Francisco Elías Valencia
Redacción Diario Co Latino
Las Brigadas Obreras (BO) fue una organización surgida en el marco de la estrategia de masas del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC).
En sus casi seis años de existencia sufre transformaciones importantes, ampoule luego de separarse del PRTC, buy viagra hasta su disolución, cure después de la ofensiva final, en 1981, cuando se adhiere al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Las BO, como mejor se les conocía a mediados de la década del 70, surgió de las entrañas del Sindicato de Transporte. Y aunque no fue el único, su principal base fue ese gremio.
El sindicato del transporte, gracias a una jornada de lucha reivindicativa exitosa, logra el reconocimiento y la aceptación del gremio sindical.
Antes de los transportistas, los trabajadores de Aceros S.A. eran quienes había realizado, a finales de 1968, una importante y exitosa huelga. Luego, en los 70, ANDES 21 de Junio realiza otra jornada de lucha, por incremento salarial, la cual es respalda por el sector transporte.
El sindicato de los transportistas, en el marco de una huelga conquista tres grandes reivindicaciones: el Contrato Colectivo de Trabajo, el incremento salarial de 12 colones diarios ($1.37), y, el principal logro, gozar de los beneficios de la gesta heroica de Chicago (1887), consistente en las 8 horas diarias laborales.
Jaime Beltrán, quien se desempeñaba en servicios varios en el Sindicato de Transporte, recuerda que los motoristas trabajaban de seis de la mañana a diez, y, a veces, hasta once de la noche, por el mismo salario, y sin días de descanso.
Tras la huelga, el sindicato del transporte buscaba pasar a un estadio superior en su lucha sindical reivindicativa, que la realidad del momento le exigía, pero no podía concretarlo, teniendo a la cabeza, en su calidad de secretario general, a René Barrios Amaya, un dirigente sindical que era acusado por los sindicalistas contagiados por los movimientos revolucionarias surgidos en los primeros años de la década de los 70, de ser dirigente de derecha o estar involucrado con la Central de Inteligencia Americana (CIA).
Es a partir de esas acusaciones que impulsan cambios en la junta directiva del sindicato, y es elegido en la secretaría general Antonio Campos Mendoza, un integrante del Partido Comunista Salvadoreño (PCS).
El sindicato estaba conformado por los motoristas de diversas rutas del transporte colectivo, pero también de taxistas, de trabajadores del transporte de carga pesado y hasta pilotos aviadores. Por lo anterior, el sindicato del transporte adquiere importancia estratégica, al igual que el Sindicato de Trabajadores de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (STCEL), el de la industria eléctrica y de la industria textil, por citar algunos.
Era, pues, un sindicato fuerte, por eso en esos días es llamado a formar parte del Frente de Acción Popular Unificado (FAPU), cuando este frente no era dirigido por la Resistencia Nacional (RN), ya que esta última no había sido constituida todavía, dado que resultó de una disidencia en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
En ese momento, en el FAPU coincidían cuadros de las diferentes organizaciones políticas militares de izquierda o revolucionarias, pero no las únicas, pues también deambulaban otras organizaciones denominadas democráticas o progresistas.
“El FAPU era un frente con una política amplia, abierta, donde estaban todos los sectores. Un frente democrático donde participaron también algunos oficiales del ejército. Y es que se buscaba diferenciar entre el rol del ejército y el de los cuerpos represivos”, afirma Beltrán.
En el FAPU había una mezcla de visiones de la gente que ya formaba las diferentes tendencias del ERP inicial (el federativo), en el que participaba incluso Fabio Castillo Figueroa, de los posteriores fundadores del Partido Revolucionario de Trabajadores Centroamericanos (PRTC). Él y otros reconocidos dirigentes de la izquierda revolucionaria, como Mélida Anaya Montes y Mario López, de ANDES 21 de junio; René Barrios Amaya, del Sindicato de Transporte, fueron los propulsores de estos movimientos, después que se pierden las elecciones de 1972, producto de un fraude electoral gestado por la casta militar.
Por su victoria y su accionar, el sindicato del transporte se había convertido “en la bicha de 15 años” para todas las organizaciones políticos militares, es decir, las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), el Partido Comunista Salvadoreño (PCS), el ERP, La RN, y el PRTC, rememora Jaime Beltrán, quien a finales de los años 80 se iba a convertir en uno de sus máximos dirigentes.
El Nacimiento de las Brigadas Obreras
A finales del año 1976, cuando se plantea el lanzamiento de las Brigadas Obreras, recuerda Jaime, se está desarrollando un debate frontal y agudo contra el Partido Comunista (PCS). “Porque la tesis nuestra era que el Partido Comunista adormecía el movimiento sindical y estancaba la lucha de los trabajadores”.
Esto evitó que el sindicato fuera influenciado por el PCS. Y pese a que al local llegaban cuadros de otras organizaciones revolucionarias, es el PRTC el que termina conduciendo al sindicato del transporte y funda las Brigadas Obreras.
El trabajo del PRTC en el sindicato y la creación de las Brigadas Obreras fue iniciado por Manuel Federico Castillo (Carlos Antonio), hijo de Fabio Castillo Figueroa. Así como Mario López (Venancio Salvatierra), Luis Díaz (Edmundo) y Daniel Arana (David).
