Por Nicolas Gaudichet/Rémy Bellon
París/AFP
La policía de París, viagra cuya sede, online «36 quai des Orfèvres», online tornaron mítica la literatura y el cine, va de escándalo en escándalo: su director acaba de ser destituido a raíz de sospechas de filtraciones, pocos meses después de un espectacular robo de cocaína en sus locales.
Detenido el miércoles, el jefe de la institución, Bernard Petit, fue inculpado y destituido el jueves por la noche, un verdadero sismo para el cuerpo que dirigía.
«Bernard Petit es un gran policía, pero cuando se ejerce esa misión no puede haber la menor duda», y su destitución «era la opción que se imponía», declaró el viernes el primer ministro francés Manuel Valls.
Nombrado hace poco más de un año al frente de Policía Judicial de París, Petit es sospechoso de haber violado el secreto de una investigación que concernía a un exjefe de la unidad de élite de la gendarmería (GIGN), Christian Prouteau, y a un conocido estafador, Christophe Rocancourt.
La investigación en cuestión concierne un caso de corrupción en el que está implicado Christophe Rocancourt, encarcelado en octubre por estafa y tráfico de influencias. Otras cinco personas, incluyendo a Christian Prouteau, están imputadas por esa causa.
Apodado «el estafador de las estrellas» por haberse aprovechado en el pasado de varias celebridades, Rocancourt es acusado de haber tratado de obtener mediante pago documentos de identidad para personas que estaban irregularmente en Francia.
Durante su interrogatorio, en octubre pasado, Christian Prouteau pareció estar muy al tanto del caso, lo que hizo pensar a los investigadores que podía haber sido informado antes. Esa hipótesis fue confirmada por escuchas telefónicas.
Escándalos en serie
Este escándalo es el último de una serie que viene empañando la imagen de la institución, de una tonalidad muy negra que no habría renegado el escritor belga Georges Simenon, que inmortalizó el «36 quai des Orfèvres» en sus novelas policiales.
Bernard Petit, de 59 años, sucedió en el cargo a Christian Flaesch. Éste fue destituido por Manuel Valls, entonces ministro del Interior, por haber prevenido a un allegado del expresidente Nicolas Sarkozy, Brice Hortefeux, de una convocatoria a sus servicios.
Pero poco después de asumir Petit, la policía de París fue objeto de un gran escándalo, en abril de 2014. Una turista canadiense presentó demanda judicial afirmando que había sido violada por policías en la propia sede de la institución.
Petit evocó entonces el «deber de ser ejemplares» de los miembros de la Policía Judicial.
Pese a ello, a fines de julio, desaparecieron 52 kg de cocaína de una sala de la sede policial en la que se guardaban las pruebas para la justicia. Las sospechas se dirigieron rápidamente hacia un miembro de la brigada antidrogas.
Este fue encarcelado en agosto, pero la droga, estimada en dos millones de euros, todavía no ha sido encontrada.
Pese a esos dos escándalos, el gobierno mantuvo su confianza en Bernard Petit, al que «difícilmente podría reprochársele algo en esos dos asuntos», según un investigador.
La imagen de jefe policial fue afianzada además por la detención de Jean-Luc Germani, figura de la mafia corsa prófugo desde 2011, y por su desempeño tras los atentados de primeros de enero.
«Lo que es paradójico es que se construyó una imagen de patrón que mantiene derecho el timón en medio del tumulto», como el hombre «más limpio que los limpios». «Si los hechos se confirman, es verdaderamente el regador regado», comentó un miembro de un sindicato de la policía.
Pasado el momento de estupefacción, ciertos miembros de la policía de París se interrogan sobre la capacidad de la institución de sobreponerse a este nuevo sismo.
«Pensábamos que habíamos tocado fondo. Nos equivocamos, seguimos cavando más hondo», afirmó con humor tintado de amargura un veterano del «36 quai des Orfèvres».