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La Paz: un don tan anhelado como huidizo

Carlos Girón S.

La paz es un don de los más preciados que puede haber en la vida de los humanos. Tal vez por ser tan preciado es tan huidiza, sickness no resultando nada fácil tenerla o alcanzarla. La humanidad la ha anhelado desde su aparición sobre la Tierra y es paradójico que no sepamos que la haya disfrutado plenamente o al menos por períodos de tiempo más o menos largos. Un vistazo en la historia lo comprueba. Lo que ha habido en vez de paz son conflagraciones sumamente prolongadas como la Guerra de los Treinta años, ed que se prolongó de 1618 hasta 1648.  Esta guerra se inició cuando un católico, Fernando II, en el año 1617, fue coronado como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de Bohemia, ante la oposición de la mayoría protestante, sobre todo calvinista, que solicitó apoyo a países extranjeros. Esta disputa, iniciada por motivos religiosos, pronto se desnaturalizó y rebasó los linderos iniciales ya que terminó involucrándose casi media Europa, pues se involucraron Francia, Holanda, Suecia, Austria, Dinamarca y Alemania. El final de la misma se dio tras la derrota española en Lens, ocurrida en octubre del año 1648, cuando se firmó la paz de Westfalia, por la cual los Habsburgos comenzaron a sentir la pérdida de su inmenso poder.

Pero esta guerra se queda corta frente a la Guerra de los Cien años, que en realidad comprendió una serie de conflictos armados, registrados de forma intermitente, de los siglos XIV al XV (1337 – 1453), con la participación de Francia e Inglaterra. La larga duración de este conflicto se explica por el gran poderío de los ingleses, por un lado, y la obstinada resistencia francesa, por el otro. Esta fue la primera gran guerra europea que en realidad duró 116 años y provoco profundas transformaciones en la vida económica, social y política de Europa occidental. (No soy historiador, conste. Simplemente me voy al internet).

Pero, eso no es nada. La verdad es que la especie humana ha permanecido guerreando y matándose prácticamente desde el primer momento de su aparición en escena en el planeta. ¿No es así? ¿No? Miren al primer fratricida de la historia: Caín matando a su hermano Abel.

Por todo eso se podría decir que la Paz, el ideal de la Paz, el don de la Paz, es sólo un ideal, un sueño, un mito, una utopía. Como consuelo se ha inventado el término de “guerra fría”, que por supuesto no da idea de paz. Ese término de “guerra fría” alude a que las grandes potencias modernas no están cañoneándose ni bombardeándose físicamente, pero sí, mostrándose los dientes y las garras, diseñando planes de invasión y agresiones, listas para saltar una sobre la otra, o sobre otros.

Al presente no puede decirse que el mundo esté en paz si vemos al Oriente Medio. Israel mantiene siempre su guerra de agresión contra Palestina y jamás ha dado indicios de querer paz alguna, excepto la que le asegurara la ocupación total del territorio de la nación palestina. El primer ministro judío acaba de declarar que no tiene intención de detener el avance y los asentamientos para pobladores judíos en territorio palestino. Es que Israel actúa con toda la impunidad del mundo sabiendo que nadie le dice ni hará nada, haga lo que haga. El año pasado masacró al pueblo y devastó miles de casas, escuelas y hospitales palestinos y ¿qué pasó? ¿Se le juzgó por crímenes de guerra como lo exigieron numerosas organizaciones humanitarias a nivel mundial? No. En vez de eso, el estado judío salió con la pretensión de que ¡sea Palestina la que le pague a ellos por “reparaciones” (de guerra)…!

En las diversas latitudes lo que hay son conflictos armados, crímenes terroristas, conspiraciones internas con nexos externos para acabar con la estabilidad de los pueblos y gobiernos, con propósitos ulteriores que no son secreto para nadie: ocupaciones y agresiones para la apropiación de valiosos recursos naturales.

¿Y no es cierto que nuestras sociedades, desde el Norte hasta el Sur, padecen el asedio, ataques y guerra de las pandillas, las bandas criminales y de narcotraficantes? ¿Y nuestros pueblos no se hallan también bajo un bombardeo, una guerra de invasión de películas, vídeos, facebook, twitter, “redes sociales”, etc. con mensajes subliminales para subyugar la mente y consciencia de las multitudes? ¿No es acaso el mismo papel de las agencias publicitarias y los medios de comunicación en general? ¿No es todo eso atentar contra la paz individual y colectiva?

¿En el campo político se conoce algo que pueda llamarse o considerarse clima de paz? Los políticos, ¿no pasan la vida gruñéndose unos a los otros? Sus partidos ¿no se mantienen en permanente conflicto disputándose los cargos con jugosos estipendios? ¿Se desean la paz, la practican entre ellos los mismos Órganos del Estado? ¿Quién no percibe la contumaz guerra de la oposición contra el Gobierno, torpedeando todo su trabajo y cerrando los ojos ante las buenas y múltiples ejecutorias del mismo en beneficio de la población desvalida?

No; parece que hay que concluir y resignarse a reconocer que la paz es un bien tan anhelado como huidizo para dejarse alcanzar por el hombre.

¿Y no desde los tiempos de los romanos –guerreros y conquistadores por antonomasia–, se acuñó la sentencia de “Si vis pacem, para bellum”, máxima latina que significa «Si quieres la paz, prepara la guerra»? O sea, para esperar la paz, para tener la esperanza de que un día llegue, los hombres deben mantenerse siempre en pie de guerra, listos a golpear al primero que intente levantar una mano en señal de agresión.

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