@DiarioCoLatino
La puntualidad del presidente Salvador Sánchez Cerén es uno de los valores que realza su exitosa gestión a lo largo de su mandato, una virtud poco común en un país donde la interpretación de esta viene marcada por una frase popular que disimula su carencia: “la hora salvadoreña”.
Es una disciplina del gobernante que las personas agradecen, sobre todo los periodistas, siempre apremiados por el tiempo, y lo comentan con admiración, aunque por lo general el reconocimiento queda oculto en el intenso y polarizado ajetreo de la política cotidiana o intereses partidarios.
Tanta rigurosidad en el respeto al compromiso pactado casi permite actualizar la hora en los relojes: en toda actividad pública convocada, a la hora exacta, o antes, llega el Presidente. Nunca después.
Muchas personas consultadas sobre el tema coinciden en que la puntualidad del Presidente Sánchez Cerén no tiene precedentes en la historia de El Salvador y recuerdan a los predecesores del estadista por lo contrario: todos eran impuntuales y algunos fueron célebres por ello.
En esta era de la informática, cuando se pide a algún buscador en internet sobre el tema de la puntualidad, en menos de un minuto le ofrecen casi un millón de resultados sobre su definición, valor e historia. Es decir, es un tema relevante en la vida.
Esta virtud humana tiene un valor fundamental: el profundo respeto hacia los demás, a su tiempo y a la palabra empeñada. No hay situación más incómoda que esperar en un salón sin saber qué pasa, tiempo después de la hora convenida, o en una multitud bajo el sol. En El Salvador de hoy, con el Presidente Sánchez Cerén, es un inconveniente que la gente no sufre.
La Real Academia Española define la puntualidad como “Cuidado y diligencia en llegar a un lugar o partir de él a la hora convenida”, “Cuidado y diligencia en hacer las cosas a su debido tiempo” y “Certidumbre y conveniencia precisa de las cosas, para el fin a que se destinan”.
Otros autores señalan que el valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones, además – agregan-, confirma carácter, responsabilidad, orden y capacidad para ser eficaz y exitoso. El Presidente nunca ha hablado en público del tema de su rigurosa puntualidad. Sin embargo, en su libro “Con sueños se escribe la vida” da algunas pistas que apuntan a su crianza y formación en una familia humilde, de la cual fue el noveno de 12 hermanos, en la ciudad de Quezaltepeque.
En el texto rinde un sentido homenaje a sus padres y hermanos mayores y de su progenitor, artesano y carpintero, Antonio Alfonso Sánchez, recuerda su extremo rigor y afirma que “Hoy su figura mi inspira gran afecto y puedo comprender que aquel hombre con tantos hijos optó por imponer su autoridad para poder educarnos”.
A su mamá, Dolores Hernández de Sánchez, quien tenía un puesto de cocina en el mercado, la evoca como una mujer trabajadora y consagrada a su familia, con un alma caritativa y con esa disciplina que obliga el cuidado de una familia numerosa, con una faena diaria que empezaba a las cinco de la mañana y terminaba al anochecer. “Mi padre, siempre trabajando por y para su familia, estaba muy unido a mi mamá y ambos lograron un ambiente de unidad familiar que nos educó en valores éticos y en la responsabilidad ante las situaciones que depara la vida”, relata en el libro.
Sobre la puntualidad del Presidente Sánchez Cerén también debe tenerse en cuenta que parte de su vida de luchador por la democracia, la libertad y la justicia social la pasó en la clandestinidad, en la cual la disciplina es vital y en tiempos de la represión de la dictadura militar era una forma de cuidarse entre todos de graves riesgos.
Los colaboradores cercanos al Presidente ya se habituaron a esta disciplina y cumplen los horarios como una rutina ya sembrada en su modo de actuar. A otros, acostumbrados a “la hora salvadoreña” -es decir, cualquier tiempo después-, se las impuso el ejemplo y el liderazgo.
En otras culturas, la puntualidad es un valor que viene desde la cuna y lleva el sello de la precisión de los famosos relojes suizos. Es la forma de ser correcto y cortés.
Una personalidad de la cultura nacional planteó, sin ánimo de buscar relevancia en los ambientes donde se desarrolla, una recomendación para hacer masiva esta forma de respeto al tiempo propio y, sobre todo, al de los demás: Para nosotros, los salvadoreños, es tiempo de sumar otra frase a la endémica “la hora salvadoreña” y es, para el bien común, “a la hora del Presidente”, dijo.
Debe estar conectado para enviar un comentario.