Por Rolando Alvarenga
De acuerdo a su biografía, Usain Bolt -el hombre más rápido del mundo- nació con una escoliosis en la parte baja de su espalda. Patología que en el transcurso de su exitosa carrera le causó reiteradas lesiones que terminaron empujándolo al retiro a los 31 años.
Y para muestra, un botón: el sábado Bolt sufrió una lesión en su muslo derecho durante la final 4×100 del Mundial de Atletismo Londres 2017, y vio cómo su sueño de retirarse ganando una medalla para su país, Jamaica, se esfumó como la neblina.
Para Bolt, era la última carrera como atleta élite; sin embargo, su problema le pasó factura en el tramo final de la competencia y, por más que quiso, no pudo culminar la carrera como lo tenía previsto.
De acuerdo al expediente médico del “rayo” Bolt, la escoliosis le desvió la columna hacia la derecha, propiciando que la pierna de ese lado fuera un centímetro y fracción más corta que la pierna izquierda. Dicha malformación le producía constantes achaques lumbares y ciáticos, causándole graves daños a sus piernas y tendones.
No obstante, los tratamientos con los mejores especialistas le permitieron a Usain sobreponerse a una cojera invisible para rendir al máximo hasta convertirse en el indiscutible número uno del mundo del 2008-2017. Este carismático atleta, de 1.95 de altura y 208 libras de peso, maravilló al mundo disfrutando cada victoria y aceptando sus pocas derrotas como la del sábado 5 de agosto en los 100 metros ante su tenaz ave negra: Justin Gatlin, de 35 años. Uno de los miembros del cuerpo técnico del más grande velocista de todos los tiempos (ganador de ocho oros olímpicos y once títulos mundiales en los 100, 200 metros y el Relevo de 4×100) reveló que “cada vez que Bolt aumentaba la intensidad de sus sesiones de velocidad se rompía y esto lo desesperaba”. En la cúspide su carrera, Bolt paró los cronómetros en 9.58 en los 100 metros y 19.19 en 200, durante el Mundial de atletismo Berlín 2009. Y no solo paró los cronómetros, también paralizaba los corazones de sus millones de admiradores desde el arranque y hasta la llegada a la meta.
Y es que, siendo un fuera de serie, sus carreras siempre resultaron de infarto con una espeluznante velocidad en lo más parecido a un alma que se lleva el diablo. Según estudios físicos, en los 100 metros Bolt necesitaba de 45 zancadas para ganar por 48 de sus rivales. Con una trayectoria intachable y libre de todo doping, a mi juicio este astro de la velocidad clasifica entre los mejores atletas olímpicos y mundialistas de todos los tiempos. Y en lo personal, por haber corrido la prueba de los 100 metros en el Atletismo Colegial de 1974, este Usain se me queda en la retina y me lo llevaré al más allá. Obvio, cuando corrí los cien metros la pista del Flor Blanca estaba revestida de una especie de bagazo de caña. ¡Tremendo, casi se me para el… corazón!