Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
Mario Choto, de 63 años, baja su mascarilla para tomar una bocanada de aire, el vicio del tabaco le ha pasado factura. Lleva un cartón de huevos en su otra mano “esto es cuesta arriba para mí, pero hay que vender”, comentó, mientras ofrecía su mercadería en la calle Arce en San Salvador.
La apertura económica que inició el 23 de agosto, ha llegado con una “nueva normalidad” para la población salvadoreña en específico para la población que atiende sus emprendimientos, los “auto empresarios” y los vendedores informales quienes deberán continuar con los protocolos de prevención en un contexto de un posible aumento de casos positivos al COVID-19.
Con una pérdida de 80,000 puestos de trabajo y el quiebre de 150,000 empresas -entre micro, pequeñas y medianas-, el panorama económico para el “salvadoreño de a pie”, luce poco alentador. Y pese a las promesas del gobierno del presidente Nayib Bukele, sobre desembolsos para atender a esta parte del motor de la economía salvadoreña, la incertidumbre ha tomado su lugar y solo esperan que termine el año con la esperanza de una nueva realidad para el 2021.
Entre las medidas, el Gobierno ofreció en abril pasado, en mensaje a la nación la erogación de 360 millones de dólares para créditos a bajas tasas de interés y 140 millones de dólares para cubrir 50 % de los salarios hasta por un mes. No obstante, diversas gremiales empresariales y económicas, han señalado reiteradamente que los planes gubernamentales carecen de claridad y una falta de apoyo a este vital sector de la economía nacional. Que calificaron de desesperanzador.
La población ha vuelto a las calles con un insuficiente servicio de transporte colectivo, algunos llegan a sus trabajos que lograron conservar, otros buscan reanimar sus emprendimientos y otros buscan nuevos empleos. Mientras, la situación nacional del virus COVID-19 reporta para el fin de semana 26,308 casos confirmados; 759 fallecidos, 9,734 casos activos y 8,651 casos sospechosos. Por lo que las medidas de prevención para evitar el contagio, se convierte en un compromiso personal.
La nueva normalidad en las plazas y parques del Centro Histórico de San Salvador, que dan espacio a visitantes, transeúntes y vendedores ambulantes, lucen atrapadas por cintas amarillas que prohíben el paso y cerradas para su uso, hasta nuevo aviso, explica un miembro del Cuerpo de Agentes Metropolitano (CAM) que la custodia.
“Mientras no avise el alcalde (Ernesto Muyshondt), de que quitemos estas cintas, la gente no podrá venir a sentarse acá, es por la prevención, se han cerrado las plazas Morazán, Barrios, San José, es por el COVID-19, solo eso puedo decir”, manifestó.
Más que un paseo peatonal rodeado por edificios históricos en San Salvador, que ha dado un espacio a la instalación de franquicias de restaurantes o comida rápida, fueron golpeados económicamente en estos cinco meses de cuarentena domiciliar. Muchos de los “cafés gourmet o boutique, cerraron totalmente y es más frecuente encontrar en sus vitrales, avisos de “Se Alquila”, que totaliza pérdidas de empleos.
El panorama es difícil y no solo para El Salvador, el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) vinculada a la crisis que ha provocado el COVID-19, plantea que las “condiciones de pobreza extrema en América Latina y el Caribe, llegarán posiblemente a 83,4 millones de personas para este año. Lo que significa un alza en los niveles de hambre, debido a las dificultades que enfrentarán dichas personas para acceder a los alimentos” (Informe CEPAL/Junio2020).
Una realidad contundente, como lo valoran unos taxistas de la 9a avenida Sur y calle Arce, que “hacen meta” en espera de clientes y quienes valoraron: “Si, es un momento difícil para mucha gente, porque somos muchos pobres, pero creo que debemos ir poco a poco y quizás para fin de año, logremos algo y podamos reponernos, bueno eso esperamos realmente que pase”.
El informe de la CEPAL ha dejado claro, además, que el COVID-19, no solo ha expuesto el lento crecimiento de América Latina y el Caribe, que según su análisis está relacionado a la “caída del PIB Regional” (conjunto de bienes y servicios producidos en un país en un año), generando un aumento de la pobreza extrema de “6 millones de personas”, con respecto al 2019.
En la nueva normalidad, también hay salvadoreños y salvadoreñas que buscan el consuelo y amparo espiritual en los templos e iglesias, algunos llegan a la Cripta de San Oscar Romero, pasando un estricto protocolo de medidas de prevención contra el COVID-19. La Iglesia católica que abrió sus puertas el pasado 30 de agosto ha tomado sus propias medidas en protección con la feligresía, con bancas marcadas para definir el distanciamiento y una baranda al mausoleo de la tumba del obispo Mártir.
El mausoleo de monseñor Romero, una obra en bronce que fue creada por el escultor italiano Paolo Borghi, está sobre la tumba del primer santo salvadoreño, que muestra en letras doradas “Sentir con la Iglesia”, frase de acuñada en su apostolado, ahora se encuentra el aviso: “Para evitar la propagación del COVID-19 no tocar las superficies del mausoleo de San Romero. Gracias por su comprensión y colaboración.
Los feligreses ingresan al silencio de la cripta oran, en busca de consuelo y esperanza, como René Valle, vendedor de dulces en el Centro Histórico, quien afirmó: “La oración nos ayuda a no volvernos locos por tanta situación difícil, que Dios nos proteja y nos permita salir adelante para seguir en esta vida”, consideró.
Esa misma fe y esperanza ha vuelto inquebrantable la voluntad de Ana, que vende ropa a un costado del exhospital de Maternidad, quien junto a su hija expresan su confianza de una nueva oportunidad para continuar en su pequeño negocio, “hemos vuelto y es por voluntad de Dios, porque esto tiene que mejorar, debemos tener paciencia”.
No obstante, solo la muerte de un familiar empaña su optimismo, al narrar que este sucumbió al COVID-19, en el Hospital Rosales, pero ante los tropiezos y demoras para la entrega de sus restos mortales, albergan una duda sobre el entierro de su primo.
“La hija nos pidió que la ayudáramos para todo el proceso del entierro, y nos contó que le dijeron que habían perdido el cuerpo de su papá, luego de unas horas le dijeron solamente -vaya allí está- pero la duda nos surge porque iba sellado, ¿cómo vamos a saber si es él? porque ya pasaron este tipo de cosas en los hospitales que entregan otro cuerpo a las familias dolientes, tenemos esa duda y ¿si no lo enterramos realmente? solo le pedimos a Dios fortaleza que esta enfermedad termine de una vez”, expresó.
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