LA PIEDAD NO EXISTE EN UN DISPARO
Muestra poética de Luis Borja (1985-2021)
Por Wilfredo Arriola
El 3 de marzo de 2021 se dio a conocer la lamentable noticia de la perdida del poeta Luis Borja. Es sensible está perdida ya que siempre estuvo a la vanguardia representando al país con diferentes triunfos. No solo se pierde a un poeta, sino también a un amigo, a un padre, a un hijo, a un compañero. Borja, desde su trinchera siempre se mostró vigilante de las situaciones actuales y con su obra dejará el legado de su palabra.
Sencillo, siempre lo fue y ese es uno de los máximos halagos de la gente de bien, de un poeta de su talla que hoy nos deja y descansa de su cuerpo, pero quedará para la Historia su ofrenda de versos. “Solo la poesía es la única que nos salva” dejaba en sus dedicatorias. La suya nos salvará para digerir esta amarga noticia.
Luis Borja (Ahuachapán, El Salvador, 1985-2021). Poeta y profesor del Departamento de Letras de la Universidad de El Salvador. En 2014 obtuvo el Accésit del XXIV Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma con su obra El Disparo. Cuentos del Barr(i)o, publicado en 2014 por la editorial Visor.
Otras obras de su autoría son: Letrosis (2013), Pus (2014), La herida del poema (2015), Mi hombro es una lágrima (2016), Un labial para las muertas (2017) y UMIT (Ediciones Diputación de Salamanca, 2019). También realizó la antología Subterránea palabra (2016). Miembro fundador del Taller de poesía del Parque (Ahuachapán), en 2006 ganó el Certamen de Poesía Universitaria y, desde entonces, ha participado en diversos festivales celebrados en países centroamericanos. Poemas suyos se han difundido en revistas de España y México, y en las antologías Invisible. Antología de poesía joven salvadoreña (Venezuela); Las puertas de la madrugada. Antología poética Cuba-El Salvador (El Salvador-Cuba) y En el nombre de hoy (Visor, 2015). Con UMIT se alzó con la VI edición del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador.
DISPARO (El disparo Cuentos del barr[i]o)
Corré hijueputa!!! Dijo el grito
Y la noche se hizo un disparo
la noche se quemó como un grito de pólvora
Y es que la piedad no existe en un disparo
Ni el nombre odioso de la culpa
No existe el arrepentimiento
El disparo es un grito de venganza
El disparo tira líneas
besa la nostalgia de los perdidos
Corré hijueputa!!! Dijo el grito
Vivo en un país donde la bala sale
como un beso que te manda la muerte.
EL PÓMULO ABIERTO (El disparo Cuentos del barr[i]o)
He aquí el pulso de un beso de pólvora
La herida abierta de una caricia
La delgada sonrisa de un disparo
Con el pómulo abierto acaricio el nombre de los agonizantes
horas que me quedan:
“MADRECITA PERDÓNAME POR ESTA VIDA LOCA”
son pocas horas madre las que me quedan
son pocas horas las que acaricio tu rostro viejo
tu rostro cansado y deshojado.
“MADRECITA PERDÓNAME POR ESTA VIDA LOCA”
Pero el barrio es igual a no tu nombre
Es la santificación de un beso
Es el refugio de un niño moribundo
Es la señal de que aún existo
Es la gana de encontrarle sentido a mí nombre
Es la sabana de mis días benditos
Madre
Con el pómulo abierto y la boca electrizada sé que agonizo
Pero no me llore ruquita que la sangre se me dilata al verla
Se me dilata la sonrisa de niño perdido
Y al verla llorar sé que esta llegando la hora
“MADRECITA PERDÓNAME POR ESTA VIDA LOCA”
No me niegue la atroz caricia ni el beso en la frente
No crea que nunca supe la soledad que le causé en el alma
Su asediada voz se me hizo un rosario en el pecho
Madre
Tengo el pómulo abierto y la lengua dormida
Llegó la hora ruquita
Dame el beso de las buenas noches
JAINA (El disparo Cuentos del barr[i]o)
I
Tu cuerpo es la bala que llevan los pájaros atadas al pecho
Vos sos mi jaina
y juntos vamos arpegiando los sonidos de un revólver
Vos sos mi jaina
vas tejiendo los cadáveres que voy cosechando
El día que te encontré
Supe que serías el refugio de un muerto
Eso lo supe porque vi sangrar el miedo en tus piernas
Porque violé tu niñez acalambrada en el patio
No fue fácil —lo sé—
El puño de tu padre fue un muro derrumbándose y lo maté
Lo siento morra
Pero tu himen abierto como una pregunta fue mi misión
violar tu virginidad fue un tatuaje profundo para mis manos
II
Vos sos mi jaina
La bala fresca que va penetrando las tormentas
Sos la calma de todos mis muertos
Abrazada a mi ruina vas adivinando esta locura que no es fácil
Vas contemplando la calma al costado del infierno
Sólo recuerdo morra
El día que matamos los preludios de todas las mentiras
La ternura con que me preguntaste: ¿Disparo?
