Santiago Leiva
Diario Co Latino
La estrategia de Daniel Messina se desnudó en las semifinales. Este Águila juega al maratonista, cialis sale corre a grandes zancadas al pistoletazo de salida y, viagra sale luego, try guarda el oxígeno para el tramo final de la pista. San Miguel fue testigo el sábado de un Águila imperial, un Águila que fue capaz de reducir a FAS a un tigre de caricatura. Pudo Águila abochornar a los santanecos, pero era arruinar el protagonismo a Deris Umanzor, el dorsal “13” que había elegido un sábado 13 para sacarle brillo a su gafete de capitán.
El partido no fue un simposio de fútbol, pero ofreció buenos pasajes cuando Águila gobernó el balón y se lanzó a la conquista. Tuvo también tramos ásperos y debatibles cuando FAS peleó por el territorio y montó pleitesía por la pelota.
Los pupilos de Agustín Castillo empezaron con optimismo, pero acabaron en banca rota. Es que sin un jugador que dirija el tráfico, FAS es un equipo moroso con la pelota y no fluye la creatividad en los últimos metros.
Los cinco y hasta seis hombre que “Chochera” Castillo colocó en plan de avanzada no tuvieron la capacidad para derribar las barricadas migueleñas. El Chaparrastique se les vino encima con un tanto madrugador de Deris Umanzor y la tarea de meter un gol perdió vigencia apenas en el primer cuarto de hora.
La diana emplumada llegó en un balón prolongado por Éder Arias tras un centro con precisión, de cirujano, servido por Gilberto Baires que, finalmente, mandó a guardar el “Capi” de los emplumados.
Ese gol pellizcó el orgullo tigrillo, que quiso cobrar revancha en seguida, pero se encontró a un Águila que no se destempla, que se entrega a la causa con disciplina castrense y que suelta la chancla por los carriles al menor despiste. Cuatro pistones tuvo Águila en los desbordes de Ibsen Castro de la mano de Óscar Cerén por derecha, y Umanzor junto a Trejo por izquierda.
Con ese pergamino de obstáculos por delante y con un coro desafinado, FAS no tuvo ni músculo ni cerebro para pelear, a ceño fruncido, por el boleto a la final. Léster Blanco, que era su punta de lanza, no pudo quitarse los grilletes que le colocaron Arias y Henry Romero. Solo Gonzalo Mazzia pudo recoger una de las pocas migajas que concedió la guardia pretoriana de Águila, pero su remate, en el cierre del primer acto, se topó con los guantes de Benji Villalobos.
El paisaje se vistió totalmente de naranja y negro para el complemento. Águila no solo mandó en los graderíos del Juan Francisco Barraza (que lució hasta el copete), sino también domesticó el partido sobre el césped y las opciones de gol bajaron como maíz en granero.
Óscar Cerén y Sean Fraser fallaron goles cantados a segundos de regresar de los grifos. Cerén despintó el poste con su remate desviado, providencialmente, por Luis Contreras. El rebote fue para el jamaicano Fraser, pero Miguel Ochoa salvó bajo los palos, y luego el balón volvió a los botines de Cerén, quien anotó pero por estar dos contra uno Marlon Mejía anuló el tanto.
Tampoco contó para el árbitro un derribo de Carlos Carrillo sobre Marlon Trejo en el que pudo juzgar penalti. Fue precisamente en la etapa complementaria en la que FAS demostró que es un equipo asociado sin socios en la cancha. Ni los ingresos de los hombres de refresco mejoraron la versión de este FAS sin gol.
A cinco del final, ya con el pase visado, bajaron los “oles” de los graderíos y, con el pitazo, Ibsen Castro se sacó la camisa para mostrar el dorsal 16, el número de coronas que podría tener Águila en sus vitrinas si gana el próximo domingo en la final.
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