La victoria de Cristiano Ronaldo y la decepción de Franck Ribéry en la carrera por el Balón de Oro ponen más que nunca en el foco el debate que persigue al premio desde hace tiempo: ¿debe pesar más la personalidad o el éxito?
El francés del Bayern Múnich abandonó el lunes el Kongresshaus de Zúrich sin hacer declaraciones. Su rostro se heló tras oír el nombre de Cristiano Ronaldo en boca de Pelé, sovaldi que fue el encargado de abrir el sobre que escondía al ganador.
“¿Qué más podría haber hecho que ganarlo todo con el Bayern? Ser segundo o tercero es lo mismo. No soy ningún egoísta, y este título no es mi objetivo”, dijo Ribéry en una entrevista publicada hoy por “bild.de”. “Por supuesto me habría gustado ganar, pero está bien”.
El extremo francés ganó cinco de los seis títulos disputados por su equipo en 2013: Bundesliga, Copa alemana, Liga de Campeones, Supercopa europea y Mundial de Clubes.
Pero ni siquiera eso le sirvió para quedar en la votación que realizan seleccionadores, capitanes y periodistas de todo el mundo por encima de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Estuvo muy ajustado, sí, pero el galo terminó tercero.
“Hubo algo pequeño que cambió en el Balón de Oro desde que lo entrega la FIFA”, lanzó el lunes el presidente de la UEFA, Michel Platini, en constante disputa con su homólogo en la FIFA, el suizo Joseph Blatter.
“Estoy muy decepcionado por Ribéry. ¿Será el año que viene de nuevo Ronaldo-Messi? ¿Dentro de dos años Messi-Ronaldo? ¿Dentro de tres Ronaldo-Messi? En los últimos 50 años también contaba el éxito para entregar el Balón de Oro”, añadió el francés, ganador de tres galardones consecutivos en la década de 1980.
Quizá sí, porque Ribéry tuvo la desgracia de coincidir en el tiempo con dos “fenómenos” devoradores de récords como el portugués y el argentino.
Messi se llevó el Balón de Oro en 2010 cuando competía con lo mejor de la selección española campeona del mundo en Sudáfrica. A Cristiano le bastó la brutal avalancha de 69 goles en un año para hacer olvidar que no ganó ningún título en 2013.
“Todos sabemos como es: el mejor profesional del mundo, el mejor jugador del mundo y este sí va a ser el mejor jugador de la historia porque no va a haber uno igual a él”, dijo el lunes un extasiado Jorge Mendes, agente del portugués, que ve el premio “más que justo, justísimo”.
“El fútbol moderno tiene un culto a la personalidad con jugadores dominantes que recuerda a la NBA. Cristiano Ronaldo, Lionel Messi y Zlatan Ibrahimovic son de esta categoría en la que Franck Ribéry no aparece”, analizó hoy el diario francés “L’Equipe”. “La elección demuestra la complejidad del fútbol y las visiones diferentes que hay sobre el juego. Es una pregunta matadora: ¿Qué es el mejor jugador? ¿El que gane el partido más importante del año? ¿El que conquiste todos los títulos? ¿O el jugador más excepcional y creativo?”, se preguntó el diario francés “Libération”.
La discusión tiene difícil solución, pues los criterios de elección son laxos y dejan espacio a la subjetividad. Pero mientras Cristiano y Messi sigan sosteniendo su titánica pelea al frente de Real Madrid y Barcelona, parece difícil que nadie pueda invadir su espacio.