Dale morra —te dije—
Acribillá todos los ruidos del campo
Apagá las luces de este pecho indomable
Conocé el miedo al que me enfrento todos los días
Ponéle fin a tu plegaria de lágrimas
Al odio que te merma los días
¡Dale morra!
Que no te tiemble el pulso
Hacé de la bala la tempestad del espanto
Matáme junto a todos tus miedos
Sepultá conmigo el dolor que te corroe los huesos
¡No llorés hijeputa al matarme!
Recordá que la piedad se ahoga en medio de todos los mares
Y con ella se aturde todo el perdón
¡Morra de mierda no tuviste valor!
No pudieron todos los golpes encender tu sangre
No pudo tu padre muerto en tu mano matarme
Ni tu himen roto pronunció el cadáver
III
Soy un reo mi amor
Y en este encierro me hice un tatuaje preñado con tu nombre
acá comprendo el temor de la locura aglomerada
y a veces el miedo me quiebra como un niño
Pero tu presencia derrumba todas las paredes
Sos la salvación que le pido a la nostalgia
Sos el delirio quebrando los barrotes
Abrazado a vos voy matando los días
Porque sé que con vos estoy más cerca del consuelo
Porque sé que con vos voy comprendiendo la lluvia
Y en tus manos puedo oler la libertad como una flor
Quepo mi jaina en el paladar de tu boca como una palabra
y a través de tus dientes entiendo el cantar de las gaviotas
en tus ojos alcanzo el perdón de los dioses
y en ellos me pierdo como buscando el futuro
El custodio no entiende tus venidas mi jaina
dice que es miedo
El custodio no entiende la distancia continua de nuestros
cuerpos
Pero no me canso de decirle que con vos enciendo toda mi
nostalgia
Que tu desnudez apacigua todos mis martirios
Porque con tu aliento anuncias la tormenta que traes en el
vientre
el día que en mi semen conociste la ternura
I [se] (de UMIT)
Todo comienza amando la madrugada
Amando el canto de los gallos que buscan un nombre de luna
Todo comienza en la ternura de las flores y sus pétalos de sangre
Todo absolutamente comienza amando la saliva
Porque de la saliva y el barro somos
Somos la jícara y el destino de la tierra
Todo absolutamente comienza con la tibieza del día
Con la sonrisa caliente de todos los astros: el nacimiento del padre y el fuego.
Yo
Que soy saliva y barro, planta y ternura
Comprendo que somos bebidos por la luz y el día
Pero también, mi hermano, somos de la noche
De la oscuridad y la luna: la madre.
Todo comienza en la sonrisa de la jícara y de la raíz
En la plegaria de sangre que cantamos
Todo comienza en la tierra y el sudor
En la semilla que nace en la palma de la mano
Todo comienza en la nocturna sonrisa del delirio
No, no callamos la locura ni la muerte
Ni el disparo que quebró los huesos de la tierra
Y de los huesos que nacieron como piedras
Todo comienza pues, con la ternura entre las manos y con el odio entre los dientes
Todo comienza, mis hermanos, en el sueño de los pájaros y su grito de sangre
MAQUILA (El disparo Cuentos del barr[i]o)
Soy la mujer con el pulmón agujereado
Con mis manos hilvano los cuatro puntos cardinales
Soy la madre sosteniendo el humo con la angustia
Soy la artritis gastada en la madrugada
soy yo
la madre de la maquila
la madre de todos los trapos
con mis ojos gastados voy buscando la luz en este camino
encadenada sobre la banca soy el despojo de mi carne
Soy todas las mujeres con los vientres rotos
Soy todas las mujeres podridas que adornan las maquilas
Clotilde ha quebrado sus brazos a la hora del fastidio
Sus dedos son hebras para tejerles pupilas a los niños
A todos los niños muertos que se van acumulando en este paisaje
A los niños que desprenden la sangre de nuestras faldas
Angélica fue una
Con el rencor mascado vomitó toda la sangre
Abrió sus piernas como una flor marchita
Y rodó el niño alborotando todos los violines
¡Ay! el retrato estremecido de todos los días
¡Ay! la emoción amarga del descanso
¡Ay! la angustia a la hora del receso
soy yo
¡la madre de la maquila!
¡la madre de todos los trapos!
Con mis manos sangradas estoy tejiéndole a la luna todo el silencio