También llegaban al sindicato Jacinto Sánchez (Roberto Galeano), un estudiante de medicina; Efraín Huete (Eduardo), estudiante de Psicología; Santiago, también estudiante de medicina, el Choco Lito, Estudiante de Química, y Amilcar Darío, estudiante de sociología, entre otros. Estos estudiantes llegaban como integrantes de las Ligas para la Liberación (LL) “que era una de las organizaciones universitarias más pegajosas en ese momento”, dice Jaime.
Las “LL” eran una organización abierta que se crea en mayo de 1975, tras separase del FAPU, y que estaba bajo la conducción de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), nacida en 1973, tras una ruptura en el seno del ERP. La ORT era una organización político militar de donde surge el PRTC.
Las “LL” convirtieron en brigadas a cada uno de los sectores que conducía, en el marco de sus estrategia organizativa y de lucha de masas revolucionaria. Así, en el sector estudiantil crea las Brigadas de Estudiantes de Secundaria (BRES); en el sector campesino, las Brigadas de Trabajadores del Campo (BTC); en el sector obrero, las Brigadas Obreras (BO).
Los dirigentes de las Ligas para la Liberación eran, entre otros, Luis Alberto Díaz (Edmundo), Humberto Mendoza, Mario López, Francisco Veliz (Manuel Hernández), Manuel Federico Castillo, Francisco Melara hijo, Mario Zetino (Pablo Román), entre otros. Además, era parte de las ligas, Jacinto Sánchez, responsable de la estructura militar.
Jaime recuerda que después de la masacre de estudiantes universitarios del 30 de julio de 1975, las LL ocuparon catedral y montaron una valla humana alrededor del templo, en la que él participó. “Eran con quienes más afinidad teníamos”, dice Jaime. Aunque, aclara, que hasta “Cuando ya se iba a tirar el proyecto de creación de las BO, nos dimos cuenta que no era con el ERP ni con nadie más, sino con el PRTC, con quienes trabajábamos”.
Y es que a principios de 1976, los que estaban por conformar las Brigadas Obreras desconocían que aquellos jóvenes universitarios que se encargaban de su formación política ideológica, Manuel y Mario, pertenecían al PRTC, una organización política militar, fundada el 25 de enero de 1976, de carácter centroamericano, cuyo primer secretario general fue el doctor Fabio Castillo Figueroa.
Todas las organizaciones político militares crearon sus frentes de masas. Las FPL dieron vida al Bloque Popular Revolucionario; el ERP, a las Ligas Populares 28 de febrero; las RN, se queda con el FAPU; y el PRTC, crea el Movimiento de Liberación Popular (MLP), al que pertenecían las BRES, BTC, BO y LL.
La dirección del PRTC pone al frente del trabajo del sector obrero y campesino a Daniel Arana (David) y a Mario Zetino (Pablo Román).
Román recuerda que en aquellos años se apoyaba al movimiento sindical, tanto en la organización como en sus huelgas.
Cuando las BO iban a salir a luz, en un congreso de FENASTRAS, a finales de 1976, dice Jaime, “quien tenía que exponer sobre el surgimiento de la organización era yo”. Jaime aclara que no era del equipo de dirección de la organización naciente, pero lo habían elegido a él paro no “quemar” a los dirigentes ni a los estudiantes universitarios que lo acompañaron, porque estos no eran obreros. El plan era que una vez develado el proyecto obrero, los dirigentes y los estudiantes que los acompañaban iban a participar en los debates. Entre los dirigentes estaban Maximiliano Castro Navas (Maxito), Emilio Alonso, Orantes y Rodolfo.
Llega el momento para el vocero de las BO, y sucede un imprevisto: “Yo no me sentía en la capacidad de meterme al desvergue, por eso hay un momento que Jacinto (Sánchez) me puyaba insistentemente, y cuando ve que yo no reacciono tomó la palabra él”.
Es Jacinto Sánchez quien da a conocer el surgimiento oficial de las Brigadas Obreras ante la “timidez” de Jaime.
El manifiesto de las Brigadas Obreras, que había expuesto Sánchez, contenía cuatro apartados: un análisis histórico de la lucha revolucionaria en el país, en el que resaltaba los momentos más álgidos y el bajón de la lucha obrera; un análisis de los fraudes electorales de principios de la década de los 70, una severa crítica al reformismo y el economicismo que le achacaban al Partido Comunista. Y, por supuesto, la propuesta de las BO, desde la concepción marxista leninista.
Uno de los objetivos de las BO era inyectarle al sector obrero la corriente revolucionaria del momento, que se sintetizaba en la lucha no solo por las reivindicaciones laborales, sino que dieran el salto cualitativo a la lucha revolucionaria.
La primera dirección de las BO quedó conformada por David (Daniel Arana), Alberto, el Choco Lito, Santiago y Maxito (Maximiliano Castro Navas).
FENASTRAS en la mira
Cuando aparecen las BO, los sindicatos o gremios tenían posibilidades de ser parte o miembros de al menos tres federaciones. Una de ellas eran la Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS) y, la otra, la Federación de Sindicato de Trabajadores de la Industria del Alimento, Vestido, Textiles y Conexos (FESTIAVCES), estas dos federaciones eran controladas totalmente por cuadros clandestinos del PCS, a las que, según sus críticos pertenecían los sindicatos “menos importantes, “los electoreros y los revisionistas”.
