Ricardo Ayala, Secretario Nacional de Educación Política e Ideológica del FMLN
A la luz del sentido común que se ha impuesto a la sociedad, el título de este artículo es absurdo, risible o descabellado. Sin embargo, el sentido común es el reflejo de una o varias ideologías dominantes en la sociedad, que provocan una interpretación tergiversada, falsa, desordenada y caótica de la realidad, a través de una maquinaria mediática que genera una avalancha turbulenta de significados que los sectores dominados asumen como propios. Por eso, las ideas dominantes en una sociedad son las ideas de la clase dominante.
Valga aclarar que el uso anterior de sentido común no responde al masivamente extendido por las instituciones sociales existentes (iglesia, escuela, medios de comunicación, redes sociales, familia, etc.), sino aludimos al concepto crítico elaborado por el político intelectual italiano, Antonio Gramsci, de quien conmemoramos el 133 aniversario de su natalicio.
Recientemente asistimos a una descarga de encuestas de la coyuntura electoral por parte de universidades privadas y organizaciones de la llamada sociedad civil, que muestran una fotografía de la realidad política nacional preñada de ese sentido común. Ante estas, el oficialismo se regocija y emborracha de triunfalismo, alardeando prepotentemente su inevitable victoria sobre los opositores, ya sean sociales o políticos. Pareciera que su viciada candidatura presidencial no tiene adversarios de ningún tipo.
A tal grado ha llegado el efecto de la maquinaria mediática del oficialismo que hay algunos sectores de la izquierda alegando que el FMLN no debió participar de estos comicios porque se legitima la candidatura inconstitucional de Bukele, para lo cual manipuló el proceso desde la destitución de magistrados de la Sala de lo Constitucional, el Fiscal General y la Corte de Cuentas, en mayo de 2021, primigenias acciones de la bancada legislativa de Bukele. Aturdidos por la propaganda oficial, soslayan que esta democracia representativa está manipulada por el poder de la burguesía y el imperialismo.
Otro argumento, en lo que convenientemente convergen estos sectores con la derecha más rancia de la oposición, es que si toda la oposición se unía en un frente amplio podía derrotar a Bukele.
En el primer caso, de quienes opinan desde posturas aparentemente de izquierda que el FMLN no debió participar, les recordamos que “nuestro” sistema político y democrático ya está viciado y manipulado desde su origen, porque es el sistema político y democrático instalado por el poder económico de la burguesía desde su triunfo hace ya más de dos siglos, por tanto, la participación en éste por la izquierda sin programa político revolucionario conduce a un camino igual al de un hámster en una rueda sin fin.
¿Cuándo en este país ha existido una Sala de lo Constitucional revolucionaria, o tan siquiera, medianamente decente? ¿Cuándo en este país ha existido un Fiscal General tan siquiera honesto? ¿Cuándo la Corte de Cuentas ha fiscalizado a las instituciones de gobierno implacablemente? Nunca. ¿Cuándo la izquierda ha tenido el camino allanado favorablemente para acceder al gobierno y desde ahí desmontar el poder político y económico dominante? Nunca. Nunca es nunca.
La izquierda accedió a la presidencia de la república por primera vez después de 188 años de la Independencia, en 1821. Y no accedió porque los dominantes hayan concedido dicho objetivo, sino por la acumulación de fuerzas que se gestó desde los tiempos antiquísimos de resistencia y lucha popular. Y cuando por fin pudo acceder luego de tantos y tantos intentos, incluyendo una cruenta guerra, recibió toda una tormenta de ataques para obstaculizar la implementación de un gobierno para beneficio de las mayorías, incluyendo estrategias para cooptar y corromper a dirigentes y funcionarios de nuestros dos gobiernos.
Nuestra participación política y electoral en esta coyuntura no obedece ni a la ignorancia de las condiciones más adversas del momento, ni mucho menos a la complicidad por legitimar el nuevo orden dominante en El Salvador, que tiene entre ceja y ceja al FMLN como su principal enemigo, a quien no da tregua por atacar, descalificar, injuriar y perseguir; sino porque estamos convencidos que nuestra bandera no debe pagar el precio de los graves errores cometidos en la conducción del gobierno y del partido entre 2009 y 2019, y que esta misma bandera sigue siendo estandarte de las ideas de emancipación a partir de una revolución radical en nuestro país donde impere la justicia, la solidaridad y la equidad.
Y por esa razón el FMLN sigue siendo el principal blanco de ataques por parte del gobierno y sus estrategias, mismo objetivo que comparte con todos los sectores de la derecha política, la oligarquía salvadoreña y los poderes injerencistas de EEUU. Por tanto, ocultar nuestra bandera, esconderla o invisibilizarla sólo es hacerles el juego a estos actores, quienes se lamen los bigotes imaginando un El Salvador sin instrumento de lucha popular como es el FMLN.
En cuanto al segundo argumento, de los fanáticos por ver un frente amplio en el que convergieran todo el espectro de la oposición, desde la izquierda más consecuente hasta la derecha escuadronera (ahora fuera del Estado), creyendo que con eso puede derrotarse a Bukele, habrá que examinar si se trata por ingenuidad política o como operadores de las estrategias injerencistas para cooptar o prostituir a los más consecuente dentro del FMLN, lo cual denota que en el fondo convergen con las narrativas oficialistas donde equiparan a izquierda y derecha al mismo nivel.
De quienes lo hacen por el primer motivo, el diálogo y el debate debe ser la ruta para demostrarles que esa decisión política conduce a un camino sin retorno como ya lo ha demostrado la historia del movimiento revolucionario mundial. Para quienes por la segunda razón actúan con alevosía, ninguna de sus artimañas fueron efectivas para cooptar la estrategia del FMLN bajo la figura de una gran alianza con todas las expresiones de la derecha opositora. Aunque intentaron apelar a capítulos de la historia de la lucha popular, incluso en los orígenes de nuestro partido, en los cuales la derecha se sumó a las amplias alianzas contra los regímenes dictatoriales, estos olvidan que dichas alianzas fueron promovidas desde los sectores revolucionarios, no desde oscuros rincones manejados bajo los hilos imperialistas.
¿Qué sería del FMLN en una alianza junto a la derecha recalcitrante (otrora asesina de curas, monjas, maestros, campesinos, mujeres, niños y ancianos), a estas alturas del enfrentamiento político? La respuesta del campo popular a semejante incoherencia hubiera sido inminentemente severa. Por eso, pese a los adversos resultados que las encuestas vaticinan, haber derrotado esa estrategia de prostitución del FMLN es ya la primera batalla ganada.