tienen una historia en cuanto a elecciones en El Salvador, participaron en varios eventos electorales en el tiempo en que el fraude y la represión fueron su rasgo más distintivo, Ungo no pudo ocupar el cargo de vicepresidente de la República en el año 1972, a pesar que el voto mayoritario así lo había decidido; en el año 1974, en las elecciones de ese 10 de marzo, Héctor Francisco Oquelí resultó electo diputado suplente por el departamento de San Salvador, recordemos que el desgaste, la credibilidad sobre la participación electoral estaba en franca decadencia y estos dos políticos fueron testigos vivientes de aquella realidad.
El 15 de octubre de 1984, una década después, vamos a encontrar en escenario diferente a Guillermo Ungo, la iglesia de La palma en el departamento de Chalatenango, donde se realizó la reunión de diálogo entre el gobierno salvadoreño de esa época y una delegación de la alianza FDR-FMLN, por el FDR Guillermo Ungo, presidente del mismo, y Rubén Zamora, vicepresidente. En el comunicado que emitiera la alianza destaquemos lo siguiente “El inicio del diálogo en La Palma es un primer paso en esta dirección”. “Hemos logrado institucionalizar el diálogo asegurando su continuidad”, en este marco de cosas encontramos que el 30 de noviembre siempre en 1984 se realiza el encuentro de Ayagualo donde uno de los delegados por el FDR es Héctor Oquelí, los dos compañeros y amigos participando del proceso de inicio del diálogo.
Los años 1987-1988 van a mostrar un nuevo escenario donde se vinculan elecciones y negociación, se crea la coalición electoral denominada Convergencia Democrática, para participar en las elecciones presidenciales de finales de 1988, con el objetivo claro de fortalecer el proceso de diálogo e impulsar la negociación, la necesidad de negociar el fin de la guerra civil que vivía la sociedad salvadoreña fue puesta en la agenda política de esa campaña electoral en medio de una guerra civil. Socios históricos que no renegaban del pacto y mantenían estrecha relación con el FMLN llegaron a conquistar un espacio y a dar la cara para defender la salida negociada a la guerra, tirarse a una piscina llena de tiburones decía Ungo.
Es por todo esto que hay un compromiso ético para recordarles y rendir homenaje a estos dos compatriotas en las proximidades de un nuevo aniversario de los Acuerdos de Paz, de un nuevo periodo electoral, con una institucionalidad legada por esos acuerdos, una institucionalidad que no se sabe valorar por quienes ya olvidaron los periodos de los fraudes y los golpes de Estado y que en el presente utilizan sus cuotas de poder para cambiar los procesos sin medir consecuencias, ni los costos humanos que pesan sobre los cambios en muchos de los ámbitos de la vida nacional, pero los intereses particulares, grupales y corporativos continúan anclados al pasado prefieren perder todo control a vivir en una sociedad equitativa, respetando los derechos y la reglamentación de las instituciones. En un nuevo aniversario de su ausencia física Guillermo Ungo y Héctor Oquelí nuestro reconocimiento y respeto a su memoria, a su conducta de desafiar los riesgos a sus vidas, a su integridad personal para no dejarse cooptar por ofrecimiento de cargos y prebendas, que su ejemplo inspire a nuevas generaciones y fortalezca los liderazgos del pueblo trabajador.
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