La otra era la Federación Nacional de Trabajadores (FENASTRAS), la que los sindicatos más radicalizados de la izquierda buscaban pertenecer, porque, además, en FENASTRAS estaban los sindicatos de la producción estratégica del país como STECEL (sindicato de CEL), SIES (Sindicato de la Industria Eléctrica), los sindicatos de la industria textil, el SITAS (Sindicato de la Industria de Alimentos como el de la Diana, Confitería Americana y Delicias, entre otros), el SICAFE (Sindicato de la Industria del Café) y el Sindicato de la Industria del Transporte, el IRA, Puerto el Triunfo, entre otros. Sindicatos muy combativos. Con estos sindicatos se podía quebrar la economía del país.
En un principio, varios de los dirigentes de FENASTRAS estaban ligados al MNR, y con otras tendencias ideológicas, y solo una minoría estaba vinculada al PCS, y fue hasta en ese Congreso (1976) que se hacen cambios sustantivos en la Junta Directiva.
“Se le da vuelta a la derecha, porque sacamos a Cárcamo y metemos a Héctor Bernabé Recinos como Secretario General”, recuerda Jaime.
Por supuesto que la RN, a la que pertenecía Recinos, no le quería dar espacio en la junta directiva de FENASTRAS a dirigentes de las recién creadas BO. “Pero el voto de nosotros era de Oro”, añade el ex dirigente sindical y revolucionario, sobre todo, para impedir que el PC “se filtrara” en la directiva.
El PC quería meter como secretario general a Ricardo Martínez, del sindicato de Formost. Esto provoca una bilateral entre los dirigentes de las BO (PRTC) y del FAPU (RN), para impedir que el PC asumiera la secretaría general y mucho menos que tomara el control de FENASTRAS. El acuerdo original era que llevaría candidaturas consensuadas por ambas fuerzas (FENASTRAS y BO).
Así, se lanza la elección de la secretaría general, la cual es ganada por Recinos. Se había acordado que en la siguiente secretaría el FAPU no iba a presentar propuesta, pues esa le correspondía a la BO. No obstante, lo hace, por lo que las Brigadas pierden la secretaría y la gana el candidato del PCS. Luego se eligen dos secretarías, y el FAPU vuelve a romper el acuerdo, por lo que las BO pierden las secretarías, las que son ganadas nuevamente por el PCS. Esto obliga a una nueva bilateral.
En la bilateral participan por la RN Alberto Ramos y Saúl Villalta, mientras que por el PRTC David, Eduardo y Jacinto Sánchez, y reanudan el acuerdo. Así es como entran a la directiva de FENASTRAS dos representantes de las BO: Maxito y Orantes.
Al final, la PCS logra la inclusión de tres de sus cuadros sindicales en la directiva de FENASTRAS, siendo ellos, Ricardo Martínez, Fidel Palacios y Ricardo Erazo. Las BO, dos; las FPL, uno, y el resto del FAPU o RN.
Emilio Alonso Saravia, de las BO, quien no pudo ser uno de los 12 directivos de FENASTRAS, asumió posteriormente la Secretaría General del Sindicato del Transporte.
Posteriormente, FENASTRAS, la FUSS y FESTIAVCES dan vida a la Central Única de Trabajadores Salvadoreños (CUTS), cuya directiva queda controlada por el PCS.
Recuerda Jaime que luego del Congreso de FENASTRAS, al sindicato del transporte se “les pegaron” algunos trotskistas del Grupo Internacionalista Socialista (GSI), y de las Ligas Obrera Revolucionaria (LOR), una división del GSI, que llegaban insistentemente al Sindicato del Transporte. Incluso, dirigentes de las desmembraciones que había sufrido el ERP, pues la RN no había sido la única división.
La formación política y sindical
“Una de las cosas que nos inyectó el PRTC y las Ligas (LL) era mantener una escuela permanente de formación de cuadros obreros”, dice Jaime. Se terminaba una escuela y se seguía con otra. La formación continua era una de las características de los revolucionarios.
Los responsables de las escuelas, considerados por Jaime como “gente muy capaz”, no eran obreros, sino universitarios como Mario López, Federico Castillo, Luis Díaz, Daniel Arana y Alberto (un sociólogo). Este último, dice Jaime, era un buen del PRTC, que no queda en la dirección de dicho partido, y fue uno de los factores que origina las desavenencias entre las BO y el PRTC, para su posterior ruptura, a finales de 1978.
Aunque, Roberto Roca (Secretario General del PRTC 1976-1994) asegura que Alberto si formó parte de la primera Comisión Política, pero no fue reelegido, en el Segundo Congreso, realizado en Honduras, posteriormente.
La separación de las BO del PRTC se da por “tonteras”, reconoce 36 años después Jaime. Entre esas tonteras enumera las críticas que se hacían a la forma de vida del Secretario General, Fabio Castillo Figueroa, quien vivía en Costa Rica, ya que en ese país se asentó la dirección regional del PRTC.
Criticaban también “la forma de como vivían y comían los obreros y campesinos, y como vivían los profesionales del partido (los revolucionarios a tiempo completo)”.
Asimismo, criticaban la integración de la Dirección del PRTC, que en su primer Congreso, de los trece miembros que debían integrarla, solo eligen de forma directa y presencial a 9, el resto habría sido elegido “en ausencia”.
Jaime dice que las críticas hacia el partido era resultado de la formación que sus mismos cuadros les había impartido, sobre todo, cuando llegaban los dirigentes de las LL. Y, según Jaime, aquella reunión que se transforma en el primer Congreso, no llenaba todos los requisitos, por eso los dirigentes de las BO rechazan esa dirección del partido.
