El Presidente de la República, Nayib Bukele, sus funcionarios y sus “súbditos” mantienen un discurso retorcido y retrógrada, con su narrativa de que la historia en El Salvador inició con su llegada al poder, por eso es que intentan hasta con decreto borrar la historia. Recordemos que en el marco de los 200 años de la independencia, el año pasado, no hizo ninguna referencia que valiera la pena al bicentenario, trazó sus mensajes en lo que significa para El Salvador su llegada a la presidencia de la república, y que es a partir de entonces que comienza la rueda de la historia en el pulgarcito de América.
Lo anterior explica, en parte, por qué el presidente Bukele ha tenido dos discursos totalmente opuestos desde que inició su vida política y su llegada a la presidencia.
En aquel momento hasta se llenaba de halagos a la dirección del FMLN y su lucha social, la guerra civil y los Acuerdos de Paz. Hoy, dice que el Frente es lo mismo que Arena, que la guerra fue un pacto entre arena y la ex guerrilla, y que el acuerdo de paz fue una farsa.Y cuando una personalidad de la talla moral y religiosa del cardenal Rosa Chávez hace referencia al acuerdo de paz, que hay que retomar su espíritu, porque estos marcaron el rumbo del país, la respuesta de los seguidores del presidente es como si fueran la herida a la que le han echado sal.
En el marco de la beatificación de los cuatro mártires, monseñor Gregorio Rosa Chávez dijo: “Nuestros mártires pueden ayudarnos a recuperar la memoria, para que no renunciemos al sueño de ver a nuestro país reconciliado y en paz. Para ello, tenemos que recuperar el espíritu de los Acuerdos de Paz y la ruta que ahí se trazó”.
La reflexión anterior fue suficiente para que los súbditos asalariados, tanto en el legislativo como en el ejecutivo, lanzaran diatribas de cualquier tipo en contra del cardenal Rosa Chávez. Incluso, lo acusaron de que la homilía pronunciada por el cardenal, fue “política”.
A estos desmemoriados, obviamente, se les olvidó que los cuatro beatos fueron asesinados en el marco de la preguerra civil, por los escuadrones de la muerte incrustados en los cuerpos de seguridad.
Que por defender a los pobres, a los campesinos, y denunciar la represión fueron acusados de comunistas y por eso fueron asesinados. Era imposible que el cardenal evitara hacer referencia a la guerra civil, pues en ese contexto fueron martirizados los ahora beatos.
Más de unos 20 de sacerdotes fueron martirizados por los antiguos cuerpos de seguridad, que defendía al régimen dictatorial y pro oligárquico. Por eso, cuando se negoció la paz entre la ex guerrilla y el gobierno de turno, se acordó eliminar los tres cuerpos de seguridad, por represivos, por tener en su seno escuadrones de la muerte.
Estos cuerpos y sus escuadrones de la muerte fueron los responsables de los asesinatos y desmembramientos de sindicalistas, estudiantes y de todo aquel que fue señalado de pertenecer a organizaciones de izquierda. Y como resultado de esa negociación se creó la Policía Nacional Civil, con su hoja de ruta, embarcada en el respeto a los derechos humanos, comunitaria o ciudadana, profesional y respetuosa de la institucionalidad democrática.
Y el acuerdo buscaba la paz, es decir, silenciar los fusiles, y la tolerancia, por eso es que se habla de conciliación.
El acuerdo de paz quedó como ejemplo, que el diálogo y el respeto al otro deben ser los únicos mecanismos para buscar le solución a los grandes problemas de la nación.
Por eso es que el cardenal, al referirse al contexto del martirio de los beatos, hizo el llamado a no renunciar “al sueño de ver a nuestro país reconciliado y en paz”. Que bueno que el representante del Papa sea quien nos recuerde el sueño de la reconciliación y la paz, que tanto necesita El Salvador.
Sobre todo en este momento, que el presidente Bukele, en vez de aprovechar su gran popularidad para buscar la reconciliación entre los salvadoreños, lanza discursos de odio, de intolerancia que socava la paz social, e incrementa la incertidumbre, la desesperanza. Los más de dos años del gobierno actual, han servido para enconar un discurso de odio y de persecución.
Por eso es importante que no abandonemos la memoria histórica, sobre todo de la historia contemporánea, de la historia reciente, con la esperanza de que ello nos lleve a reflexionar profundamente para que no se repitan los hechos tenebrosos de las década del 70 y los 80, o los 30 también del siglo pasado. Además, porque la memoria histórica es como la sal en la herida en el actual gobierno.