Salvador Ventura
En los últimos meses se viene hablando de la necesidad de transparentar los fondos públicos recibidos por los partidos políticos, en una democracia liberal se produce un hecho no siempre tan apreciado y conocido: la pluralidad de los partidos implica que la prensa exprese la pluralidad de tesis políticas correspondientes.
Por largos años, al menos antes de la ascensión del FMLN al poder Ejecutivo, la prensa era muy obediente y reflejaba únicamente la tesis gubernamental y se abstenía de dar la opinión de los diversos partidos. Los cuatro gobiernos de Arena jamás fueron adversados y los 20 años transcurrieron con normalidad.
No aseguramos que muchos medios dependieran financieramente de los gobiernos de Arena, una cosa es la publicidad y otra muy distinta los subsidios, las regalías o los compromisos suscritos debajo de la mesa. El escritor colombiano Gabriel García Márquez, lo decía claramente: la subvención compromete.
Es entendido que los medios de difusión no pueden tener un equilibrio financiero sin la publicidad. Los gastos y costos en equipos, en mensajería, viajes, pago de sueldos a los empleados, energía eléctrica, agua y más hacen que un periódico, un canal de televisión o una radio emisora, no puedan equilibrar su presupuesto si no cuentan con la publicidad.
Además, existe un círculo fatal: cuando el tiraje y la circulación de los periódicos y la audiencia de la radio y la televisión baja, la publicidad disminuye. Se ha dado el caso, en varios países, de la pérdida de ventajas fiscales por parte de la prensa. En El Salvador, los periódicos desde su fundación no pagaban el impuesto de renta y están exentos de pagar por la importación de papel, tinta y repuestos de imprenta.
De alguna manera era una subvención disimulada del Estado. Los “grandes” medios respondieron a la obligación de pagar impuestos por una reforma fiscal del primer gobierno del FMLN, que constituían un servicio público, como el correo, la electricidad, el agua, etc. y que en la democracia un servicio público debe estar incluido en el presupuesto del Estado.
Los medios de “comunicación” lo saben perfectamente: es muy peligroso aceptar una subvención del Estado, bajo riesgo de adquirir compromisos.: es mejor la existencia de una concentración de varias empresas de “comunicación” que una pluralidad de medios dependientes del Estado. Los gobiernos de Arena nunca afrontaron problemas con los cuestionamientos y campañas adversas.
Fue así por cuanto los “grandes” medios de difusión comparten agenda partidaria con Arena, a pesar de ser los gobiernos más corruptos de la historia de este país, lo decimos por las pruebas irrefutables y los más de 150 expedientes que duermen el sueño de los justos en los archivos de la Fiscalía General de la República (FGR).
Si los medios de “comunicación” de este país se dicen independientes y hacen gala de su profesionalismo y de su ética, debieran informar con imparcialidad de todos los hechos sucedidos, publicar editoriales serios donde se tome el pulso de los funcionarios y ex funcionarios; pero no sucede así por previos compromisos adquiridos con los financistas de Arena.
La ética y la responsabilidad son parte de la conciencia profesional y todo periodista está en la obligación de ceñirse a la verdad, no manipular ni distorsionar las informaciones, mucho menos atribuir a x funcionarios declaraciones nunca dadas, como frecuentemente vemos en la televisión o leemos en los periódicos.
Con los dos gobiernos del FMLN ha existido una plena libertad de expresión y de prensa, a pesar de la grosera campaña de difamación (recuerdan “El robo del siglo”, en la cual de forma vergonzosa la prensa vendió su portada a los empresarios de las pensiones) y ataques sistemáticos a todos los proyectos e iniciativas en beneficio de la población.
El partido Arena, sus patrocinadores y los testaferros creen que con campañas sistemáticas y mentiras pueden hacer sucumbir al gobierno del FMLN. La historia demuestra que no se deben subestimar jamás las fuerzas morales, sobre todo cuando un movimiento se asienta y fortalece cada día con el aliento y la solidaridad militante de millones de personas.
La oligarquía insiste en sus planes de acosar al FMLN, restarle credibilidad y esa confianza ganada a pulso entre la población. No todo está determinado por la fuerza material. La sociedad humana no es únicamente material: hay resortes básicos y sensibles a los cambios, a la esperanza y la redención por las cosas justas.
La fuerza de las concepciones morales es contagiosa. El FMLN viene del dolor y el sufrimiento, ha enfrentado a fuerzas poderosas y con paciencia, creatividad y sabiduría ha salido adelante, los reaccionarios y los fascistas dentro y fuera de Arena pueden continuar con su prédica de odio, pero más temprano que tarde se consumirán en sus propias debilidades.
El FMLN no paga a sus militantes, ni financia a testaferros y grupos de fachada, nada más predica con el ejemplo, con la ética y la voluntad de resistir y avanzar, como lo puso en práctica cuando era una estructura político-militar. Las grandes enseñanzas se consolidan y siguen practicándose a través del tiempo.
Los periodistas de este país deben mantener su independencia frente a los grupos de presión, incluyendo los consejos de sus directores para distorsionar la información con el propósito de perjudicar a una tendencia política, se debe informar sobre los fondos entregados a los partidos pero sin especular ni cargar los dados contra determinado instituto político.
Un periodista honesto, de calidad, no tiene necesidad de otras reglas fuera de las que su propia conciencia le dicta, particularmente en los casos difíciles, obligado a arriesgar su comodidad, su libertad, y a veces su vida. Se trata pues de forjar esta conciencia individual sin la amenaza ni la presión de grupos de poder.
La responsabilidad de los periodistas está basada, primero, en su conciencia profesional, luego en la ética y el deber de informar con veracidad a la población, no puede bajo ningún concepto distorsionar o manipular las noticias o hacer comentarios tendenciosos, pues estaría conspirando contra su propia reputación y el deber de mantenerse libre.
Si bien es cierto que es un asalariado, la empresa tiene la obligación de respetar su libertad e independencia, únicamente está obligado a obedecer las órdenes de sus superiores, en lo que se refiere a la organización del trabajo. A veces está obligado a publicar ciertos reportajes a horas determinadas y en algunas ocasiones tiene que emitir sus opiniones personales para presentar una exposición lacónica de los hechos.
Como bien lo escribe el profesor de periodismo, Jacques Leanté, “El esplendor y la belleza de esta profesión de periodista consiste sobre todo en haber forjado un código personal, y en estar listos, llegado el momento, a sacrificar lo más caro que uno posee, para no traicionarlo; pues, nobleza obliga”.