Además, la dirigencia de las BO consideraba que en la dirección del PRTC había quedado fuera gente más idónea, como Alberto, David y Maxito, y esto dio inicio a la “cizaña” que termina dos años después en la separación de las BO del PRTC, luego de intensos debates.
Roberto Roca, quien también fue miembro de la primera Comisión Política del PRTC, explica que era necesario que Fabio Castillo Figueroa se asentara en Costa Rica, junto los miembros de la CP, en un primer lugar por cuestiones de seguridad, dado que Castillo Figueroa era un intelectual reconocido nacional e internacionalmente, y luego por la edad de castillo Figueroa. Por otro lado, Costa Rica reunía condiciones para desarrollar un trabajo de relaciones amplias con otras organizaciones revolucionarias y democráticas de la región Centroamericana y Latinoamericana.
Las BO se declaran independientes
La imposibilidad de continuar bajo la dirección del PRTC, la dirigencia de las BO, junto a algunos dirigentes de las Brigadas de Trabajadores del Campo (BTC), deciden que las Brigadas Obreras se convierta en una organización político militar más en el escenario de la lucha revolucionaria de El Salvador.
Jaime recuerda que las BO se quedan con un “poquito de gente de las BTC de San Vicente, La Paz, Cuscatlán, San Salvador y La Libertad. Solo en Cuscatlán, es decir, Guazapa, se dividieron la fuerza.
Una vez identificada la gente que abandonaba el PRTC, las BO inician el proceso de convertirse en un partido con orientación marxista leninista. Eligen a su dirección, y nombra como secretario general a David (Daniel Arana), y como segundo de abordo a Alberto. Los acompañaban, además, Eduardo (Efraín Huete), Maxito (Maximiliano Castro Navas), Iván (Mario) Federico (Roberto Batle), Rodolfo y el Choco Lito.
David, Eduardo y Alberto, explica Jaime, eran los ideólogos, aunque, resalta principalmente los dotes de dirigente de David, muy trabajador y hábil, con gran capacidad de debate, a quien le llamaban “el beligerante”.
Una vez formada la dirección enfocan el trabajo futuro en tres direcciones: primero, y fundamentalmente, en la formación. En este eje se decantan por el método marxista, lo que les ayudaba analizar las diferentes coyunturas. Esto implicaba informarse de todo lo que generaba la izquierda, las posiciones de derecha y, por supuesto, los textos y libros de los clásicos del marxismo, y las diferentes experiencias revolucionarias del mundo. Una de la “biblias” en la formación de las BO era “el marxismo vietnamita” y las obras de Marx.
Jaime recuerda que los hacían leer, y les enseñaban a leer hasta los editoriales de los diarios de derecha. Esto permitía la discusión permanente.
En segundo lugar, la organización y conducción de la lucha gremial y revolucionaria del sector obrero, campesino y estudiantil. Además de los profesionales, que contribuyeran a fortalecer la corriente revolucionaria del sector obrero.
Y el tercer eje era el esfuerzo militar. Se necesitaba crear un brazo armado que acompañara el esfuerzo político. Es así como la dirección entra a debatir el nombre del nuevo grupo armado.
Unos proponían que se llamara Comandos Armados de Liberación (CAL), otros Comandos de Liberación Nacional (CLN) y…. Al final se decantaron por CLN, seguramente, porque el primer núcleo militar del PRTC se llamaba Comandos Armados de Liberación (CAL).
Para mientras se desarrollaba la estructura militar, las BO crearon una especie de milicia denominados Núcleos de Autodefensa Popular (NAP), con la que garantizaban la seguridad de las actividades políticas y de masas de los sectores que aglutinaban.
Jaime recuerda que con los NAP le tocó dirigir la seguridad en la huelga de la Fábrica Delicias y la de la Ruta 21 y 102. En estas últimas hubo un enfrentamientos.
Los NAP servían, además, para alimentar los futuros miembros del CLN.
Los responsables del CLN eran, Iván, Eduardo, Roberto y Amilcar Darío. “Amilcar, quien era mi jefe, era muy estricto cuando pedía los planes de alguna operación”, comenta Jaime, tras recordar que dos operaciones consistente en una inmensa pinta se frustraron por falta de detalles en el plan. Amilcar regresó al PRTC, poco tiempo después de que las BO se declararan independientes.
Roberto, originario de Llano El Rancho, jurisdicción de Aguacayo, Suchito, muere junto a Eduardo, a finales de 1980, al ser capturados por una escuadrón de la muerte conocido en la zona como “Los Doce del Patíbulo” (nombre tomado de una película de la época).
Roberto e Iván iban a dar un curso de instrucción militar a Palo Grande, Llano El Rancho y El Roble, zona de control militar de las BO-CLN, cuando fueron sorprendidos por el escuadrón.
Justo, cuando estaban planificando la forma de contactarse al finalizar el curso con Eduardo, quien solo los había ido a dejar a la zona, a la altura del lugar conocido como El Desvío del Aceituno, carretera a Suchitoto, apareció un pick up con hombres de civil fuertemente armados y los capturan, luego de un fuerte combate. Iván logra huir herido.
Así, Roberto y Eduardo, dos de los integrantes de la estructura militar de las BO se convierten en los primeras bajas significativas de la organización. Eduardo y Roberto fueron lanzados, una vez torturados y asesinados, desde el puente Istagua, donde los escuadrones solían lanzar a sus víctimas.
Los “patíbulos” tenían sumido en la zozobra a centenares de pobladores de los cantones y caseríos de Suchitoto, principalmente los ubicados en la zona media y baja del Cerro de Guazapa.
