Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
Vidalina Morales es una activista ambiental de la comunidad Santa Marta, Cabañas. Como presidenta de ADES y residente en la comunidad Santa Marta considera que la organización social comunitaria puede hacer la diferencia en la defensa de los derechos humanos de la población.
Vive en la comunidad Santa Marta, en su hogar que edificó con sus manos junto a su familia, luego de repoblar el municipio de Victoria, luego que huyeron por el conflicto armado de los años ochenta.
Se auto define como una “mujer campesina”, que cambió su papel a defensora de derechos ambientales cuando comprendió el impacto que tendría en su familia, comunidad y medio ambiente el proyecto minero El Dorado de la minera transnacional Pacific Rim (Oceana Gold) “era nuestra vida la que estaba en juego”, acotó.
En el marco del Día internacional de la Mujer, que se conmemora cada 8 de marzo, esta lideresa reafirmó a Diario Co Latino, en entrevista exclusiva, que la lucha comunitaria de las mujeres debe iniciar “rompiendo estereotipos” del papel asignado por la sociedad.
– Vidalina, ¿cómo se involucró en el movimiento social?
Soy una mujer de origen campesino y en esta lucha que continúa en el día a día y de manera permanente es un gran reto hacerlo porque debemos primero romper los estereotipos que la misma sociedad nos impone – quizás desde que estamos en el vientre- que son cosas que se van superando con el paso del tiempo, pero también, esta sociedad necesita conocer y sensibilizarse ante las luchas y saber que solo buscamos justicia e igualdad.
– ¿Cuáles han sido los retos de las mujeres en la zona rural?
Las mujeres suelen integrar estas luchas con total disposición – mucho más- cuando son de reivindicación de derechos. Como en mi caso han sido luchas diversas en las que he ido involucrando a lo largo de mi vida. Y creo que las mujeres rurales deben hacer un esfuerzo además de la lucha social en superar esa idea impuesta que – la mujer solo sirve para estar en el hogar-, nada más alejado de la verdad.
– ¿Es criticada la mujer rural por ser defensora?
A veces cuando la gente lo ve a uno luchando en esos espacios comienza la crítica a ese rol, pero yo siempre he pensado que debemos resistir ante ese tipo de señalamientos que la sociedad nos impone. Debemos lograr objetivos como la garantía de nuestros derechos porque somos ciudadanas.
– ¿El liderazgo de las mujeres rurales es clave en la organización?
De hecho a nivel de la historia -nos señalan- que las luchas que las mujeres hemos venido abanderando históricamente han sido enormemente significativas y han transformado la visión de mundo.
Y estoy segura que en cada momento de la historia del mundo, no hubieran alzado su voz nadie más lo habría hecho, como ellas lo hicieron en el pasado y nosotras en la actualidad que es la búsqueda de una vida libre, sin discriminación y en paz.
– ¿No han cambiando sustancialmente la protección a derechos?
Lentamente, han ido cambiando porque vivimos en una sociedad patriarcal -es por eso- que nuestras luchas han tenido que ser inmensas y significativas cuando nos involucramos. Y todas estas reivindicaciones que hemos hecho frente al patriarcado y machismo han sido ante la urgencia que existe que no garantizan los derechos de nosotras.
– ¿Cómo inició el camino de defensora de derechos?
Yo me involucré desde mi cotidianidad en el ámbito rural -sabe a mí me llegó el reto- por la defensa de los bienes naturales y comunes que significan para nosotros la vida y allí se concentra el agua, el cultivo de los alimentos y la integridad del territorio.
La realidad es que la gente en la zona urbana debería comprender que nuestra lucha se relaciona con ellas también, porque los alimentos que consumen a diario vienen del campo donde nosotras estamos en la lucha de cuidar de estos bienes naturales. Todas y todos estamos interconectados.
– ¿La amenaza de la minería fue un reto grande?
Recuerdo que si, entré en esta lucha por la amenaza que vi a la contaminación del agua que utilizábamos para nuestros cultivos y consumo y que la contaminaría con cianuro y arsénico (veneno). Además, esa industria está considerada mundialmente como una actividad altamente contaminante del agua, suelos y biodiversidad.
Eso causó o generó una fuerza en mi interior luego, se vinieron todas esas situaciones y porque creo fielmente que la lucha organizada es la clave fundamental para defender nuestros territorios me unía en su defensa.
– ¿Considera que fue un aprendizaje sobre la marcha?
Claro, poco a poco me fui informando lo que significaba la minería, las consecuencias que habrían en nuestro territorio y entendí que no lo quería para nuestras comunidades, que considero lo más importante.
Así fue, el crecimiento de mi convencimiento – que es total- además que la lucha social valía la pena y claro nos alertó también frente a las empresas que son tan perversas que pueden destruir con lo poco que contamos.
– ¿Qué falta a estos movimientos sociales ?
Ese conocimiento me motivó a entrar de lleno también en generar conciencia a la población de manera general sobre lo que implicaría para un país tan pequeño y densamente poblado la industria minera.
Y en los territorios, a tomar conciencia de la precariedad y vulnerabilidad que ya tiene el país como el estrés hídrico que se ha intensificado en la última década y eso no podemos evadirlo, es una realidad.
Nuestra lucha principal al principio como organización comunitaria, fue tajante y era -no dejaremos que se contaminara el agua- ese fue el objetivo inmediato de nuestra lucha y ese esfuerzo organizativo nos aglutinó.
– ¿Hubo algún momento de temor por esta lucha social?
Sí, al principio sentí mucho miedo a ciertas situaciones límite, y claro, a las críticas de los estereotipos que impone la sociedad, pero creo que lo he superado, ya no me importa -lo que dice la gente- porque no conocen el esfuerzo de nuestra lucha y el porqué estamos inmersos en una defensa colectiva.
Quizás muchos ignoran que los estamos defendiendo a ellos y ellas también, que estos problemas a corto, mediano o largo plazo afectarán a la población y específicamente a la mujeres que vivimos en la conectividad de la naturaleza y como mujeres somos un solo cuerpo que aporta social y económicamente y por estas desigualdades pues se nos invisibiliza.
– ¿Enseñanzas importantes?
Esta lucha me ha enseñado mucho y es el aprendizaje continúo y prepararnos por si vuelve a resurgir la lucha en defensa de los territorios, como lo estamos viviendo con la captura de los compañeros que llevan dos meses capturados sin que nosotros o su familia sepa de su estado de salud o la investigación fiscal. Esto es para nosotros una alarma que hay otras intenciones con el territorio de Cabañas y la minería.
Si tenemos que luchar contra la minería pues -me vuelvo a meter- porque esta lucha no ha acabado pero ahora tenemos el convencimiento que esta lucha ha válido la pena. La defensa de nuestros espacios que nos permiten vivir el día a día y también debemos luchar como mujeres organizadas en nuestro autocuido personal por eso demandamos salud y una vida libre de violencia. Porque las mujeres en el campo no tenemos aún todas las necesidades cubiertas, por parte del Estado salvadoreño, no tenemos acceso a la tierra y es una deuda que debería saldarse, necesitamos mayor y mejor educación, esas son las realidades que vivimos y partiendo de estas realidades y las luchas que impulsamos esperamos generar un cambio y transformar la sociedad.
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