Nathaly Campos
“Hoy no sólo padecemos la crisis del sistema capitalista, sino de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la deificación de la técnica y la explotación humana”.
Antes del fin- Ernesto Sábato
Sentí como mis pulmones no recibían oxígeno, como mis manos, mi cuerpo se enfriaba y se tensaban; las palpitaciones precordiales las escuchaba tan fuerte, molesto, preocupante que pensé por unos minutos: ¡voy a morir!
Lo que nos hace diferente de las demás especies es la capacidad de darle sentido a la realidad por lo que no es posible invalidar las emociones como proceso adaptativo, como medio de aprehender el mundo, aunque no sea esta la única vía del saber.
En esta misma línea Charles Darwin en su libro –La expresión de las emociones en el hombre y en los animales– dilucida que la naturaleza de los animales, incluyendo al hombre es expresar sus emociones básicas como la alegría y el miedo, pero también sus emociones fundamentales como la sorpresa, tristeza y la ira; con esto puntualiza que las emociones son el principal elemento en el que se mueve la vida social.
El problema de las sociedades complejas como la nuestra es que está produciendo seres enfermos y la pandemia solo vino a consolidar estados ya existentes de histeria colectiva, depresión, la privación de la identidad del sujeto y la ansiedad; pareciera que estos padecimientos de la modernidad corresponden a una cuestión generacional producto de los procesos culturales, económicos, políticos del entramado social que estructura todas las sociedades modernas.
Ahora bien, nos centraremos solo en una de ellas y en una aproximación parva antropológica de la ansiedad, no sin antes puntualizar la función principal de ella como condición básica de adaptación. Claro es, sin adaptación no hay evolución.
Es entonces, un proceso adaptativo ante lo desconocido, a lo ajeno y al otro. La definición que hace el Dr. J. Américo Reyes-Ticas –La ansiedad es un fenómeno normal que lleva al conocimiento del propio ser, que moviliza las operaciones defensivas del organismo, es base para el aprendizaje, estimula el desarrollo de la personalidad–. Curiosamente la personalidad juega un papel importante de adaptación en sistema social como lo establece el modelo parsoniano, es decir que el sujeto debe adaptarse al entorno y adaptar el medio a sus necesidades establecida por el estatus rol o mejor dicho lo normado.
La anterior deja en evidencia a un sistema cultural y social que ya no responde a las necesidades de las nuevas generaciones y paradójicamente la ansiedad deja de ser adaptativa y se vuelve nociva. Ansiedad como sufrimiento social y consecuencia de una sociedad que convulsiona, vigila, reprime y de una cultura hedonista y competitiva, a esto Antón Hurtado en su ensayo sobre Antropología del sufrimiento social asevera la hipótesis –sí bien el dolor tiene origen físico, el sufrimiento atraviesa toda estructura antropológica del ser humano. – en otras palabras, en su dimensión holística.
El deterioro biológico que causa la ansiedad cuando no es adaptativa es el sufrimiento, la somatización de ella misma y de las emociones. David Le Breton adjudica que el sufrimiento – es sentir la precariedad de la propia condición personal, en estado puro. – Pero no solo queda ahí, sino también en problemas disociativos, fóbicos y obsesivo compulsivos que afecta la sociabilización del sujeto.
Una condición básica o una sociedad que nos está matando. Ambas son dinámicas en el tiempo; siempre y cuando se haga algo al respecto, de lo contario una muerte lenta y agonizante.
No morí, evidentemente no.