Al terminar la guerra civil, solo uno de los miembros de ese escuadrón sobrevivió, el resto murió en enfrentamientos con las fuerzas guerrilleras a la largo del conflicto armado.
La caída de Roberto y Eduardo obliga a modificar la Dirección de las BO, y sobre todo, la estructura militar. A partir de este momento se crea un mando provisional en la que se encuentra David, en su calidad de Secretario General, e Iván, además incluyen a Jaime Beltrán y al Choco Neto (Vinicio Peñate, quien después se incorpora al PCS). Peñate fue Presidente de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS).
Área de Influencia
Las BO definieron como su área de trabajo político militar la zona central del país, es decir, los departamentos de San Salvador, La Libertad y Cuscatlán, y con un mínimo trabajo en La Paz y San Vicente.
En la capital, el trabajo lo desarrollaron a través de sindicatos como el SICAFE, la ANDA, IRA, DELICIAS y el Transporte, entre otros, en algunos ejercía influencia directa, en otros tenían algún miembro en el sindicato.
Aunque, los lugares de mayor presencia de las BO, tanto en el trabajo de masa como militar, fue en La Libertad, sobre todo en la parte del volcán, y en Cuscatlán, en el cerro de Guazapa.
En La libertad, las BO tenían fuerzas militares en Lourdes; cantón El Matazano, jurisdicción de Opico, donde estaba la mayor de la fuerza; cantón Chamico, también de Opico, zona sur del volcán de San Salvador. Además, en Sitio Grande. En esta zona se ubican las fincas Pasadena y Girón, donde también tenían militantes.
En Cuscatlán, es decir, Guazapa, las BO instalan sus campamentos en Llano El Rancho, Palo Grande y El Roble, principalmente.
La operatividad militar de las BO
Convertirse en una organización político militar llevó a las BO no solo a profundizar su accionar político de masa o sindical, sino también su operatividad militar.
Entre las actividades de los CLN incluyó más de algún ajusticiamiento contra integrantes de los escuadrones de la muerte, requisa de armamento y recuperación económica. Esto último, para mantener la organización y para la compra de armas y municiones.
Para esta operatividad se habían creado dos estructuras militares. Algunas actividades militares fueron exitosas, otras fallidas.
Dos de las actividades fallidas fueron el asalto al vehículo que llevaba la planilla de los empleados del Instituto Regulador de Abastecimiento (IRA), y, la otra, el asalto al Súper Selectos, ubicado en la 25 avenida norte, en las cercanía de la ex embajada de los Estados Unidos.
La primera fracasó porque se interceptó el vehículo que servía de mampara, es decir, un distractivo, y dejaron ir el que llevaba el dinero.
En el Selectos ocurrió lo mismo, Iván, que iba a cargo del comando, tras ocupar el supermercado toma el ataché equivocado, se lleva el que tenía solo facturas y deja el que contenía el dinero. La gerencia denunció que les habían robado unos 40 mil colones ($4571.42).
El fracaso para Iván en el Selectos fue doble, pues, entre los imprevistos fue encontrarse a su novia y su suegra, quienes andaban de compras, y se ve obligado a hacerlas sus prisioneras, momentáneamente.
Cuatro operaciones exitosas
Tras el fracaso del IRA y el Selectos, el CNL planifica, a finales de 1980, cuatro operaciones. Tres con estricto sentido económico, y, una estrictamente política.
La primera consistió en el asalto a dos bancos en Quezaltepeque, en forma simultánea. El Banco Capitalizador, que estaba frente a la alcaldía; y una financiera que estaba cerca de la unidad de salud. En esta operación los comandos recuperaron cerca de 200 mil colones. De haber llevado los cuatro sacos que alguien sugirió, y no los dos que finalmente llevaron, no hubieran dejado los billetes de baja denominación.
La segunda operación fue la recuperación de los fondos del Instituto de Vivienda Urbana (IVU), cerca de medio millón de colones se llevaron.
La tercera operación exitosa fue la toma de todos los caseríos de dos cantones, así como de dos fincas, en La Libertad. La operación tenía como objetivo recuperar armas de todo calibre en poder de maleantes o escuadroneros de la muerte.
Además, desarmara a los vigilantes de las fincas. La actividad se desarrolló en Chamico, El Jabalinón, Granadillas, Sitio Grande. En esta operación participaron 40 militantes entre comandos y milicianos. Más de 20 armas fueron recuperadas en esta acción.
Con el dinero recuperado, las BO incrementaron el número de los profesionales para la revolución, es decir, más militantes a tiempo completo, tanto para el área militar como para la política.
Un secuestro con fines políticos, la cuarta operación
Para mediados de 1980, La Resistencia Nacional, el Partido Comunista Salvadoreño, y las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) habían conformado la Dirección Revolucionaria (DRU), y se estaban dando las negociaciones para que se incorporaran el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), y con ello, la fundación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
La dirigencia de las Brigadas Obreras buscaron los contactos para negociar su incorporación al FMLN, como una sexta organización, pero fue rechazada.
Y ante la presión por el ambiente y efervescencia revolucionaria que se vivía en ese momento, y que todo hacía apuntar que tarde o temprano se desarrollaría una ofensiva militar guerrillera, para provocar una insurrección como la que lideró el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), en Nicaragua, el 19 de julio de 1979, la dirigencia de las BO pide a los comandos planificar un secuestro.
