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LA MINERÍA METÁLICA EN EL SALVADOR

Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador

La última semana laboral en la asamblea legislativa ha recibido la bancada oficialista, el anteproyecto dirigido a reactivar la minería metálica del país.

De acuerdo al régimen, supondrá para el país el desarrollo de la economía, basado en el expolio de la riqueza habida en nuestro propio suelo, que solo espera a ser rescatada para favorecernos.

Según éste, nuestro suelo retiene algo más de 50 millones de onzas de oro.

Esta cifra la brindó el ilegal ejecutivo cuando hiciera público su propósito de recuperar esta actividad.

Sin embargo, debemos destacar que hablamos del mismo que ya nos vendió la idea de que somos dueños de un satélite, como poseedores del hospital más cool de Latinoamérica.

Estas solas dos falsedades de las muchas que afirma siempre nos deben recordar que hablamos de un mitómano compulsivo, que no puede abrir la boca sin mentir.

Cuando hizo ese anuncio, una de sus expectativas era lograr recapturar a la población a su favor, lo que si has notado pierde cada vez más, a pesar de ser este el país que en toda Latinoamérica invierte más en términos de propaganda, sin lograrlo, pues la población en general rechaza de plano esta propuesta.

Antes de ser asesinado, el ex presidente Manuel Enrique Araujo hubo de intervenir en San Sebastián, La Unión, donde la actividad minera, ¡en 1913! ya provocó severos daños en la salud de los vecinos, por lo que, en su condición de médico practicante, legislo para cerrar aquellas minas, siendo apenas una operación pequeña en relación a la que se propone.

El expolio minero que se propone en el país, implica el uso masivo de agua, que, para remover 1 tonelada, requerirá 19,000 litros de agua, para extraer apenas 0,01 onza de oro.

Estimemos; nuestro país tiene apenas 20,000 kilómetros cuadrados, es el más densamente poblado del continente, el segundo más pequeño, y solo un río de importancia.

Solo uno, el Lempa.

Cualquier biólogo te dirá que esa agua, cargada con lixiviados y metaloides pesados, como el arsénico y mercurio, eventualmente llegarán a precisamente ese río.

En este momento tanto en Honduras como en Guatemala se practica el expolio a cielo abierto de minas para extracción metálica, las cuales no han supuesto ninguna mejora en el nivel de vida de las personas que viven o trabajan en ellas, todo lo contrario, pues sus salarios son, por decirlo del mejor modo, pobres, y las empresas lo suscriben a lo tasado localmente, a lo que debemos añadir el que la salud en general se ve desmejorada.

El estado en última instancia no se quedará con más que apenas el 1% de lo extraído, mientras el resto será llevado por esas empresas extranjeras, porque por eso vienen.

Por supuesto podemos corroborarlo examinando los casos citados, donde encontraremos como aquellas personas fueron descaradamente timadas.

No, la propuesta del régimen como todo en este es falaz, y solo supondrá otro clavo en el ataúd que dejará cuando concluya el expolio, en 7 años.

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