Alma Vilches
@AlmaCoLatino
“Muerte violenta” es el título del libro editado en España por Daniel Arnavat, que recoge seis ensayos que abordan la violencia en El Salvador desde diferentes puntos de vista, con el propósito de brindar una dosis de reflexión a una situación compleja, que necesita encontrar una pronta solución.
El libro contiene textos de la realidad del país desde la opinión del expresidente Alfredo Cristiani, firmante de los Acuerdos de Paz; José Miguel Fortín Magaña, psiquiatra forense y ex director del Instituto de Medicina Legal (IML); Dagoberto Gutiérrez, analista politólogo y firmante de los Acuerdos de Paz en representación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el juez Samuel Lizama, que aporta una visión desde el derecho; José María Tojeira, teólogo jesuita y el periodista Francisco Valencia, director de Diario CoLatino.
Arnavat explicó que ante la creciente e imparable violencia en El Salvador este libro pretender mostrar con elocuentes imágenes la crudeza de una dura realidad, cotidiana y terrible a la que nadie debería acostumbrarse, pero también es un punto inicial desde donde partir para la recuperación de la deformidad del sistema.
Según el autor, la muerte violenta, a diferencia de la muerte por causas naturales, la edad o la enfermedad, muestra un panorama muy distintos, fuera de los esquemas que se admiten con cierta resignación. La muerte violenta fractura no solo la vida, sino también las emociones, familia, entorno, trabajo y sociedad, descompone principios y volatiliza creencias, moviliza la parte de la que todo mundo quiere huir o de la que nadie quiere saber.
“Soy un profundo seducido por el país, lo cual implica una observación inicial, y es que, estamos asistiendo a un fenómeno curioso desconocido en el resto del mundo, pero muy intenso, estas latitudes, lo que se pretende es documentar la situación real de la violencia y buscar diferentes explicaciones.
Es un documento e irrepetible donde se recogen las opiniones de personas de peso en el país y tienen una trascendencia necesaria para la comprensión del fenómeno”, dijo Arnavat.
Asimismo, reiteró que es importante comprender lo que está pasando en El Salvador, que es el primer paso para solucionar la problemática de la violencia que día a día se vive.
Para Dagoberto Gutiérrez este libro refleja lo violento que son las clases dominantes y el peso gravitante de la muerte, sobre todo, de aquellos que mueren violentamente, pues hay un quiebre que va más allá de la vida, se viola el derecho de esa persona, se rompen los procesos y procedimientos.
“La muerte violenta es un invento del sistema político que establece que a la gente hay que matarla, pero no solo con pistola o cuchillo, sino hay que matarla de hambre, no hay que darle trabajo, y si se le da trabajo no hay que pagarle un salario digno, es lo que hacen los oligarcas en este país cuando convocan a las ferias de empleo y tienen 100 plazas, pero llegan 5 mil jóvenes, esa es una muerte en la dignidad”, afirmó Gutiérrez.
Asimismo, indicó que el poder de las pandillas tiene valor ideológico porque expresa la supremacía del desorden sobre el orden, de la fuerza sobre la norma, para toda aquella población que habita en los territorios controlados; estas pandillas son la autoridad que norma la vida las 24 horas y que paso a paso controla áreas crecientes de la vida comunitaria y al mismo tiempo más territorios.
Mientras tanto, Francisco Valencia, director de Diario CoLatino, externó que el tema de la violencia es algo complejo, muy preocupante y que requiere de un tratamiento profundo que nunca se le había dado.
La firma de la paz debió marcar una antes y un después de la violencia en El Salvador, pero ocurrió lo contrario, comenzó a generarse una nueva modalidad de violencia, en un principio adquirió los perfiles de violencia social, con riñas callejeras entre estudiantes de una u otra institución, y luego entre pandillas; hoy queda claro que aquellas peleas entre estudiantes eran motivadas por el accionar de las pandillas y maras que ya se disputaban no solo la configuración de sus organizaciones delictivas, sino el territorio para ponerlo a su control.
“El libro es muy serio a la hora de escribir y cómo se aborda el tema, porque es algo muy profundo, generalmente a los salvadoreños nos interesa la parte más dolorosa de la muerte, pero no para resolver ese problema, sino para vivir de ese problema”, critió Valencia.
Para José Miguel Fortín Magaña, la violencia impera en El Salvador, ya que debido a la cantidad de asesinatos cometidos por día, el país se ha situado entre los más violentos a escala mundial. Las pandillas ya no discriminan a quienes matan, basta con pasar por un mal sitio en un mal momento, los policías y militares, jueces y fiscales, casi cualquier funcionario involucrado por cuestiones de su trabajo está en peligro.
El psiquiatra forense reiteró que la violencia continuará hasta que se produzca una verdadera Política de Seguridad y se involucre la necesaria represión policial junto a la prevención ciudadana en un ambiente que lleve a los culpables a la justicia, dejando atrás la impunidad y la tolerancia reinantes.
Samuel Lizama aborda la violencia desde la perspectiva legal, ya que el libro es una obra enriquecedora de cómo esta realidad impacta y como las medidas tomadas en el pasado y presente, y el impacto en la vida de los salvadoreños.
Al final se encuentran unas imágenes del pintor Paolo Maggis, las cuales están en estrecha relación con la realidad del texto, es decir, también se contempla la parte artística que están tomadas desde la perspectiva fotográfica. Mientras que las fotografías, tomadas por Arnavat representan el cuadro dantesco de la parte de la realidad de violencia en El Salvador.