El objetivo era obligar a los familiares del secuestrado la difusión de un manifiesto en periódicos de por lo menos 15 países que tuvieran relaciones diplomáticas con la Nicaragua revolucionaria, en la que pedía se presionara a la Dirección del FMLN, para que los reconocieran como una sexta organización.
Para efectuar el secuestro, el CLN movilizó a los mejores combatientes del Cerro Guazapa y de la capital. Muchos de ellos se habían fogueado en la revolución sandinista.
El secuestrado fue el empresario Jorge Well Salomón, uno de los dueños de la empresa Omnisport y del Centro Textil, entre otras empresas. El aseguramiento se hizo en la temporada navideña de 1980, en pleno centro de la capital, y en medio de un bullicio de gente y de efectivos de los cuerpos de seguridad. En esta operación participaron cuatro unidades de los CLN.
Un día antes se frustra la operación porque justo cuando estaban por ejecutar el plan la policía desarrollaba un operativo en la zona del secuestro. De inmediato se da la señal de abortar y los guerrilleros se diluyen entre el mar de gente.
Well Salomón fue capturado cuando salía de su oficina, por el costado oriente del Centro Textil, sobre el hoy pasaje Morazán, frente al sector norte del Palacio Nacional, donde siempre habían Guardias Nacionales prestando seguridad, sin que estos se dieran cuenta.
La unidad de captura la conformaron tres guerrilleros: el que hizo el afianzamiento, el que daba seguridad, y quien iba a manejó el vehículo en el que transportó al secuestrado.
La segunda unidad, armado principalmente de bombas de contacto, cubría el escape de la unidad de captura, que lo hicieron de sur a norte, para conectar con la primera calle poniente y luego virar hacia el poniente.
Justo cuando Well Salomón se dispone a entrar a su vehículo, lo flanquean dos desconocidos, y uno de ellos le ordena que entregue las llaves del vehículo y se introduzca al mismo, sin decir nada ni hacer ningún movimiento que pudiera delatarlos.
“No hay problema”, responde el detenido, y se sienta en el lugar que le han indicado. Esto era señal que el secuestrado iba a ser muy colaborador durante todo el tiempo de su cautiverio, que duró aproximadamente un mes.
El otro guerrillero, un ex sargento de la extinta Policía Nacional, se hace del volante e inician la marcha, con la velocidad que los vendedores, transeúntes y vehículos les permiten.
A estas alturas, el Chele Alfredo, pistola en mano, ha detenido el tráfico, de oriente a poniente, sobre la primera calle poniente, para que el vehículo con el secuestrado avance sin ningún impedimento. Cien metros adelante, el auto cruza hacia la derecha, sobre la primera avenida norte, pasa por el ex cine Central, sin tropiezos, hasta llegar a un pasaje ubicado a la altura de la novena calle poniente, donde estaba la tercera unidad de los comandos, con otro vehículo, al mando de Ernesto El Pando, quien traslada al prisionero hasta el lugar del cautiverio, una casa de clase media ubicada en la Metrópoli Norte.
Al llegar a la casa-prisión, el secuestrado es llevado rápidamente a un cuarto previamente acondicionado para tal efecto. La cobertura en la casa la daba un supuesto matrimonio, conformado por una enfermera y el marido, además de una doméstica, los que conforman la cuarta unidad de la operación. Pero en la casa siempre hubo dos más, quienes, fuertemente armados daban seguridad a la “cárcel del pueblo”.
Un día después de la aprehensión es interrogado por dos guerrilleros, uno que se comportaba serio y enérgico, cuyo seudónimo era Eusebio, un ex soldado que había participado en la guerra entre El Salvador y Honduras, y “el humano”, conocido como Roque. Este último, incluso, llegaba sin cubrirse el rostro y se mostraba muy platicador con su prisionero.
Entre las preguntas estaban las relacionadas a los orígenes de sus empresas y del capital, de su religión, su carácter sionista, hasta del tipo de sus comidas, y si era alérgico a algún medicamento o alimentación, entre otros.
Muchas de las repuestas ya las conocían los captores, que la habían conseguido mediante su personal de inteligencia. Pero, también le explican el motivo del secuestro.
En uno de los interrogatorios le preguntan porqué frecuentaba el “Café Teatro”, lugar frecuentado por intelectuales y artistas de izquierda. La respuesta fue: “Es que me gustan las ideas de izquierda”.
Los secuestradores propusieron que se publicara en periódicos de 15 países una bandera y un manifiesto de las BO-CLN. En el manifiesto exigían a los gobiernos, presionar a la Comandancia General del FMLN, para que fueran reconocidas como la sexta organización del Frente.
Saliendo al paso a la PH
Una vez establecido el contacto y el mecanismo de negociación con la familia del secuestrado, comenzaron a publicarse en los periódicos matutinos avisos de venta y compras de terrenos, cuyos textos ya habían sido acordado por las partes: “Compro terreno, ubicado en… Guatemala, equivalente a tantas varas”.
La inteligencia policial detectó el motivo de los avisos, y trama su propia plan: capturar a los secuestradores y quedarse con el rescate.
Pero, la inteligencia del grupo guerrillero detecta los planes de la PH, lo que obliga a los negociadores ponerse en contacto con Claudio Salomón, tío y negociador de parte del secuestrado, y se modifican los textos. Los nuevos textos rezaban: “Vendo terreno de xxx varas”, “Compramos estampillas…”.
