Por Laurent Lozano/Jerusalén/AFP
Otra ola de violencia golpeaba este miércoles Israel y Cisjordania, ask obligando al primer ministro hebreo Benjamin Netanyahu a postergar una visita a Alemania, cialis pese a los llamados de las autoridades israelíes y palestinas a evitar una escalada.
Este brote de violencia genera en los últimos días comparaciones con las intifadas de 1997 y 2000, purchase y el temor de que augure una tercera revuelta de este tipo.
Un nuevo ataque con cuchillo se produjo el miércoles, cuando una mujer causó heridas leves a un judío en el casco antiguo de Jerusalén, antes de que la víctima le disparara hiriéndola de gravedad.
Es el segundo ataque con cuchillo desde el sábado contra judíos en el casco antiguo situado en Jerusalén Este, la parte palestina de la ciudad anexionada y ocupada por Israel.
Este mismo miércoles, en el centro de Israel la policía mató a un árabe que había herido con un cuchillo a un soldado israelí y se había apoderado de su arma. Poco antes, un joven palestino fue gravemente herido por disparos de colonos israelíes en Cisjordania ocupada, indicaron a la AFP testigos y la Media Luna Roja.
Por otra parte, durante enfrentamientos en Ramalá (Cisjordania), tiradores infiltrados entre personas que lanzaban piedras hirieron a tres palestinos, uno de ellos de gravedad, tras lo cual el ejército israelí se llevó a los heridos en un vehículo militar.
Durante estos choques, cuatro hombres enmascarados, uno de ellos con una bandera de Hamas, tiraban piedras. De repente, se separaron del grupo de jóvenes, sacaron pistolas y dispararon contra varios de ellos.
Los palestinos suelen acusar a Israel de mandar a las manifestaciones a miembros de sus fuerzas de seguridad que hablan árabe, disfrazados de manifestantes, para llevar a cabo arrestos.
Visita postergada
En este tenso contexto, Netanyahu postergó su prevista visita el jueves a Alemania, «debido a la situación de la seguridad» indicó a la AFP un responsable, refiriéndose a esta multiplicación de ataques y de enfrentamientos entre palestinos, fuerzas de seguridad y colonos israelíes en Jerusalén Este y en los territorios ocupados.
Responsables de seguridad de ambas partes se reunieron el martes por la noche después de que el presidente palestino, Mahmud Abas, dijera que no desea una «escalada» de violencia con Israel.
El asesinato la semana pasada de una pareja de colonos en una carretera en la que circulaban con sus hijos, había marcado el comienzo de la ola de violencia.
Ello provocó la indignación de gran parte de los 400.000 colonos judíos que coexisten muy difícilmente con los 2,8 millones de palestinos de Cisjordania.
En una medida para sosegar los ánimos, la policía israelí había anunciado el martes el levantamiento de las restricciones de acceso de los musulmanes a la Explanada de las Mezquitas, impuestas dos días antes tras la muerte de dos israelíes a manos de un palestino.
Pero también el martes al menos dos viviendas pertenecientes a las familias de dos palestinos autores de ataques fueron destruidas en Jerusalén Este.
Estas viviendas fueron destruidas después de que Netanyahu anunciara la aceleración de las demoliciones punitivas, y mano dura frente a la ola de violencia que golpea a Cisjordania y Jerusalén Este, y que acerca cada vez más el espectro de una tercera intifada.
Cuatro israelíes y cinco palestinos han muerto desde el jueves. Centenares de palestinos resultaron heridos en esos enfrentamientos entre jóvenes lanzadores de piedras y soldados o policías israelíes, que cada vez con más frecuencia replican con balas reales.