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La Policía Con La Comunidad: Un Eje De Democracia

Oscar A. Fernández O
Oscar A. Fernández O

Oscar A. Fernández O.

La temática policial merece un adecuado tratamiento habida cuenta de la notable liviandad, shop banalidad e improbidad con que se viene abordando, viagra preponderantemente desgastada por quienes conocen poco o directamente no conocen nada, o en el mejor de los casos asocian sus diferentes disciplinas para abordarla, como ejemplo, los militares.

Para entender este enfoque novedoso en estos lares, debemos considerar e incorporar necesariamente, el problema del Estado y sus relaciones con ambas: la gente y la institución policial. Esto conforma una trilogía donde históricamente la agencia policial fue deliberadamente obligada a ocupar un lugar nada conveniente y de intermediaria, con dedicación casi exclusiva en la regulación social, desvirtuando sistemáticamente su misión institucional. Hoy, bajo la conducción del FMLN, el Estado ha alcanzado mayores niveles de democracia efectiva, por tanto la policía pasa a ser uno de los importantes instrumentos garante de que ésta se desarrolle.

Después de una exhaustiva evaluación de la actividad policial orientada hacia su íntima relación con los ciudadanos, se llega a la conclusión de que la institución policial no existe aislada de la sociedad, como algunas mentes conservadoras, que intentaron militarizar a la policía,  pretenden.

Las acciones que llevan a cabo sus miembros, el servicio que brindan y las estrategias implementadas para enfrentar a la delincuencia, sugieren que la comunidad necesita formar parte de sus esfuerzos. Sin embargo, cualquiera puede decir fácilmente, que la policía siempre ha estado cerca de la comunidad, pues después de todos los policías saben que la comunidad les ha dado la potestad para actuar en su nombre y aplicar la ley.

Pero en la larga historia de las relaciones de la policía con los ciudadanos y tomando en cuenta el carácter de éstas en los prolongados años de Dictadura padecidos hasta no hace mucho, las expresiones e imágenes de esta correspondencia, más bien nos constatan una separación tajante entre el papel y carácter de la policía, con la comunidad.

Durante décadas y décadas, la policía se desarrolló como un instrumento de represión por excelencia, en el esquema autoritario de las Dictaduras, que defendía exclusivamente los privilegios de los poderosos. La policía ha sido una “sociedad cerrada” y secreta cuyos miembros exigen la lealtad incondicional de “los suyos” y rechazan de manera vigorosa “la interferencia del exterior”, entiéndase de los ciudadanos comunes, en los asuntos de la policía. Esta cultura policial ha sufrido cambios importantes desde que se definió el carácter civil y democrático de la nueva policía, definida en los Acuerdos de Paz, aún y cuando persisten muchos de estos enfoques absolutos.

La Policía Nacional Civil, vista desde otro ángulo, realiza sin duda una tarea decisiva, pero precaria, de impedir que una comunidad degenere en un caos social y en una guerra hobbesiana de todos contra todos. Además algunos sostienen, que el uso de tecnología sofisticada y los mismos auto patrullas, contribuyen a separar a los policías de la comunidad. En ello también ha influido, según algunos estudiosos, la tendencia moderna de definir la misión de la policía, en forma casi exclusiva, como la lucha contra la delincuencia, restándole importancia a su misión de contribuir a mantener la tranquilidad, de solucionar problemas, conflictos menores y otras funciones de servicio a las personas. Se ha comprobado en muchos estudios realizados al respecto, que la policía atiende muchos más problemas de índole variada en la comunidad, que lo que invierte en enfrentar el crimen.

Sin duda parte de la tensión entre la policía y la comunidad es inherente al papel de ella misma, pues no olvidemos que representa el instrumento de fuerza para garantizar la aplicación de la ley. En esta dirección, también hay que decir que son muy pocos los ciudadanos que entienden las dificultades y los peligros a que se exponen los policías en su trabajo; o por qué usan tal o cual táctica de arresto. Muchas veces los ciudadanos acusan de exceso de fuerza a la policía cuando esta efectúa un operativo.

