Idalia Zepeda*
Dentro de las filas del FMLN ha surgido una generación que de a poco ha tomado protagonismo por incidir en la realidad política salvadoreña. Personas jóvenes que estamos reflexionando sobre qué papel debe jugar el único partido de izquierda en el país, en este momento histórico que exige una oposición crítica y propositiva en la Asamblea Legislativa, dadas las acciones de Bukele, su círculo familiar y su agenda de intereses a favor de una élite privilegiada y del statu quo, que desde ya están causando un alto costo al país.
Mareado de poder por sus niveles de aceptación, el actual presidente ha mostrado –en casi un año y medio de Gobierno– su clara tendencia y vocación autoritaria. Con el discurso de no ser como “los mismos de siempre” pretende ocultar un modo de proceder, que ha terminado por ser, en numerosas ocasiones, peor que los que dice criticar. Las candidaturas a diputaciones de GANA-Nuevas Ideas han dejado claro que no serán una bancada autónoma, capaz de cumplir con el rol constitucional asignado al poder legislativo, sino un comité de aplausos a las decisiones presidenciales. De obtener, GANA-Nuevas Ideas, una mayoría parlamentaria, se corre el riesgo que la Asamblea se vuelva en una extensión más del gabinete presidencial, con una bancada acrítica, sin que analicen a profundidad o cuestionen las diferentes iniciativas del Ejecutivo. Una mayoría que solo esté para “apretar el botón” cada vez que el mandatario se los ordene, con lo que restaría sentido al quehacer del órgano Legislativo.
Frente a este peligro real, nuestra generación de izquierda se ha comprometido en construir una serie de propuestas y a generar acciones, junto a las expresiones organizadas, que tienen como propósito velar por los intereses y necesidades de los grandes sectores sociales, y sobre todo impulsar una agenda programática que tenga como fin transformaciones estructurales en el orden económico, social y cultural del país, que siempre han estado pendientes y que siguen causando pobreza, exclusión, desigualdad, violencia y otra serie de problemáticas que aquejan al país.
Somos conscientes que el camino no es fácil. Que se nos recriminará por acciones que generaron desgaste para el partido, aunque seguramente ninguno de nosotros hayamos participado en la toma de decisiones en épocas anteriores. No obstante, asumimos con responsabilidad y autocrítica las demandas del momento, hemos asumido el desafío de demostrar –tal como lo han hecho distintas instituciones humanas a lo largo de la historia– que podemos estar a la altura de las circunstancias; de estas que exigen mucha inteligencia y compromiso para enfrentar a un gobierno que se alimenta del descontento electoral, que carece de argumentos sólidos para defender sus posiciones, que recurre constantemente a los insultos y no al debate de ideas, y genera toda una serie de falacias para hacer posible un control total de la Asamblea Legislativa.
Personalmente, me significa un enorme desafío ser parte de una generación de jóvenes dentro el FMLN, ya que nuestro partido está llamado a cuidar los logros de los Acuerdos de Paz relacionados con la institucionalidad democrática y el respeto de los derechos humanos, el control civil y legal de las Fuerzas Armadas, los espacios de apertura al diálogo, la transparencia y el acceso a la información pública. Es necesario que exista un contrapeso a esta administración del Ejecutivo, que improvisa, no cuenta con planificación alguna, acumula visos de corrupción y nepotismo, protege intereses oscuros, no quiere rendir cuentas sobre el manejo de los fondos púbicos a la población, y procura cerrar cualquier espacio de crítica. Evitar estos abusos de poder es uno de los propósitos del sistema republicano, que pasa necesariamente por tener una oposición real, coherente, seria y con propuestas viables, tal como la queremos construir en el FMLN, para el bienestar de la población.
*Candidata a diputada por el FMLN en San Salvador