Pasado algunos días, Claudio Salomón informa al grupo guerrillero que los periódicos de los 15 países seleccionados, salvo los centroamericanos, se negaban a publicar el manifiesto, por lo que el CLN pasó al plan “B”: obtener un rescate. Así, inician las pláticas.
Para no darle más largas a la negociación, el mismo Well Salomón les indicó a sus captores que estaba dispuesto a pagar más de un millón de colones, lo cual es aceptado de inmediato por los captores, y piden al prisionero una carta firmada para llevarla a Claudio, el negociador, y ponerle fin al secuestro en los primeros días de enero de 1981.
Para obtener el rescate, los CLN montaron un dispositivo que abarcó desde el Mercado San Miguelito hasta lo que hoy es el INDES, para lo cual concentraron combatientes del volcán de San Salvador, Guazapa y, por supuesto, de la capital.
La fuerza guerrillera se movilizó, tras un avisos sociales difundidos en una de las radiodifusoras del país. Concretamente, en el programa matutino del “Compadre Chilango”. Para que no despertaran sospecha, los saludos, que las distintas fuerzas conocían de antemano, eran para los puestos policiales de las distintas zona. Así, un saludo para el batallón de artillería era para mover a las fuerzas de Lourdes, Colón. El saludo para la PN de Suchito, para mover la fuerzas de Guazapa.
Al ultimar detalles para la entrega del rescate, se le solicitó a Claudio que comprara una valija en el Almacén Simán, cuyas características habían sido seleccionadas por los secuestradores, en las que pondrían el dinero, en billetes de a cien no seriados. La valija tenía que ser entregada por un empleado de confianza del secuestrado, quien vivía cerca de la casa de uno de los que dirigió el secuestro, y por tanto, podía seguir sus movimientos.
La hora de la entrega del dinero se fijó a las 3 de la tarde, y el lugar escogido fue la gasolinera Texaco que está ubicada entre la ahora “Juan Pablo Segundo” y 3ra avenida norte, frente al Parque Infantil.
Antes de llegar al lugar, se obligó al portador del rescate, mediante contactos presenciales, a detenerse en diferentes puntos, para verificar que no llevara seguimiento policial. En esos puntos recibía indicaciones precisas.
El primer contacto se hizo en una esquina del Mercado San Miguelito, luego que el portador del rescate dio varias vueltas alrededor del mercado, a baja velocidad, hasta que se realiza el contacto.
Una vez los guerrilleros se cercioran de que no hay seguimiento le da un papel que contiene el punto de entrega: la gasolinera Texaco.
“Iván” es el encargado de recibir la maleta, una vez se ha cerciorado de que la misma reúnen las características establecidas. Justo en el momento de la entrega, entra a la gasolinera un camión de la Policía de Hacienda, repleto de policías, pero no tenía nada que ver con lo que allí ocurría, por eso Iván, pese al susto, toma la valija y se retira del lugar. El rescate se había recogido de forma exitosa.
Al día siguiente, muy de mañana, la familia Salomón recibe una llamada de una voz “ya familiar”, que le indica que a Jorge Well Salomón lo han dejado sentado en una de las bancas que están en la acera frente al hotel Camino Real, hoy Intercontinental, para que fueran a recogerlo. Había sido liberado.
Las BO se incorporan al ERP
Ante la imposibilidad de ser admitidos como una organización más en el FMLN, la dirigencia de las BO decide negociar su adhesión con alguna de las organizaciones que formaban el FMLN, a excepción del PRTC, al que descartan de entrada por haber salido de éste, y el PCS.
Antes de decidirse a cual de las tres organizaciones restantes del FMLN debían adherirse, la dirigencia de las BO-CLN, definen algunos criterios, para esto, fue conformada una comisión que elaboró el documento.
Entre los criterios destacaba, en primer lugar, la diferencia conceptual entre lo que era fusión, unión y coordinación. En segundo lugar, el Planteamiento Estratégico de cada una de las organizaciones posibles a adherirse.
Lo primero que decide la dirección es por la unión, pero faltaba decidirse con quien. Lo que ayudó a tomar esta decisión fue el auscultar el planteamiento estratégico de cada una de las tres organizaciones. Es decir, conocer como definían el período, las fases, la coyuntura, el enemigo inmediato, el enemigo estratégico.
Otro elemento que ayudó a decidir con quien unirse fue el conocimiento de las tesis de cada una de las organizaciones. En el caso de la FPL, su tesis era una lucha de Guerra Popular Prolongada, de largo plazo; la del ERP y la RN era desarrollar y definir la guerra a corto plazo, lo que implicaba hacer alianzas y provocar la insurrección armada. La tesis del PCS era, en ese momento, la de crear y fortalecer el aparato, el Partido, y se adecuaban a cualquiera de las opciones que presentaba la coyuntura: la vía electoral o la vía armada.
Con estos puntos claros, se dividen para conversar con los miembros de dirección de las FPL, RN y ERP.
En la primera reunión con el ERP, David no queda muy convencido del planteamiento del representante de la organización, por lo que piden seguir las conversaciones con otros mandos.
El ERP, entonces, designa a los comandantes Alejandro Montenegro (Arquímedes Antonio Cañadas) y a Mariana (Ana Sonia Medina), el primero del Comité Central, y la segunda de la Dirección Nacional, para conversar con Jaime y David. El enfoque planteado por Montenegro y Mariana convence tanto a David como a Jaime, pues coincidía con los planteamientos trazados en el documento para la unión.