El modelo que hoy se ejecuta tiene origen sajón y adaptado a la realidad e idiosincrasia de nuestro país. En pocas palabras se trata de un modelo de fuerte participación de la comunidad basada en la confianza y sobre todo en el deber y sentir de compartir, los éxitos y los fracasos de la tarea emprendida y en la necesaria rendición de cuentas de las labores realizadas como las no realizadas, con su correspondiente explicación.

De esta forma cada sociedad transmite a través de sus fuerzas de seguridad, rasgos definidos que tienden a representar de manera homogénea, la idiosincrasia del cuerpo social al cual pertenecen, definiendo posturas, modos de acción y de estilos que se tornan propias de cada sociedad.

A partir de los años 60, la modernización y el avance tecnológico en los países del primer mundo, fueron reduciendo el contacto entre la población y su Policía, aumentando la sensación de inseguridad de la comunidad y de alguna manera también poniendo en alza los índices de criminalidad. Es así que la redefinición y la reducción del Estado que se inicia a partir de los 80 con la descentralización y la privatización, ejes del modelo neoliberal, provoco la ausencia y la carestía de servicios del Estado en muchos lugares.  La reducción de la presencia policial en los territorios parecía muy costosa desde la óptica neoliberal y se le tildó de burocracia despilfarradora.

Para ahorrar gastos, desde la óptica tecnocrática predominante, la única opción de solución que apareció fue, adquirir tecnología de altos costos y optimizar sus servicios; por ello la Policía se vio frente al reto de maximizar su eficiencia económica, administrarse en forma similar a la empresa privada, tratando los requerimientos ciudadanos como “demandas de un cliente”.

A pesar de haberse demostrado que en el capitalismo moderno, que produce sociedades cada vez más complejas y conflictivas, por la tajante diferenciación clasista y marginadora, la limitada comprensión política y sociológica del problema, no terminaba de entender que la interrelación entre los factores sociales demográficos y económicos y la prevalencia del crimen exigen también respuestas complejas y sofisticadas.

Habiéndose experimentado sistemas represivos por excelencia, la opción realista de un servicio innovador de Policía, resultó después del rotundo fracaso de estas políticas tradicionalistas, tener que reconocer que por su propio interés se debe trabajar en estrecha relación con la comunidad y sus estructuras.

La Policía, importa por su propia naturaleza una aproximación efectiva, por su cometido específico, para proteger a la sociedad del crimen y así resguardar la tranquilidad, la identificación y las responsabilidades de otras organizaciones que ayuden a prevenir el delito y actuar sobre quien o quienes cometen actos criminales. Existirán siempre comunidades que sean hostiles hacia la Policía, y en la medida en que estas situaciones de hostilidad no puedan ser revertidas, se creará un círculo vicioso de mayor criminalidad y por ende mayor represión por parte de las Fuerzas Policiales, siendo criticadas por no poder controlar estos problemas sociales, aunque estos no sean de su exclusiva responsabilidad. Desde el momento en que los integrantes de una comunidad visualicen las oportunidades para mejorar su calidad de vida y reducir el crimen, se encontrarán de alguna forma más motivados a comprometerse en proyectos de apoyo a la Policía.

La Policía Comunitaria es una filosofía y no una estrategia específica, es una filosofía de trabajo y de vida, es un concepto proactivo y descentralizado desde el cual el Policía Comunitario realiza las acciones comunitarias en conjunto con su comunidad lo que desarrolla el sentimiento de confianza en los ciudadanos suficiente para colaborar con la Policía proporcionándole información y cooperación. Se trata de un sistema de trabajo capaz de mantener una visión actualizada de las grandes y pequeñas situaciones de conflicto, y esto es posible mediante el conocimiento y seguimiento de los problemas que cotidianamente suceden en el vecindario. La acción de tratar a la población como un organismo vivo y en constante y dinámica actividad nos demuestra que en los pequeños conflictos vecinales es donde se presentan los más grandes problemas con toda la carga de agresividad y tensión que generan sociedades tan desiguales y por ende, con tendencia a la anomia, como las nuestras.

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