-EL LENGUAJE DEL ALMA—
Carlos Seijas, F.R.C. (3)
(De la Revista El Rosacruz, Abril-Junio de 2008)
La música induce a la introspección
Las manos –una extensión del cuerpo total-, la cabeza y el corazón pueden ser vistos como los elementos de operación, de acción, en la vida musical, y también como el asiento para la introspección o formas de experimentación de los diferentes mundos de la música: música como una cualidad; música como un evento fenomenológico. Nuestros instrumentos operan variablemente, utilizando su potencial y capacidad solo más o menos. El grado en el cual ocupamos su potencial es el grado que experimentamos plenamente o no, todo lo que es posible en nuestra vida musical. Un músico u oyente, razonablemente inquisitivo y discerniente, se preocupará del significado de la música en sí misma. Tal vez pueda considerar la posibilidad que sea una puerta abierta al mundo de las cualidades, y entonces buscar el significado de una pieza musical. Por desdicha, esta razonable, inteligente y discriminadora encuesta, con casi total seguridad cerrará esa puerta. El acceso a un mundo más sutil está más próximo a nosotros que el aire que respiramos. Es sorprendente, pero es una puerta que me lleva hacia mí mismo. Para cruzarla todo lo que se requiere es dejar fuera el equipaje porque esta puerta es excepcionalmente pequeña. Y, vaya sorpresa, al otro lado me encuentro a mí mismo. Pero solo un momento. Después soy traído de vuelta por mis conceptos sobre el significado del arte, aún el arte sagrado.
La música ha llegado a ser una terapia auxiliar y un remedio más o menos conocido. Médicos, psicólogos, educadores y músicos empiezan a interesarse en este tema. Algunos de ellos han realizado investigaciones acuciosas. Puesto que la música afecta a todo el organismo humano, puede ser valiosa en el tratamiento de una invalidez física, ya se deba esta a poliomielitis, parálisis cerebral, distrofia muscular progresiva, enfermedades respiratorias o también algunas minusvalías sensoriales como ceguera y sordera. Todo esto produce una falta de contactos físicos con el medio o una ineptitud de movimientos más o menos graves, que perturban la vida del paciente de varias maneras y en diversos grados. Los minusválidos que no son curables deben arrastrar durante toda su existencia una invalidez que los disminuye psicológicamente. A menudo necesitan ser ayudados para adoptar una actitud menos depresiva frente a su incapacidad. Algunos pueden ser pesimistas, otros rebeldes; unos se resignan; otros tratan de negar su adversidad. Junto con las terapias físicas, es indispensable dar el necesario apoyo psicológico para intentar superar la disminución de la autoestima que siempre acompaña a estas incapacidades.
La terapia musical
Muchas enfermedades o lesiones físicas producen parálisis parciales o deficiencias en el control de la motricidad y de la apreciación espacial. Oír o ejecutar música puede ser un estímulo regulador de movimientos puesto que el ritmo provoca reflejos físicos espontáneos. El paciente que padece una coordinación muscular defectuosa y una falta de ritmo físico puede ser ayudado por el dinamismo de la música, que busca o recrea en él un sentido de ritmo ordenado que le posibilita controlar los movimientos y aún la palabra. La técnica de instrumentos que son golpeados –como el tambor o la batería— o sacudidos –como la pandereta y las castañuelas- puede ayudar a dirigir un movimiento en el espacio y el tiempo. El contacto manual que produce un efecto perceptual concreto con el instrumento es terapéutico en grado sumo. El proceso debe producir en el paciente las sensaciones de tensión y relajación alternadas necesarias para comenzar y completar el movimiento. Además, el paciente puede irse formando la imagen previa del movimiento que producirá el sonido que él espera oír.