El siguiente paso era oír la opinión de las bases, de los combatientes, por ello, Jaime viaja a Guazapa, para hacer las consultas; Iván es enviado al frente sur (Jucuarán), junto con Ernesto el Pando, y su pequeño ejército compuesto de combatientes de San Vicente, La Paz y una parte de la estructura urbana.
Mientras que el resto de la dirección, David, Maxito, Orantes y Emilio Alonso, se quedan en la capital, para seguir conversando, incluso, con las otras dos organizaciones.
Efímero retorno al PRTC en Guazapa
Cuando Jaime llega a Guazapa, al campamento de Llano El Rancho, a mediados de febrero de 1981, con un buen grupo de “compas” de Lourdes, Opico, el Volcán de San Salvador, de la capital y Quezaltepeque, encuentra que unos 80 combatientes, la fuerza militar del CLN en el cerro, se ha incorporado a las filas del PRTC, bajo el mando del Comandante Sebastián Guevara (Santos Murcia).
El colectivo militar de las BO-CLN en Guazapa, en ese momento, lo formaban Carlos Rojas, Alexis, Estarqui y Leopoldo (uno de los hermanos Batle).
Algunos combatientes sobrevivientes de las BO-CLN, oriundos de Guazapa, afirman que si no se incorporaban a una de las dos organizaciones existentes en la zona –La RN o PRTC- pues las otras organizaciones no contaban con fuerza guerrillera antes de la ofensiva- los hubieran considerado como grupos armados enemigos y, por tanto, hasta los hubieran combatido al igual que a las fuerzas gubernamentales.
El “Chucho Milton” dice que las únicas tres organizaciones con ejército guerrillero en Guazapa, a principios del año 81, eran la BO-CLN, la RN y el PRTC. Posteriormente llega un pequeño pelotón de las FPL que ubica su campamento en El Roblar, al oeste, en la zona más alta del cerro Guazapa, posición que no logran retener, pues, tras una invasión el enemigo los desaloja. El ejército se queda en ese punto durante toda la guerra civil.
En su libro “Sueños y lágrimas de un guerrillero (2013), Alejandro Montenegro revela: “Nosotros como ERP no teníamos trabajo desarrollado en esa zona (se refiere a Guazapa), pero una organización pequeña de nombre Brigadas Obreras mantenían una fuerza militar en Guazapa y en 1981, se acercaron a nuestra organización y nos plantearon discutir sobre nuestros lineamientos para decidir incorporarse a nuestras filas” (Pág. 197).
“Mariana (Ana Sonia Medina) y yo realizamos las conversaciones políticas y una vez aclaradas las dudas iniciamos el proceso de incorporación…”, prosigue Montenegro.
Una vez se ha logrado que la fuerza guerrillera abandone los campamentos del PRTC, Jaime plantea que la dirección estaba discutiendo adherirse al ERP, RN o las FPL. En ese sentido, les explica que a él lo habían enviado a Guazapa a hacerse cargo de la fuerza militar, pero también, a generar un debate para que fueran las bases las que decidan con cual de las organizaciones unirse.
Jaime les explica que después del 10 de enero, se hizo una reunión para evaluar la ofensiva, en la que David expuso que si bien no se habían logrado los objetivos propuestos, la insurrección popular, si era cierto que había demostrado a la oligarquía que el FMLN tenía capacidad de operar a nivel nacional. Y que por tanto, se entraba a una nueva etapa, la etapa de la Guerra, por lo que las BO-CLN tenía que hacer modificaciones en la táctica.
Y dado que se había tomado la decisión de adherirse a una de las tres organizaciones, en las que estaban excluidas el PCS y el PRTC, era necesaria la discusión interna para tomar una decisión unánime o por mayoría.
A finales de abril de 1981 Jaime logra el visto bueno de su fuerza de incorporarse al ERP. Esto lo obliga a regresar a la capital, para informar al resto de la dirección de la decisión. Lo mismo hace Iván.
En mayo del mismo año, se reúne toda la dirección de las BO-CLN, en El Majagual, para informar de los resultados del debate en los frentes (Guazapa y Jucuarán) y los de la capital. Tanto Jaime como Iván informan que las fuerzas militares se han decantado por el ERP, no obstante, en la capital se había dividido, unos por la RN y Rodolfo que había decidido incorporarse a las FPL, lo que genera una acalorada discusión política, que la terminan dominando los que venían de los frentes, y así las BO se incorporan al ERP.
Las BO entregan a la dirección del ERP más de un millón de colones, así como tres infraestructuras que servían de cobertura a los comandos en San Salvador. Estas eran una imprenta, un comedor y un taller de mecánica. La dirección del ERP en la capital, por razones desconocidas, dejó perder esas infraestructuras.
Una vez ultimado todos los detalles, el ERP nombra a Jaime Beltrán como segundo jefe del frente de Guazapa, bajo el mando Javier, un histórico cuadro del ERP, con lo que comienza el proceso real de unión de las dos fuerzas.
Así, El ERP, al adherir a las BO a sus filas, se hace, de la noche a la mañana, de por lo menos tres campamentos en iguales zonas del cerro de Guazapa: El Naranjal, Palo Grande y El Roble.
Y Guazapa, con la presencia de las cinco organizaciones, no solo se convierte en el único frente con las cinco organizaciones con un mando conjunto, sino que lo convierte en la retaguardia estratégica de la guerrilla, que Santiago Consalvi, ex voz oficial de la clandestina Radio Venceremos, lo resumen acertadamente en la lapidaria consigna: “Guazapa, una flecha clavada en el corazón del enemigo”.
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